Al CSKA le sobra con 10 minutos
El equipo ruso sestea durante los dos primeros cuartos pero liquida al Unicaja en el tercero (77-66)
El CSKA de Moscú demostró ante el Unicaja por qué está considerado como uno de los grandes favoritos de la Euroliga. El conjunto ruso, el único invicto de la competición junto al Barcelona, pecó de complacencia en tres de los cuartos del partido, pero le bastó para derribar al Unicaja. Decisivo fue el tercer periodo, en el que los rusos despertaron y se marcharon en el marcador ante la impotencia del equipo malacitano, que, dicho sea de paso, ya conocía de antemano la dificultad que entraña pisar la cancha del CSKA y que abandonó el recinto con una derrota por 77-66.
El Unicaja salió en Moscú como debía, sin miedo, sin achicarse en el terreno de uno de los mejores equipos del continente. No se cortaron los jugadores del equipo malagueño, buscando el tiro en los primeros segundos de la posesiones y buscando al aro con descaro. Especialmente el base Earl Rowland, con algunas penetraciones marca de la casa. Por su parte, el CSKA se recreaba demasiado en sus acciones, confiado en su superioridad y en que le quedaba suficiente recorrido para pisar el acelerador a su antojo. Además, la zona del Málaga comenzó a atragantársele a medida que sus triples no entraban, lo que permitió a los de verde terminar el primer cuarto por delante.
CSKA DE MOSCÚ, 77; UNICAJA, 66
CSKA MOSCU: Teodosic (19), Siskauskas, Khryapa (3), Kirilenko (17) y Krstic (12)- cinco inicial-; Shevd (10), Vorontsevich (8), Kaun (6), Gordon (2) y Ponkrashov.
UNICAJA: Rowland (12), Fitch (2), Darden (13), Freeland (14), Zoric (2) - cinco inicial-; Valters (13), Berni Rodríguez (5), Saúl Blanco, Abrines, Peric, Garbajosa (4) y Sinanovic (1).
PARCIALES: 12-14; 22-15; 28-12; 15-25.
ÁRBITROS: Ilija Belosevic (Serbia), Tomas Jasevicius (Lituania) y Ioannis Foufis (Grecia). Sin eliminados.
PABELLÓN: Universal Sports Hall CSKA, ante unos 4.900 espectadores.
El equipo de Chus Mateo insistió en su idea de cerrar la canasta, permitiendo los tiros exteriores. El plan funcionaba, ayudado por las pérdidas de balón rusas, que compensaban los primeros triples que conseguían anotar. Sin embargo, el desgaste mental y físico al que el CSKA, a medio ritmo, obligaba a los andaluces e iba haciendo mella. Los esfuerzos defensivos quitaban oxígeno y claridad de ideas en ataque, donde dos triples lejanos de Valters evitaron el peligro de colapso. También sufría el líder del Unicaja, Joel Freeland, especialmente cuando trató de mostrar su poderío en un mate y acabó encontrándose con Andrei Kirilenko, capaz de irse al descanso con 20 de valoración habiendo lanzado apenas dos tiros de campo.
El Unicaja se fue al vestuario con la impresión de haber hecho un buen trabajo, pero en la reanudación el CSKA ofreció su mejor versión, la auténtica, muy alejada de la pasividad inicial, y en apenas dos minutos disparó su renta por encima de los 10 puntos. Emergieron los rusos, de la mano de sus constructores, Teodosic y Shevd, de la afinación que Kirilenko añade a la máquina, aportando en todos los apartados del juego, y del poderío físico que ofrece todo el conjunto. La envergadura de sus jugadores hacía además que siempre apareciera un último brazo, convirtiendo cada ataque en un sufrimiento para los españoles. Un vendaval que terminó el periodo 21 puntos arriba, con un parcial de 28-12.
El Unicaja mostró su orgullo en los últimos 10 minutos, cuando los moscovitas habían vuelto a frenar el paso -a excepción de Kirilenko, que seguía sumando robos y tapones-. El técnico ruso, Jonas Kazlauskas, tuvo que pedir un tiempo muerto al ver la ventaja reducida a 12. Diferencia que seguiría menguando hasta los ocho, gracias a las pérdidas que encadenaba el CSKA, que parecía tener ya la cabeza en otra cosa. Solo Kirilenko pareció alarmarse y un nuevo estirón del alero -con apenas tres tiros de campo, terminó con 39 de valoración, 17 puntos, 9 rebotes, 6 robos y 3 tapones- mantuvo lejos al Unicaja. Finalmente, un triple de Teodosic cerró un partido en el que al CSKA le bastaron 10 minutos para subirlo a su casillero.
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