Los reyes. De bastos
- SINOPSIS. Hace unas semanas un escritor y una editora fueron linchados intelectualmente porque una serie de lectores no entendieron las ocho diferencias entre un cuento sobre una violación y una violación sin cuento. Hace unas semanas, en Marruecos, un periodista fue condenado a cuatro años de cárcel de peli turca porque su rey tampoco entendió las ocho diferencias que separan la opinión de la opinión oficial. El mundo está perdiendo la noción de las ocho diferencias. La vida no vale un pito si no puedes liarla con las ocho diferencias. Esta crónica habla de la historia de Alí Lmrabet, el periodista marroquí encarcelado, y de la importancia de no perder la capacidad y el derecho a jugar a las ocho diferencias todo el día.
El marroquí Alí Lmrabet agoniza, tras 39 días en huelga de hambre, porque su rey no entendió la diferencia entre la opinión y la opinión oficial
- EL PAÍS DEL 'DEMAIN'. Quedo con Laura Feliu, profe de relaciones internacionales en la facu de Ciencias Políticas de la UAB. Laura pertenece al comité que está desplegando acciones encaminadas a que dejen de aplicar acciones a Lmrabet. Me explica la historia del periodista. Hijo de un ex combatiente moro de cuando el Francky Franco Spanish Tour 1936-39 -las pensiones que aquel filántropo / licántropo dejó de por vida a sus Regulares han servido, curiosamente, para que los Regulares les dieran un tute cultural a sus hijos-, Alí Lmrabet estudió en la Sorbona. Redactor jefe de Le Journal marroquí, envió al garete Le journal marroquí por la imposibilidad de publicar un artículo político que, finalmente, apareció en Francia. En 2000 funda Demain, revista que adopta en Marruecos el rol que adoptó aquí Cambio 16 cuando Tonny Ronald. La revista tiene un gran éxito. Durante los nueve meses que dura. El Gobierno -socialista, socorro- la cierra, junto con dos publicaciones más, por publicar una carta, fechada en los setenta, de un opositor de la era pop. Inmediatamente crea Demain Magazine, la primera revista de humor en Marruecos. Se vende como polos. Cuesta cinco dirhams -50 céntimos de euro sobre el nivel del mar en Alicante- y tira 20.000 ejemplares, que son leídos por chorrocientas personas cada uno. Es una revista sin publicidad, sin accionistas, dirigida por un señor sin piso y con novia divertida. Es decir, no tiene control. En 2002 la revista y su director se enfrentan al primer proceso. Por un artículo en el que se mencionaba que un palacio real tal vez estuviera en venta. Cuatro meses de cárcel. Lmrabet no recurrió la sentencia. El procurador del rey, para ir aplazando el cumplimiento de condena, pues sí. La siguiente acusación fue por "ultraje al rey, a la institución monárquica y atentado a la unidad nacional". Ni el estrangulador de Boston había cometido delitos tan largos. La cosa fue por cuatro publicaciones en Demain Magazine y en Douman -filial en árabe de Demain-: a) la traducción de una entrevista a un opositor republicano aparecida en el diario Avui, b) una tira cómica sobre la historia de la esclavitud, c) un fotomontaje con imágenes de una boda real y d) la publicación de una parte de los presupuestos reales. El juicio fue el 21 de mayo. Cuatro años con sus noches. Desde el 6 de mayo mantiene una huelga de hambre que está adquiriendo dimensiones irlandesas. En la última apelación, Lmrabet, como cualquier ciudadano que compadece a un juicio tras treinta y pico días sin comer, fue en silla de ruedas. Y casi no vuelve.
- UNO DE LOS NUESTROS. Quedo con Manuel Fontdevila, director de El Jueves, el único semanario de humor peninsular, superviviente de las chorrocientasmil publicaciones de humor que había en la Península en los setenta hispanos / el siglo XXI marroquí -verbigracia de esa época: Carles Romeu, dibujante en esta casa, fue a tantos juicios que, en un golpe de genio práctico, acabó casándose con su abogada-. Esta semana, junto a los semanarios de humor Le Canard Enchaîné y Charlie Hebdo, El Jueves ha dedicado una región de su portada y un par de páginas a Lmrabet. "Nunca habíamos hecho nada parecido con nadie, pero Demain utilizaba mucho nuestros dibujos. O demandábamos a Lmrabet o lo apoyábamos". El humor es el límite de lo posible. Hablo con Fontdevila del límite de lo posible por aquí abajo, para hacerme una idea del límite aún más abajo. "¿El límite? Lo ignoro". "El Rey es tabú, sí". "No aparece mucho en la prensa ni en la tele. En Caiga quien caiga, por ejemplo, no se hacía humor con el Rey. Se hacía complicidad. En El guiñol, ni siquiera aparece como personaje". "Nosotros exploramos ese límite". "La monarquía, de hecho, es uno de mis temas favoritos. No quiero monarquía para toda la vida, y además tengo derecho a hablar de cualquier tema". "Hay cierta demanda social del tema. Los números que hicimos de Eva Sanum, o el de los 25 años de monarquía, se vendieron muy bien". "¿El límite? A veces nos han llegado cartas de la Casa Real, en plan tal cosa no es el tipo de sentido del humor que esperábamos de ustedes, y en las que se nos invita a reflexionar sobre el límite de la libertad de expresión". "¿El límite? Lo máximo que me puede pasar es que me caiga una multa, y no cuatro años de cárcel".
- LIMITEN EL LÍMITE. El comité de ayuda a Alí Lmrabet está desplegando una serie de acciones. Como la elaboración de un número de Demain en castellano con los all-stars del humor gráfico peninsular. También les invitan a su campaña de apoyo y a enviar e-mails a los malos -váyanse pitando a www.uab.es/ceii-. El juego de las ocho diferencias merece la pena. Merece la pena interesarse por sus jugadores.
- P. S. En el momento de acabar esta crónica leo un comunicado de la familia de Lmrabet. Tras 39 días de huelga de hambre, agoniza. Su abogado llama a la movilización nacional e internacional para lograr su liberación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.