El mar de dudas de la Diagonal
1.414.783 residentes en Barcelona pueden votar la consulta que empieza mañana - El alcalde, Jordi Hereu, se juega algo más que un proyectoLa reforma costará más de 70 millones y tres años de obras
Hasta 1.414.783 residentes en Barcelona mayores de 16 años podrán votar a partir de mañana y hasta el domingo próximo si quieren el tronco central de la Diagonal -desde Glòries a Francesc Macià- en forma de bulevar (A), en diseño de Rambla (B) o bien la alternativa C, que no es ni una ni la otra. Sin más. Los interrogantes que plantea una consulta de ese calibre son innumerables.
Es un mar de dudas que tiene mucho que ver con la génesis de la idea lanzada por el alcalde, Jordi Hereu, que se juega bastante más que un proyecto en el resultado de la consulta. La transformación del tronco central de la avenida no estaba en los programas electorales de los socialistas ni de sus socios, ICV-EUiA. El Programa de Actuación Municipal (PAM) pactado por el bipartito -ya en 2008- no hacía alusión alguna a esa reforma y sí, en cambio, a otras calles del Eixample. En el mismo programa la conexión de los tranvías del Llobregat y del Besòs brillaba por su ausencia. Que ambos tranvías pudieran enlazarse por la Diagonal era la opción del socio minoritario del gobierno -ICV- y sobre la que se habían hecho estudios en la agencia Barcelona Regional. Responsables del urbanismo municipal arrugaban la nariz cuando se les preguntaba sobre la unión de los tranvías por la Diagonal. Y el propio alcalde, Jordi Hereu, no se definía.
Después de insistir una y otra vez en que no hacía falta grandes proyectos para hacer buena política de ciudad, Hereu -con unas encuestas que indicaban que no arrancaba y que el PSC seguía cayendo- anunció, a la vuelta del verano de 2008, que el tranvía se uniría por la Diagonal. Se imponía, de esa forma, la transformación de la parte histórica de la avenida.
Que un proyecto tan complicado se sometiera a una consulta ciudadana tampoco nació por un arrebato participativo del alcalde, sino por pragmatismo y la necesidad de apoyos.
En plena negociación de los presupuestos de 2008, Esquerra Republicana puso sobre el tapete -en forma de proposición en el pleno- que se convocara una consulta entre los barceloneses para la reforma de la Diagonal. Y ante la necesidad del sí de los republicanos para las cuentas, el gobierno de Hereu comulgó con la consulta.La consulta se rige por las normas que prevé la Carta Municipal. En ella se establece que las preguntas que se formulen en un referéndum tienen que ser pactadas por dos terceras partes del pleno. De ahí que el gobierno de Hereu no tuvo más opción que incluir la C -que es ni la A ni la B- que impuso Convergència i Unió para tener la mayoría suficiente. Estas son algunas de las principales cuestiones sobre la consulta y la reforma:
- Las opciones.La A es el bulevar, lo más parecido a lo actual. Se mantendrían las cuatro hileras del arbolado, aunque con sustitución de los árboles enfermos. El espacio central tendría una plataforma segregada para el transporte público -tranvía y autobus de gran capacidad- y un carril para la circulación. El lateral se convertiría en un carril de servicio por el que también circularían las bicicletas. La opción B es una rambla central. El carril reservado para transporte -bien tranvía o autobus de alta capacidad- es el más cercano a la rambla, un segundo carril sería para el tráfico general y el más cercano a la acera sería el de servicio, por donde irían las bicis. En esta opción, todos los árboles se verían afectados puesto que se alinearían de forma diferente. Hay incógnitas en ambas: cómo se resuelve el aparcamiento de las motocicletas. La C no propone nada.
- La movilidad. La reforma que se estudia es una apuesta por el transporte público y los desplazamientos en bicicleta y caminando en detrimento de la movilidad privada. Tres de cada cinco coches -actualmente son 86.000 diarios en ambos sentidos- dejarían de ir por la Diagonal. Los cálculos que hace el Ayuntamiento son que el tranvía asumiría el tráfico de 9.500 vehículos y unos 19.000 más dejarían de circular por la entrada en funcionamiento de la línea 9 del metro. Según esas previsiones, unos 23.000 vehículos se buscarían vías alternativas.
- Coste y plazos. Se trata de las dos cuestiones que más dudas suscitan y las menos concretadas en la información que facilita el Consistorio. En ambas, la cifra que se considera es la de 70 millones de euros. Sólo en lo que supone a la urbanización de la avenida, puesto que la implantación del tranvía se estima en unos 220 millones, de acuerdo con los cálculos de la empresa Tram, que gestiona la red. Los plazos de las obras son siempre relativos y los de la Diagonal, más. Entres tres años y seis, según en las fases en que se ejecute. Y con una afectación máxima -según los responsables municipales- de ocho meses en un punto concreto.
- El coste de la consulta. Es lo menos claro de todo lo relacionado con la Diagonal. El Consistorio cifró el dispositivo de organización en dos millones de euros, ya que se ha diseñado un sistema específico para el voto electrónico. Esa cantidad se ha disparado a los cuatro millones de euros por las profusas campañas de comunicación y divulgación, según la oposición municipal. El gobierno no lo aclara.
- Opiniones encontradas. El RACC no ve con buenos ojos que el tranvía sea requisito indispensable de la transformación y alerta del peligro de que se resienta toda la circulación del Eixample. La plataforma por el Transporte Público, por el contrario, es entusiasta defensora de las propuestas. La Federación de Asociación de Vecinos está por la reforma y el comercio la ve con inquietud por la duración de las obras. Arquitectos e ingenieros se oponen, principalmente, a que cuestiones tan técnicas sean objeto de una consulta ciudadana.
- Los partidos políticos. Las posiciones de los partidos no han sido siempre las mismas y han cambiado según la coyuntura política. ICV es prácticamente la única que se ha mantenido a favor de la transformación con el tranvía como columna vertebral. El PSC no era de esa opinión, pero la ha asumido para conseguir un mínimo entendimiento con su socio. CiU, que fue defensora del tranvía por la Diagonal, ahora lo desviaría por otras calles del Eixample para no castigar al tráfico privado. El Partido Popular también apuesta por otro trazado del tranvía alternativo y está en contra de la consulta. Esquerra Republicana, padre de la idea de la consulta, critica que el tranvía es una estructura rígida y se inclina más por los autobuses de gran capacidad
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