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Los inmigrantes de Salt, divididos

Los jóvenes laicos se encaran con las asociaciones de matiz religioso en una reunión en el pabellón municipal porque consideran que nos les representan

Rebeca Carranco

Morad El Hassani llega al pabellón municipal de Salt (Gironès) seguido de un escuadrón de 60 hombres. En la mano lleva cuatro páginas escritas con bolígrafo azul en una letra mayúscula cuadrada. Es el discurso que quiere pronunciar ante los 300 marroquíes que han acudido al lugar para decidir la estrategia que deben seguir conjuntamente tras los enfrentamientos entre inmigrantes y autóctonos de esta semana. La cosa empieza mal. Morad y su séquito no consideran que las asociaciones existentes, con un importante componente religioso, les representen. "Queremos buscar un nuevo líder", amenaza Abderramal Boughassal otro de los contestatarios.

Ayer se reunieron a puerta cerrada en el pabellón de Salt, durante hora y media, las asociaciones Al Hilal, Magrebíes por la paz y Almagariba y muchos jóvenes por libre. También acudió el diputado socialista de origen marroquí Mohammed Chaib, un representante de la Federación de Entidades Culturales Catalanas de Origen Marroquí y otro de la Unión de Centros Islámicos de Cataluña.

La tensión de los últimos días abre grietas en el colectivo magrebí

Discutieron sobre los puntos que quieren tratar mañana en la reunión prevista con la alcaldesa de Salt, Iolanda Pineda (PSC). Y también sobre quién acudirá a la misma. Están cansados de que se relacione delincuencia con inmigración y de los registros policiales. Los jóvenes reclamaron una voz propia. Entienden que Al Hilal, la asociación de referencia entre los 4.000 marroquíes de Salt, no defiende sus intereses. Y así lo hicieron saber ayer con silbidos y quejas.

Mohammed Ataouil es el presidente de la asociación Al Hilal. El hombre ejerce de referente en la ciudad. Viste con túnica, es espigado y enjuto, con barba cerrada y gesto serio. Padre de familia de unos 40 años, los que le conocen le definen como una persona muy emprendedora y amante de la charla. En la ciudad regenta una carnicería y una frutería. La asociación que preside, Al Hilal, es un punto de encuentro entre marroquíes creyentes. Se reúnen para hacer el té, charlar, rezar. Incluso organizan viajes, como el que les llevó en autobús a conocer Andorra.

Desde el principio de la crisis social en Salt, Ataouil se ha esforzado por llevar la calma al municipio. Sus únicas exigencias son que la policía deje de identificar a marroquíes por la calle y que se aplique la ley con contundencia en el caso de los reincidentes.

La asociación pidió las instalaciones municipales para la reunión de ayer. Pero las cosas no fueron fáciles. Ataouil tuvo que salir a la puerta, donde un grupo de jóvenes montaban la resistencia. Habló con ellos, discutió y acabó convenciéndoles de que entrasen al pabellón para decidir una estrategia común que acabe con la tensión.

Morad es la otra cara de la moneda. Tiene 28 años, lleva 14 en Salt y ha trabajado de albañil. Lleva nueve meses en el paro y es también padre de familia. Acumula más de una detención policial. El jueves por la tarde participó en los enfrentamientos ante el Ayuntamiento. Pasaba por allí por casualidad y acabó erigiéndose en portavoz y anunció una manifestación en nombre de Al Hilal.El pasado jueves, tras los enfrentamientos ante el ayuntamiento de Salt, Morad El Hassani, asumiendo el papel de portavoz, incluso anunció una manifestación en nombre de Al Hilal. Pero Mohammed Ataouil salió enseguida a desmentirlo. Desde entonces andan molestos el uno con el otro.

Una manifestación del colectivo de origen inmigrante es precisamente lo que en estos momentos más teme la sociedad de Salt. Desde que el pasado lunes el pleno del Consistorio fuera interrumpido por la entrada de vecinos y comerciantes armados con pancartas en contra de la inseguridad ciudadana, la tensión no ha hecho más que aumentar. Ese mismo día, los protagonistas del boicoteo amenazaron con más acciones.

Tras los enfrentamientos del jueves -y más de un episodio xenófobo-, los vecinos y comerciantes han decidido esperar. "La cosa está muy caliente. Queremos tranquilidad. No queremos un conflicto que se nos escape de las manos", explicó el viernes la portavoz de las asociaciones de vecinos, Gemma Serra.

La asociación Al Hilal opina también que no es el momento de hacer ningún tipo de movilización. "Lo primero es hablar con el Ayuntamiento. Luego ya veremos", insiste Ataouil. Pero los jóvenes quieren una respuesta ya.

Por eso ayer salieron de la reunión desanimados. Algunos incluso enfadados. "Nosotros también estamos muertos de vergüenza por lo que está pasando. Hay marroquíes que roban. Pero no todos somos así", lamenta Ismael, de 28 años, montador de profesión. A su entender, la única manera de recuperar la dignidad es saliendo a la calle.

Ayer, por un momento, se temió que los jóvenes se manifestasen de nuevo ante el ayuntamiento, como ocurrió a última hora de la tarde del jueves. El equipo de técnicos del Consistorio y uno de los agentes de los Mossos d'Esquadra que se dedica a tareas de mediación, calmaron los ánimos.

El trabajo de fondo en Salt es evidente. En todos los conatos de conflicto ha aparecido, si no estaba ya antes, el responsable de inmigración del Ayuntamiento, Andreu Bover. Su trabajo es mediar. Conoce a la mayoría de los inmigrantes. Habla con ellos. Intercede, como hizo de nuevo ayer entre Morad y Ataouil.

El lunes es el turno de la reunión con la alcaldesa, Iolanda Pineda (PSC). Las asociaciones han decidido que habrá un representante de cada uno de los grupos: Al Hilal, Magrebíes por la paz (que dirige uno de los oratorios de la ciudad) y la asociación laica recién constituida AlMagariba. También acudirán los jóvenes. Hasta ese momento se han comprometido a no salir a la calle.

En el origen del conflicto de Salt está la delincuencia. A principios de mes, una pareja de ancianos salió en los medios locales con la cara amoratada. Cuatro hombres encapuchados les apalearon para robarles en el bar que regentan en la calle Majo. Los agresores les amenazaron con una pistola y dejaron al hombre inconsciente y a la mujer con una herida en el ojo que necesitó sutura.

Dos semanas después, unos 200 vecinos obligaron a suspender el pleno en la ciudad reclamando más seguridad. Pineda fue la primera en pedir más efectivos policiales, aunque defendió que la delincuencia no ha aumentado, sino que se ha producido un cambio de tipología en los delitos. En el último trimestre han aumentado ligeramente los robos con fuerza.

La convocatoria del pleno del pasado jueves acabó con dos personas expulsadas de la sala del ayuntamiento y una serie de episodios xenófobos en la calle, con insultos y enfrentamientos.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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