El empresario Josep Suñol abre un espacio en Barcelona para exponer su colección
El coleccionista cuenta con obras de Picasso, Warhol, Tàpies o Giacometti, entre otros
"Josep Suñol es un empresario que ama el arte y no quiere salir en la foto". Sergi Aguilar, artista y director de la flamante sede de la Fundación Suñol, describe así al artífice de una colección que algunos consideran la mayor, por cantidad y calidad, del ámbito privado de Cataluña. La entidad abrirá al público en abril con una selección de fondos que incluye obras de Picasso, Warhol, Giacometti, Tàpies o Man Ray, entre otros.
El nuevo espacio expositivo, situado en Paseo de Gràcia 98, en la finca familiar donde se crió el coleccionista, abrirá al público a mediados de abril. Hasta entonces las salas, donde se exhiben un centenar de las 1.200 obras que componen la colección, se enseñarán a grupos reducidos de profesionales. En línea con la discreción y afán de anonimato de Josep Suñol -un empresario accionista de la promotora inmobiliaria Hábitat, soltero, sin hijos y que ya ha superado los setenta- no habrá fiestas ni una inauguración espectacular, tan sólo obras y un programa serio de apoyo a la creación joven del país a través del Nivel Zero, una sala polivalente con entrada independiente, donde se organizarán diversas actividades. Las demás salas, unos 700 metros cuadrados en dos plantas, se consagrarán a la colección, cuyos fondos rotarán cada seis meses en distintos montajes.
La exposición inaugural, abierta hasta octubre, es una panorámica del arte del siglo XX, con obras realizadas entre 1915 y 1995 por todos los grandes artistas españoles y varios italianos, que delatan la especial vinculación de Suñol con este país. Están los imprescindibles Picasso, Miró y Dalí, acompañados por una serie de retratos fotográficos de Man Ray; siguen González y Gargallo, Tàpies, Saura, Millares, Chillida, Ponç, Arroyo, Rabascall, Muntadas, Barceló, Zush y el propio Aguilar. Entre los italianos destacan Balla, Boetti, Fontana y Giacometti con una espectacular pierna que se expone junto a una foto de Inge Morath, que inmortaliza el artista a lado del yeso preparatorio de la escultura, "una prueba del interés de Suñol por la documentación y el proceso que precede la obra", matiza Aguilar.
En los espacios blancos y diáfanos, las piezas se muestran en toda su imponencia, no hay ningún elemento de disturbio, ni siquiera las cartelas interrumpen el hilo narrativo. Es otra forma de acercarse al público, sin mediaciones y, para quien quiera, todos los datos estarán en una guía que se entregará con la entrada. "El recorrido es cronológico con algún invitado de honor, obras que son como partículas conceptuales flotantes", explica Aguilar. Acogen los visitantes el ready made anónimo de un viejo zapato y dos retratos de Andy Warhol, uno de Mao y otro de Fernando Vijande, galerista y marchante, impulsor de las vanguardias en España, y gran amigo del coleccionista, a quien introdujo en el mundo del arte. "Suñol tiene suficiente personalidad para dejarse asesorar y decidir por sí mismo. Siempre le movió una pulsión personal y compró desde finales de los años sesenta hasta 2001, cuando emprendió el proyecto de la Fundación", señala Aguilar.
La Fundación Suñol, que se constituyó en 2002 y tiene un presupuesto anual que ronda los 700.000 euros, abrirá, a partir de abril, de lunes a viernes, de 16.00 a 20.00 horas y la entrada costará cuatro euros.
Los otros
En Cataluña existen varias colecciones privadas de arte contemporáneo de envergadura. Entre las que ya tienen sede expositiva se cuentan las de Francisco Godia, que lleva su hija Liliana; de Antonio Vila Casas, con sedes en Barcelona, Torroella y Palafrugell, y la fundación Fran Daurel de Francisco Daurella, situada en el Poble Espanyol.
Entre los coleccionistas que aún no tienen espacio propio se encuentran Marcel Pascual, promotor del Premio Honda de Pintura, el publicista Lluís Bassat y el creador de perfumes Ernest Ventós, quien encarga obras sobre el tema de los olores a artistas muy heterogéneos, de la talla de Christo o Sean Scully. Finalmente en Lleida, el empresario Julio Sorigué, asesorado por el artista Julio Vaquero, empezó hace cuatro años a comprar piezas contemporáneas, tras haberse centrado hasta entonces en la pintura catalana del siglo XIX. Ahora está empezando a construir el edificio que albergará las obras.
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