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Columna
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Culpables del mal tiempo

Enric Company

El domingo por la tarde, a última hora, un choque múltiple en la autopista AP-2 produjo un colapso en la circulación que costó horas desatascar. El lunes, una nevada más fuerte de lo habitual en las zonas no montañosas del país causó un enorme caos en las carreteras y los transportes. El servicio meteorológico había anunciado el sábado a las 14.00 horas un episodio de frío, nieve en cotas bajas, temporal en el mar y una fuerte bajada de las temperaturas en toda Cataluña que se iniciaría el domingo por la tarde y seguiría el lunes. El lunes por la mañana se paralizó ya el transporte escolar en numerosas comarcas.

Los automovilistas que el domingo habían pagado, o iban a pagar, su peaje en la autopista mojada por un tipo de lluvia que facilita los accidentes, soportaron estoicamente el largo parón sin recurrir al claxon y, efectivamente, pagaron su peaje en Martorell. Ayer al mediodía, la televisión de la Generalitat mostró a unos cuantos conductores de turismos y de camiones indignados y quejosos porque no se les dejaba circular en ciertas rutas y porque no disponían de información. Después de las quejas, el mismo programa informativo transmitió también unas breves imágenes del secretario de Interior pidiendo a la ciudadanía que se abstuviera de circular en automóvil porque la fuerte nevada había obligado a cerrar numerosas carreteras y advirtiendo de que no se desarrollara actividad de ningún tipo en la línea de costa, donde el temporal podía ser muy peligroso para las personas que se acercaran al mar.

"Soportamos mal la incertidumbre y que los imprevistos modifiquen nuestras rutinas. Y siempre buscamos culpables"

Como es bastante comprensible, no todo el mundo anda pendiente de los partes meteorológicos, pegado a las emisoras de radio para conocer los avisos de la Administración, ni ve siempre los noticiarios de la televisión. Y, además, muchas personas que sí los han oído y visto, creen que a ellos no les pasará ahora lo que a otros les pasa en otros sitios y en otras ocasiones. Casi nadie piensa que la nieve puede llegar a inutilizar las rondas de Barcelona, por ejemplo. En Barcelona nieva poco y cuando nieva no cuaja. Esto se sabe de sobra. Tanto como otra verdad del mismo calibre: estas verdades lo son hasta que un día dejan de serlo.

Para muchos ciudadanos ese día indignante y sorprendente fue ayer. La nieve les paralizó en los sitios más incómodos. Lo pasaron mal. Frío y hambre en desapacibles condiciones. La culpa, naturalmente, es del Gobierno. Y si se paraliza el tráfico en las rondas de Barcelona, la culpa es del alcalde. Ya se sabe: "Piove, porco goberno!".

Cuando por la razón que sea el caos llega, ya sea por el agua, la nieve, el calor, el frío, un corte de energía, la tarea del gobernante es resolverlo, recuperar el orden, la normalidad. Pero esto no va a impedir, por supuesto, que se le acuse de no haber impedido la llegada del caos.

Los automovilistas que sufrieron el colapso en la AP-2 la tarde del domingo pagaron sin rechistar al llegar al peaje de Martorell. Hasta ahí, vale. Pero lo que pase de ahí, no.

Sin embargo, hoy habrá quienes exijan responsabilidades al Gobierno por las consecuencias de la gran nevada. Vivimos una cultura paradójica. Por un lado, toleramos mal que los poderes públicos se inmiscuyan en la vida de los ciudadanos mediante regulaciones, como las restricciones a la velocidad de circulación, el acceso a determinadas rutas, a zonas protegidas, etcétera, pero, al mismo tiempo, pedimos, y exigimos de esos mismos poderes que lo tengan todo siempre absolutamente controlado, incluso aquello que es tan difícilmente previsible como si una nevada va a alcanzar los 10 o los 30 centímetros de grosor.

Soportamos mal la incertidumbre y que los imprevistos modifiquen nuestras rutinas. Y en todo siempre buscamos culpables.

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