Arenys vota sobre la independencia
El pueblo se prepara para una consulta popular sobre la autodeterminación el próximo día 13 - La extrema derecha convoca una protesta en la misma fecha
Se podría decir que Arenys de Munt (Maresme) está en campaña electoral. Un par de pancartas salpican la Rambla de l'Eixample, una de las calles principales del municipio. Perquè tenim seny, independenSIa, juega la del partido político CUP, a la altura del Ayuntamiento. Meritxell la mira, sentada en el tranco. "Aquí siempre hemos sido muy catalanistas", reflexiona la mujer de 29 años. Pero admite que no ha acabado de enterarse del objetivo de la consulta que el pueblo celebrará el 13 de septiembre. "Si sale que sí, ¿seremos independientes?", pregunta. Al saber que se trata de una especie de referéndum no vinculante, se lleva una decepción: "¿Entonces para qué la hacemos?".
"La consulta cuenta porque puede producir un efecto dominó para otros pueblos y así nuestros parlamentarios se verán obligados e impelidos a hacer algo para que se pueda celebrar un referéndum real sobre la independencia de Cataluña", opina el alcalde, Carles Mora (Arenys de Munt, 2000). Todos los partidos políticos con representación municipal, a excepción del PSC, se han sumado a la iniciativa que presentó la asociación local Moviment Arenyenc per l'Autodeterminació. El objetivo es preguntar por primera vez a los habitantes de una población si quieren la independencia para Cataluña.
Ya sólo quedan dos semanas para la cita del 13 de septiembre, que incluirá grupo de música y paella popular. Desde el Consistorio se han enviado cartas a los ciudadanos animando a la participación y se prevé lanzar un mensaje radiofónico. El referéndum se ha convertido en el segundo culebrón del verano, tras el Estatuto. Y cada vez suma más actores.
Los primeros en llegar fueron los grupos de extrema derecha. Cuando el pleno del Ayuntamiento aprobó la celebración de la consulta, Falange Española de las JONS anunció una manifestación en contra de la consulta, el mismo día 13 en el municipio. Mora está tratando de frenar la protesta. El jueves de la semana pasada se reunió con el secretario de Interior, Joan Boada. Aunque aún no ha obtenido respuesta, Boada le prometió que se garantizaría la paz.
Los comercios, sin embargo, no lo tienen tan claro. Sin dar nombres, "para que no vengan aquí y nos lo revienten todo", la dueña de una cafetería dice que abrirá, pero pondrá "más personal, por si en algún momento hay que cerrar y salir corriendo". La dueña del bar Plaça dice literalmente que no quiere saber nada de lo que pasará el día 13, aunque no confirma si abrirá o cerrará.La dueña de otro establecimiento, justo al lado del ayuntamiento asegura que está "valorando mucho" cerrar. "Éste es el lugar propicio para que se peleen. Uno de una mesa dice una cosa; otro, otra, y ya la tenemos liada", explica.
La diferencia la marca Jonás, de 36 años. Abrirá su crepería el 13 de septiembre. "Haya o no haya problemas, yo no cierro", dice. Tampoco titubea al opinar sobre el referéndum. "La libertad no tiene nada que ver con la independencia", sentencia. No irá a votar, pero no cabe duda de cuál habría sido su opción.
Y después de los falangistas, ayer le llegó el turno a otro personaje nuevo: Ciutadans. Su presidente, Albert Rivera, pidió por escrito al consejero de Gobernación, Jordi Ausàs, y a la delegación de Gobierno que paren la celebración del referéndum. Si no obtiene respuesta, ha amenazado con presentar su escrito a la Fiscalía.
"Esto era algo muy local, que una pequeña entidad dirigía a sus asociados y a sus simpatizantes. Pero entre todos los estamos haciendo muy grande. Quizá deberíamos darles las gracias", ironiza Josep Manel Jiménez, portavoz de la comisión que organiza la consulta. "Hacemos algo tan simple como hacer una pregunta. Es algo democrático. Es curioso que la derecha española y españolista se dé la mano con la Falange", añade.
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