El polvo sobre el cristal
La transparencia se convirtió, durante la segunda mitad del siglo XX, en el ideal tardomoderno que empujaba a las tinieblas las supersticiones, los mitos, las tiranías y todo lo que de irracional arrastraban las arquitecturas de los estilos. La arquitectura vertical de vidrio y acero del rascacielos de cristal, que se identificó con la oficina corporativa americana, asociaba dos conceptos del mundo físico con dos bondades de la organización social: la transparencia, con el buen funcionamiento democrático, y la verticalidad, con el progreso tecnológico. Desde entonces, y durante cuarenta años, cientos de edificios con trabajadores de cuello blanco se protegían del exterior con muros-cortina producidos industrialmente y montados en serie a partir de la repetición de un módulo.
La posmodernidad rompió en mil pedazos la caja de cristal moderna y la recompuso más tarde pegando los trocitos
Pero Marcel Duchamp, Man Ray y Georges Bataille lo llenaron todo de polvo. Como señala Anthony Vidler en Dark Space: "El vidrio, en otro tiempo perfectamente transparente, se muestra ahora en toda su opacidad". La posmodernidad rompió en mil pedazos la caja de cristal moderna y la recompuso más tarde pegando los trocitos con un pegamento que llevaba polvo adherido e imágenes colgando.
Federico Soriano llama "el motivo" al diseño repetido por toda la fachada suave y curvilínea del edificio Plaza Bizkaia. No es un fractal, no es una imagen abstracta, es un objeto cotidiano. Le insisto para conseguir saber si es la reproducción de un encaje o de un bordado, pero no obtengo confirmación. Es el detalle de una fotografía de la portada de un cuaderno que circulaba por su estudio, sin más. La imagen, adherida mediante técnica serigráfica, se transfiere al vidrio por medio de tinta de color blanco.
El edificio Plaza Bizkaia, recientemente puesto en uso, es una tilde, un objetivo parcial conseguido en el proceso de concentración de las sedes administrativas del Gobierno Vasco, que arranca en 1990. Para ello, se funden en un único inmueble varias sociedades públicas, relacionadas con el aprovechamiento energético, la gestión ambiental, la promoción industrial, la gestión de suelo industrial, que hasta entonces estaban dispersas por la ciudad o han sido creadas ex novo como la Agencia Vasca de Turismo.
Proyectado por Federico Soriano y Asociados está en diálogo permanente con el edificio Alhóndiga Bilbao; un equipamiento controvertido, que ha mantenido viva, durante los últimos veinte años, la polémica municipal sobre el almacén de vinos concebido por Ricardo Bastida en 1909.
Esta zona de Bilbao va a conver
tirse en los próximos cuatro años en el motor administrativo del ensanche. Este Cuadrado de Oro, Urrezko Karratua, formado por los ejes de alameda Recalde y alameda Urquijo, va a contener, en cuatro manzanas, el edificio Plaza Bizkaia, la nueva Sede de Osakidetza (Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco) en Bizkaia, el Centro de Formación de la Cámara de Comercio, 1980-1982, las futuras 120 viviendas de Jean Nouvel y el programa de ocio, cultura y deporte que Philippe Starck está encajando dentro de los cuatro muros que aún quedan del contenedor primitivo de la Alhóndiga.
La nueva Sede de Osakidetza en Bizkaia está todavía en construcción y se terminará a lo largo de este año. Ha sido proyectada por la oficina de Coll-Barreu Arquitectos. El edificio de Osakidetza es también, como el de Plaza Bizkaia, una operación inmobiliaria de la Administración pensada para reducir gastos y concentrar esfuerzos. El ejecutivo vasco se deshace de las sedes actuales dispersas y toma posiciones en unos nuevos solares con un alto valor de tasación, dando al mismo tiempo la imagen de una Administración renovada y que apuesta por la arquitectura como valor de representación.
Benoît Mandelbrot escribió: "... Las nubes no son esferas, las montañas no son conos, el perímetro de la costa no son círculos y la corteza no es suave...". Los fractales no son suaves, son rugosos y pinchan, como la fachada de vidrio del edificio de Osakidetza, que ha sido diseñada de manera facetada, quebrada, arrugada, para que sus planos inclinados reflejen la multiplicidad de la vida urbana.
Juan Coll ha manifestado que "la sanidad pública es la acción democrática en beneficio de la vida y, por tanto, es movimiento, actividad y vitalismo". El discurso de Coll es entusiasta y fervoroso, el mismo que se enseña en la Escuela de Navarra donde él estudió y de la que sigue siendo profesor. "Es un edificio de aspecto saludable, musculado. Es un edificio democrático, transparente, amable, e informativo". Coll confía todavía en el papel del arquitecto, y así lo demuestra incluyendo el plural de esta palabra en el nombre de su firma. En su fachada de vidrio, la geometría fractal es el ente necesario que da sentido al proyecto, la representación abstracta e ideal del mundo. "La geometría descriptiva es la matemática del arquitecto. Permite que la arquitectura posea toda la libertad, porque proporciona el conocimiento de la topografía y del espacio".
Federico Soriano, en cambio,
rezuma escepticismo y resignación; condiciones del carácter impuestas por la brega diaria y los codazos de la lucha por el encargo que se vive en Madrid, ciudad en la que ha estudiado, vive y trabaja. Soriano tiene asumido su papel y habla del arquitecto como un instrumento, como una pieza pragmática más del engranaje productivo. En el caso del edificio Plaza Bizkaia, el cliente, el Departamento de Hacienda, quería que el arquitecto resolviese básicamente la fachada y la estructura, que son sus puntos fuertes y donde tiene más credibilidad. El usuario final se desconocía y ha sido sólo hace unos meses cuando se ha concretado el nombre y se ha asignado espacio a las sociedades e instituciones que ocupan cada una de las plantas. Soriano y sus asociados, entre los que destaca la labor de Dolores Palacios, no han elegido la pureza abstracta de la geometría para componer su fachada ondulada, sino el retranqueo de la sección que evita el soleamiento. El elemento base, la imagen repetida es algo casual, casi sin importancia, un objet trouvé, que no tiene carácter trascendente, sino contingente.
Dos edificios de cristal ensuciados por el polvo de la posmodernidad, que mantienen posturas sutilmente diferentes y que son, a su vez, el reflejo del recorrido cultural y vital de cada uno de sus autores.
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