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Entrevista:Joe Henry | MÚSICA | Entrevista

"Mis nuevos personajes también buscan redención"

Solía considerar mis discos y mis producciones tareas diferentes. Ahora ya no. Soy Joe Henry, el artista, y mi objetivo es siempre el mismo: que de los altavoces salga algo significativo, al margen de quien ponga la voz o las canciones". Lo que parece una declaración grandilocuente al otro lado del teléfono, en boca de Joe Henry (Charlotte, 1960) suena a naturalidad y cercanía. Eso no quita para que su búsqueda de la excelencia le haya convertido en cantautor de culto y en uno de los productores de la década, capaz de hacerse cargo de principiantes (Teddy Thompson), acoger a francotiradores (Ani DiFranco, Aimee Mann) o resucitar a glorias de la música negra (Solomon Burke, Bettye LaVette, Allen Toussaint).

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Henry estrena álbum propio, Blood from stars, el undécimo tras cinco lustros de carrera. Y como ocurre con casi toda su obra, un crisol mutante de estilos, no ofrece fácil definición: "Creo que el disco resulta menos intelectual que el anterior, Civilians. Éste es más eléctrico emocionalmente, casi como agarrar el cable de la luz". Más claro aparece el punto de partida: "Adopté la estructura del blues para escribir, aunque la música no está interpretada como tal. No era ésa mi intención, sino aprovechar la fuerza de un verso que se repite y encuentra respuesta, como en el blues".

Dicha idea se fraguó mientras Joe producía el último disco de una leyenda del folk estadounidense: Ramblin' Jack Elliott. "Le convencí para que grabara temas de country-blues de los años treinta, porque la nueva depresión mundial les ha devuelto relevancia". Y las lecturas de Henry jugaron también su rol: "La generación beat se relaciona profundamente con tonalidades del blues y del jazz. Igual ocurre con Langton Hughes y otros poetas norteamericanos, incluso anteriores como E. E. Cummings. Éste coloca sexo, amor, muerte y Dios en un mismo plano: mis nuevos personajes también buscan redención, pero no necesariamente religiosa".

Blood from stars no va a borrar, por tanto, la etiqueta de Henry como cantautor literario: "Sé que lo soy, aunque no exclusivamente. Me excita sentirme dirigido por las palabras, pero la música no debe representar un mero apoyo. De hecho, en este disco he buscado que a veces desbordara los textos". Y para ello, nada como la improvisación: "Siempre la fomento, y aquí más que en el disco previo, en donde las canciones pedían más austeridad. La clave radica en escoger músicos adecuados".

Henry acostumbra a rodearse de instrumentistas excelsos, próximos al jazz. Si Bill Frisell era el guitarrista en Civilians, Marc Ribot se encarga ahora de las seis cuerdas. El piano queda en manos de Jason Moran, al que Joe compara con otro virtuoso, Brad Mehldau, antiguo colaborador: "Ambos poseen vocabularios increíbles y vocación experimental. Jason, en función de musicalidad; y Brad, a nivel armónico".

La dicotomía entre letra y música cambió para el cantautor estadounidense el día que su mujer, hermana de Madonna, se empeñó en mandar una maqueta de un tema de Joe a la Ambición Rubia. Lo que era un tango, Stop, publicado luego por Henry en 2001, se convirtió con un nuevo enfoque musical en Don't tell me, segundo sencillo del álbum Music (2000) de la Ciccone. Ella vendió 4,5 millones de singles. Y él se cayó del guindo: "Buena parte de los que conocían ambas versiones no reparó en que la letra era la misma. El oyente responde más ante un ritmo, y por mucho que trabajes los textos, hay un montón de gente que no los escucha".

Joe, autor de varios scores, recurre al símil cinematográfico: "Un álbum debe ser como una película, tener un tono, una atmósfera, pese a que siempre surja el ejecutivo que diga: 'Necesitas incluir otra canción animada'. A mí ya no me lo piden".

La identidad geográfica de Henry se antoja peliaguda: "Viví en Detroit, pasé muchos años en Nueva York y ahora llevo otros tantos en Los Ángeles, pero nací en el sur de Estados Unidos, en Carolina del Norte, como Thelonious Monk o John Coltrane, y aunque intenté ignorar mi identidad sureña, es algo de lo que no te puedes divorciar". ¿Y de la hiperactividad? "Sufrí insomnio; aún hoy, cuando me vuelco en componer o producir, mi sueño se resiente, pero no puedo quejarme: continúo tomando varios cafés dobles al día".

Blood from stars está editado por Anti / Pias.

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