"Parte de mi obra va en contra de la idea del infierno"
A sus 88 años León Ferrari (Buenos Aires, 1920) mantiene las firmes convicciones que le han llevado a ser uno de los artistas más polémicos de América Latina. El MOMA de Nueva York inauguró la pasada semana una exposición antológica en la que se pueden ver algunas de sus obras más significativas junto a piezas de otra de las artistas más destacadas de la segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica, la brasileña Mira Schendel. La obsesión de Ferrari por atacar a la Iglesia católica desde todos los ángulos no ha menguado con los años y en la última década dos exposiciones suyas en Buenos Aires se convirtieron en grandes escándalos por incluir piezas en las que se cuestionaban los valores del catolicismo.
Pese a las amenazas de todo tipo que tuvo que soportar, Ferrari apunta -en esta entrevista, realizada en Buenos Aires- que seguirá denunciando a los que considera grandes responsables de muchos de los desastres que han sucedido en el mundo. Su trayectoria es la de un artista autodidacta que ha dedicado buena parte de su vida a hacer visibles a través de sus obras las funestas consecuencias de la dictadura, la intolerancia y la guerra. El reconocimiento alcanzado con el premio en la última Bienal de Venecia en 2007 le ha dado la visibilidad internacional que le faltaba a un artista que alterna piezas sin aparente contenido conceptual con otras de evidente carga política, social y religiosa.
PREGUNTA. ¿Qué tipo de obras va a presentar en la exposición del MOMA?
RESPUESTA. Habrá piezas muy diversas, desde cerámicas que realicé en Roma a mediados de los años cincuenta y que suponen mi primera incursión en el mundo del arte hasta obras con poliuretano que he concebido hace poco tiempo. También podrán verse muchos dibujos, esculturas de alambre y una reproducción del Juicio Final de Miguel Ángel con excrementos de pájaros por encima. Más que una retrospectiva es una exposición antológica. Conocí a Mira Schendel cuando viví en Brasil y coincidimos en una exposición donde la idea era elevar las fotocopias a la categoría de grabados. Allí los artistas intercambiábamos nuestros trabajos y tengo una colección completa de aquella época con algunas obras de ella.
P. Su trayectoria siempre ha sido polémica y en los últimos años dos exposiciones suyas han terminado en escándalo. ¿De dónde viene su obsesión por atacar a la religión católica?
R. Soy un crítico de esa religión porque considero que la idea de que hay que castigar al que piensa distinto es la más grande de las intolerancias. La idea del infierno se ha convertido en real para miles de millones de personas que piensan que aquel que no piensa de una manera determinada será castigado. Creo que esa intolerancia es el origen de una gran cantidad de conflictos y exterminios que se han llevado a cabo en Occidente. Por ejemplo, aquí en América cuando vinieron los españoles creían que los aborígenes no tenían alma y por eso los mataban sin contemplaciones. Algo similar ocurrió con los esclavos en África, con las brujas, con los homosexuales. El problema es que toda nuestra cultura está impregnada de esta religión y de su intolerancia. Gran parte de mi obra va en contra de esta idea del infierno difundida por la religión católica.
P. Esto le ha llevado a tener que soportar duras críticas y ataques en su propio país.
R. Sí, en la muestra que presenté en el año 2000 en el Centro Cultural de España llegaron a tirar una granada con gases lacrimógenos en el interior y la gente tuvo que salir huyendo. Allí lo que hacía era crear nuevos infiernos donde los protagonistas eran los santos en lugar de la gente común. En la exposición que abrí en el Centro Cultural Recoleta en 2004 -también en Buenos Aires- había todo tipo de obras porque era una retrospectiva pero la Iglesia también se sintió atacada y el cardenal Bergoglio llegó a condenarme. De todas formas la polémica sirvió para que mucha gente viniese a ver la muestra, aunque hubo que cerrarla antes de lo previsto debido a las amenazas, porque no quería cargar con la responsabilidad de que sucediese algo malo a la gente que fue a visitarla. Creo que la exposición sirvió para que muchas personas se diesen cuenta de algunas cosas porque hay pocos que se metan con la religión. Hace poco salió una encuesta que decía que un gran porcentaje de la población se cree cosas como lo que ha dicho ahora el Papa sobre los preservativos y el sida.
P. Su toma de posición tan clara no es frecuente en el arte contemporáneo.
R. Aquí en Argentina hay algunos grupos de artistas que sí han teñido sus acciones de componente político como el grupo Etcétera, pero en los últimos años parece que están más callados. Siempre he tenido contacto con artistas jóvenes como los de este grupo. De todas formas creo que los políticos no se ocupan mucho del mundo del arte, aunque el Gobierno actual en Argentina tiene interés por estas cuestiones y se han programado algunas exposiciones importantes.
P. Usted nunca mostró un gran interés por el mercado, sin embargo ahora parece que los artistas sólo valen lo que pagan por sus obras en las subastas.
R. Creo que lo que sucede es que el arte está muy vinculado a los medios de comunicación y a éstos les atraen las cosas extrañas. Por eso despiertan tanta atención fenómenos como la venta por miles de millones de ese tiburón metido en una urna. Siempre he trabajado de forma independiente del mercado y por eso aconsejo a los artistas jóvenes que traten de ganarse la vida de otra forma y que se dediquen al arte sin tener en cuenta el mercado. Yo lo hice durante años y ahora veo que algunas de mis obras son reconocidas.
P. ¿Qué le inspira ahora para seguir trabajando?
R. Por una parte me inspira la realidad y por otra la religión. Sigo haciendo infiernos con los santos y también trabajo en un proyecto para convertir un inmueble que poseo en Buenos Aires en un pequeño museo donde pueda verse parte de mi obra y la de mi padre, Augusto C. Ferrari. Veo esperanza en personas como Obama que ha sido capaz de hablar de las personas que no tienen creencias en un país como Estados Unidos donde la religión tiene tanta fuerza.
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Tangled Alphabets: León Ferrari and Mira Schendel. Museum of Modern Art (MOMA). Nueva York. Hasta el 15 de junio
Autodidacto y provocador
La trayectoria artística de León Ferrari es inseparable de una vida itinerante y sometida a diversos avatares. Vivió unos años en Italia, país al que viajó por los problemas de salud de una de sus hijas y allí hizo sus primeras piezas artísticas en cerámica. Posteriormente, en Buenos Aires experimenta con otros materiales escultóricos como el yeso o el alambre y también se dedica al dibujo. A principios de los años sesenta conoció a Rafael Alberti, con quien editó el libro Escrito en el aire, que incluye poemas del gaditano y dibujos del artista argentino.
En 1976 abandona Argentina con rumbo a Brasil para escapar de la dictadura implantada en su país. Uno de sus hijos no le acompaña y acaba por formar parte de la larga lista de desaparecidos. Durante su estancia en Brasil, Ferrari explora nuevos territorios artísticos y apuesta por crear un nuevo alfabeto y vocabulario formado por imágenes. De esta época son también los collages en los que mezcla la iconografía católica con el erotismo oriental. El restablecimiento de la democracia en Argentina le lleva de nuevo a Buenos Aires, donde sigue residiendo en la actualidad.
La muestra del MOMA reúne obras representativas de la trayectoria de Ferrari y de Mira Schendel que compartieron el interés por la vertiente artística del lenguaje. La exposición titulada Tangled Alphabets comienza con obras que examinan la línea, la forma y las texturas y continúa con una selección de trabajos sobre papel en las que ambos artistas utilizan frases o palabras sueltas. No podía faltar un espacio para las obras de protesta política y religiosa y un final con los cuadros de gran formato pintados por Schendel en sus últimos años y por las recientes esculturas colgantes en poliuretano que viene realizando Ferrari. J. L. Estévez -
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