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Columna
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Reforma pendiente

¿Por qué resulta más fácil o, por lo menos, no tan difícil hacer la reforma de RTVE que hacer la reforma de las radiotelevisiones públicas de las comunidades autónomas? ¿Cuál es la razón por la que en el Estado se ha podido tomar la decisión primero de conseguir que la radiotelevisión pública fuera razonablemente neutral y que se pudiera poner en práctica un plan de saneamiento financiero en la primera mitad de la legislatura y se ha conseguido después pactar entre el Gobierno y la oposición el órgano de dirección de la misma? ¿Cuál es la razón por la que en todas las comunidades autónomas que disponen de radiotelevisión de titularidad pública ello no ha sido posible hasta la fecha? Singularmente, ¿por qué no ha sido posible alcanzar un acuerdo en Andalucía? Y no me refiero exclusivamente a por qué no ha sido posible alcanzar el acuerdo que se ha propuesto por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía en los últimos meses del año pasado, sino a por qué no ha sido posible llegar a un acuerdo hace ya mucho tiempo, porque la insatisfacción con el estado de la radiotelevisión de titularidad pública no es algo reciente, sino que viene de lejos y de la necesidad de llegar a un acuerdo se lleva hablando desde hace muchos años.

El ejemplo de lo que ha ocurrido con RTVA desde que José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en presidente del Gobierno debería hacer reflexionar a todos los Gobierno de las comunidades autónomas en general y al andaluz en particular. Porque en el Estado lo que se ha hecho es reformar RTVE antes de llegar al acuerdo con la oposición. No se ha esperado a llegar al acuerdo para reformarla, sino que primero se ha reformado y, después, esto es, una vez dadas garantías de que realmente se quería una televisión pública y no una televisión al servicio del Gobierno, se ha conseguido el acuerdo.

Es verdad, que el estado en que se encontró el presidente del Gobierno RTVE no es, ni de lejos, el estado en que se encuentra RTVA. Aquí no ha habido nunca un Urdaci, ni se ha llegado jamás al grado de sectarismo al que se llegó en RTVE. La opinión de que todas las radiotelevisiones públicas son iguales no puede ser aceptada. El mismo marco jurídico puede ser interpretado de manera muy diferente y de hecho así ha ocurrido. Bajo la dirección de Carmen Cafarel se ha conseguido una RTVE que no solamente contrastaba de manera inequívoca con la de los ocho años anteriores, sino también con la que habíamos tenido desde siempre.

Pero el que la situación en que se encuentra RTVA no sea comparable a aquella en la que se encontraba RTVE, no quiere decir en modo alguno que sea satisfactoria. Una radiotelevisión de titularidad pública tiene que tener autonomía y tiene que parecer además que la tiene. Mientras los ciudadanos no perciban que es así, el servicio público se estará prestando de manera deficiente.

Para ello es necesario que se alcance un acuerdo, pero mientras se alcanza o no, el Gobierno debería de hacer un esfuerzo para que desapareciera la impresión de que el servicio se presta de manera parcial. En los dos primeros años de la presente legislatura el Gobierno de la nación ha sabido como hacerlo con RTVE. Algo similar debería pensarse en ir haciendo en Andalucía, independientemente de que sea posible llegar o no por el momento a algún acuerdo con el PP. La ausencia de acuerdo no puede ser una coartada para no empezar a hacer en RTVA lo que se tenga que hacer, para hacer lo que el Gobierno de la nación ha hecho en RTVE.

Cambios como estos son los que acaban dando solidez a una cultura democrática y los que conducen a que aumente el depósito de confianza de los ciudadanos en las instituciones y en las personas que las ocupan. La asignatura de los medios de comunicación de titularidad pública la llevamos suspendiendo durante muchas convocatorias. Habría que ir pensando en serio en que dejara de ser una asignatura pendiente. En el Estado se ha conseguido. ¿Por qué no en Andalucía?

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