Enciso, el caudillo de la república de los plásticos
El alcalde de El Ejido ejerce el populismo autoritario
Juan Enciso Ruiz, un empresario agrícola de 60 años, tan tosco como astuto, ha pasado casi una tercera parte de su vida como alcalde de El Ejido (Almería), la ciudad-invernadero que convirtió en su razón de ser y en origen de su fortaleza política. Su controvertida carrera como regidor, que inició en 1991 de la mano del PP, partido del que se marchó en 2005 para fundar la formación personalista Partido de Almería (PAL), quedó suspendida -nadie se atreve aún a darla por acabada- el pasado viernes. Esa noche, tras cinco horas de interrogatorio, la juez Montserrat Peña le envió a la prisión de El Acebuche acusado de encabezar una trama que supuestamente malversó 150 millones de euros de las arcas municipales durante al menos seis años.
"Enciso montó de la nada sedes para el PAL en todos los pueblos de Almería"
Pese a haber ido a la cárcel, nadie se atreve a dar por acabada su carrera
La operación Poniente, coordinada por la Fiscalía Anticorrupción, se inició el pasado martes con el arresto de Enciso y de otras 19 personas, entre ellas el interventor municipal, José Alemán, y el empresario sevillano José Amate. Al final, la operación se ha saldado con ocho órdenes de prisión, la última, la del empresario Juan Antonio Galán. Las detenciones apenas supusieron una sorpresa para los ejidenses, muchos de los cuales recurren a una frase habitual en las localidades afectadas por la corrupción: "Esto se veía venir".
Pese a su talante autoritario y en ocasiones volcánico, Juan El Chato, hijo de una de las familias más antiguas de El Ejido, ha sabido cultivarse una imagen de hombre del pueblo. "Yo he visto cómo hace esperar a gente importante mientras atiende a una viuda en su despacho", asegura la madre Carmen, una religiosa que lleva un proyecto de cooperación con la localidad nicaragüense de San José de los Remates, hermanada con El Ejido. "Levantó el pueblo con empuje y buena voluntad, y no le importó enfrentarse a Aznar, a Javier Arenas o a quien hiciera falta. Para él, el pueblo está por encima de todo", afirma la religiosa.
Ese carácter populista casa muy bien con la mentalidad de sus vecinos, agricultores acostumbrados a ganarse la vida con sus propios medios y con un finísimo olfato para los negocios. La gente del campo le ha otorgado una mayoría absoluta tras otra.
El poder emprendedor de los agricultores ha hecho que El Ejido haya pasado de 41.000 a 80.000 habitantes en apenas dos décadas. Muchos vecinos se han enriquecido gracias al océano de plástico que cubre el municipio desde el mar hasta la falda de la Sierra de Gádor y que en 2008 facturó frutas y hortalizas por valor de 924 millones de euros. Sin embargo, esa rápida, que no fácil, prosperidad, que se visualiza con la presencia de una oficina bancaria por cada mil habitantes, ha acarreado no pocos problemas. Los invernaderos han atraído a más de 25.000 inmigrantes, muchos de los cuales perciben salarios de apenas dos euros la hora y malviven en chabolas en medio del laberinto de invernaderos y alejados del núcleo principal de El Ejido.
Hasta febrero de 2000 apenas había referencias de Enciso en los medios de comunicación. De él apenas se había publicado que en 1994 impidió que aterrizara en el pueblo el helicóptero del entonces ministro socialista de Agricultura, Vicente Albero, o que en 1997 tachó de "incidente aislado" la paliza que recibieron dos inmigrantes. Sin embargo, ese mes de febrero de 2000, El Ejido y Enciso se convirtieron en la vergüenza de España en todo el mundo, cuando la ciudad fue escenario de una ola de violencia racista, ocurrida después del asesinato de dos agricultores y una mujer a manos de inmigrantes marroquíes. En aquellos tres días de furia, en los que grupos de vecinos autóctonos atacaron a todo cuanto sonara a extranjero, especialmente a magrebí, se hizo célebre una frase del alcalde: "A las ocho de la mañana todos los inmigrantes son pocos, a las ocho de la tarde, sobran todos". Este discurso duro del "nosotros" contra "el otro" tuvo éxito: en las elecciones generales de marzo de 2000, el PP, partido de Enciso obtuvo un 63% de los votos en El Ejido.
Los repetidos éxitos electorales hicieron que Enciso, junto a su mano derecha, José Añez, intentara el asalto al PP provincial. La crisis acabó con la salida del regidor de las filas populares cinco minutos antes de su expulsión. Enciso fundó el Partido de Almería, una especie de GIL de los invernaderos, y siguió arrasando. Eran los años en los que el Ayuntamiento de El Ejido traía a tocar a los Rolling Stones y la construcción marchaba casi al mismo ritmo que la agricultura. "Las campañas electorales del PAL eran alucinantes, mientras los otros partidos regalaban rosas o insignias como mucho, Enciso montó de la nada sedes en todos los pueblos y sus azafatas repartían sombreros, camisetas, de todo. Además, los afiliados del PAL nunca pagaban cuota", afirma un representante vecinal que no quiere dar su nombre.
También eran los años de las bodas de lujo de miembros de la trama, como el eterno interventor accidental, José Alemán. Su enlace con Isabel Carrasco, funcionaria municipal, se celebró en el hotel Ritz de Madrid a 400 euros el cubierto y con vuelo incluido para los invitados, según varias fuentes que asistieron a la ceremonia. Alemán, en funciones desde hace más de 20 años, es considerado por todos como el cerebro de la trama.
¿De dónde salía tanta riqueza? La Operación Poniente parece estar despejando las dudas. La empresa Elsur, encargada de los servicios básicos municipales, y participada en un 30% por el Ayuntamiento y en un 70% por Agua y Gestión, filial de Abengoa, subcontrataba obras a socios de Enciso. Las facturas que presentaban estos socios, entre ellos el propio ex director de Elsur, José Amate, iban infladas hasta el ridículo. Ya es famosa la baldosa de la Plaza Mayor cuya reparación costó 2.100 euros o la compra de una máquina quitanieves en una ciudad que ve nevar una vez cada 50 años y que ahora supuestamente descansa en una finca de Enciso en la Alpujarra. La plusvalía por las facturas falsas supuestamente acababa en los bolsillos de los imputados. Mientras tanto, el Ayuntamiento subía a los vecinos las tasas municipales.
Las irregularidades que han dado pie a la investigación judicial, que continúa abierta, se denunciaron en un anónimo dirigido a la Inspección de Hacienda y en dos denuncias de Izquierda Unida y del Partido Popular en febrero de 2007. En esas denuncias también se relata cómo Enciso utiliza el Ayuntamiento para reclasificar urbanísticamente fincas de su propiedad. Estas irregularidades, conocidas entonces, no impidieron que el PSOE pactara con él para poder gobernar la Diputación almeriense. Ahora tanto los socialistas, como el PP, partido que lo tuvo de alcalde 16 años y medio, hacen como que no lo conocen.
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