Distinto nombre, igual trabajo, distinto salario
Ejemplos actuales de discriminación salarial por razón de sexo
La Agencia Tributaria informaba ayer de que los hombres en España ganan de media más que las mujeres. La información estadística procedente del informe Mercado de trabajo y pensiones 2006, elaborada por la Agencia Tributaria (AEAT), revelaba que el salario medio de los hombres (16.194 euros anuales) superó en 2006 en 5.426 euros al de las mujeres (10.768 euros) en Andalucía. Una tendencia similar a la registrada a nivel nacional, donde los hombres cobraron una media de 19.314 euros el año pasado, frente a los 13.497 euros percibidos por las mujeres.
Aclaraba ese informe que no comparaba trabajos a salarios, simplemente era una media aritmética de los sueldos declarados en el IRPF.
Sin embargo, lo que no revelaba ese informe estadístico es que aún persisten desigualdades de salarios en función del género tanto en el sector privado como en el de la administración pública. En ambos casos, la discriminación salarial tiene parámetros parecidos. En ambos sectores, la casuística determina que el trabajo de la mujer y del hombre es el mismo, pero al puesto de trabajo se le denomina de manera diferente si el que lo va a desempeñar es un hombre o una mujer. Y como resultado de ello, la nómina a fin de mes también es diferente. Distinto nombre, igual trabajo pero distinta paga o salario.
Aunque en los últimos años los convenios colectivos y las sentencias judiciales han puesto en justa equiparación los salarios masculinos y los femeninos por el mismo desempeño laboral, aún quedan, tanto en el sector privado e incluso en la administración pública casos de discriminación por razón de género.
Es el caso de la extinguida Escala de Agentes de Economía Doméstica de Extensión Agraria, un colectivo a punto de extinguirse que nació equiparado al de los hombres, curiosamente en época no democrática, y que sin embargo en Andalucía hoy persiste con un nivel de reconocimiento profesional y salarial inferior al de los hombres.
En el campo privado también quedan ejemplos. El caso de las envasadoras y manipuladoras de frutas, flores y hortalizas, cuyo salario es inferior al de los hombres que comparten tarea en el interior de las naves de envasado.
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