Desmesura
Si había alguna duda sobre el camino de la desmesura y la exageración por el que parece que ha optado, definitivamente, Javier Arenas, ha quedado totalmente disipada después de leer declaraciones suyas, ayer en EL PAÍS, autodefiniéndose como "la bestia negra" de Manuel Chaves. Sí, lo dice sin recatarse lo más mínimo, con la boca llena, a pesar de que ha fracasado, nada menos, que en tres elecciones aquí en Andalucía. Más bien, sería al contrario, debería ser el propio dirigente del PP quien llegara a la conclusión de que su verdadera "bestia negra" es el propio Chaves el mismo que, sistemáticamente, le viene cerrando el paso en su proyecto andaluz. Tal vez, su predilección por lo estrambótico obedezca precisamente a eso, a su desesperación por no conseguir los objetivos que se había planteado. Con lo bueno que es, pensará para sí, con la facilidad dialéctica de la que está dotado, con lo bien que se ha reconocido en España su labor en favor al diálogo y la concertación social, con lo brillante estratega que es, efectivamente, no entiende cómo tiene que estar perdiendo el tiempo aquí, zafándose de los duros ataques que le propinan desde el banco socialista, incluido el propio Chaves, que a lo que se ve, no se amilana ante la agresividad que muestran los populares.
Él, que como Fraga, parece tener el Estado en la cabeza, tiene que perder el tiempo en interminables sesiones en el Parlamento andaluz, mientras la discusión política nacional se ventila en otros sitios. Esas reflexiones le asaltaran, sin duda, en la Cámara, en la que está de vuelta, demasiado de vuelta, se diría si se siguen con atención sus gestos y su comportamiento en el escaño, una actitud, en fin, que denota una clara desesperación, cada vez más creciente. No es de extrañar, por tanto, que se aferre a ese desproporcionado análisis que hace de la realidad ya que el no reconocimiento de su verdadera situación, le ha permitido mantenerse como máximo dirigente de su partido, sin asumir, por tanto, ninguna responsabilidad sobre los fracasos obtenidos hasta ahora. Todo un milagro de la política que se mantendrá intacto, al menos, hasta los próximos comicios autonómicos. De ahí su tendencia a recurrir a un lenguaje cada más radical, con el empleo de palabras de grueso calibre que le ponen en evidencia así como la forma como lo dice restándole así toda credibilidad a su mensaje.
De esta forma, apunta a todo lo que se mueve, incluso, al noble gesto de la presidenta del Parlamento, Fuensanta Coves, de convocar, esta semana, la Mesa de la Cámara en busca de una solución al problema surgido con las ausencias forzosas por maternidad de las diputadas. Todo es poco para alguien al que, también, se le agota el tiempo, una premura, en fin, que ya no puede disimular más.
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