Jacobo Morcillo, letrista de anuncios publicitarios y de 'Mi vaca lechera'
La madrugada del pasado martes, 12 de octubre, fallecía en el hospital de Torrelodones (Madrid) Jacobo Morcillo Uceda, un antiguo comisario franquista que supo compaginar esa labor con una capacidad asombrosa para componer hilarantes letras musicales. Morcillo, que el próximo 12 de diciembre habría cumplido 87 años, llegó a registrar un total de 282 obras de los más variados géneros, desde copla española a anuncios publicitarios, canciones infantiles y la celebérrima Mi vaca lechera.
La guerra sorprendió a Morcillo en Madrid con 19 años. Su padre, enrolado en las filas nacionales, fue descubierto por las tropas republicanas y optó por clavarse él mismo un cuchillo en el corazón. Tras quedar huérfano, el joven Jacobo accedió a infiltrarse como espía entre las filas anarquistas, sufrió cautiverio en la cárcel de Alcalá de Henares y se afilió a la División Azul con el general Muñoz Grandes. Al regreso de Rusia, el régimen premió su hoja de servicios concediéndole la jefatura de la comisaría del madrileño distrito de Retiro.
Sin embargo, el aguerrido funcionario franquista escondía una vena artística que le reportaría importantes satisfacciones, aunque a menudo prefirió firmar las obras con seudónimo para evitar interferencias con su labor como comisario. Su hija María Jesús relata que en el año 1946, en el transcurso de un viaje nocturno en tren a Galicia, Jacobo vio un hermoso ejemplar vacuno por la ventanilla, sintió la llamada de la inspiración y escribió en su bloc de notas: "Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera. Me da leche merengada, ¡ay!, qué vaca más salada". A su regreso a Madrid, Morcillo localizó en el club J'Ai de la Gran Vía al maestro Fernando García Morcillo -fallecido el 10 de diciembre de 2002 y con el que no le unía parentesco familiar- y le insistió en que pusiera música a aquella letra disparatada. García Morcillo, acaso temeroso del rango policial del solicitante, accedió a componer una melodía y estrenó Mi vaca lechera ante un reducido grupo de camareros y actores del local. El éxito fue tal que la orquesta tuvo que repetir la nueva composición hasta las cuatro de la madrugada.
Mi vaca lechera ha conocido docenas de versiones y forma parte del repertorio infantil más clásico entre los niños franceses. El tándem Morcillo / García Morcillo repetiría éxito dos décadas más tarde con María Dolores, una copla que popularizaron Los Panchos y hasta la cantante neoyorquina Joan Báez.
Jacobo seguiría dando rienda suelta a su creatividad de los modos más insospechados. Durante los años cuarenta escribió cuentos y relatos por entregas en la prensa de la época bajo el apodo de El Cautivo Jacmor, en referencia a la primera sílaba de su nombre y apellido. Más tarde registró el seudónimo de Néstor Junco y demostró una inusitada habilidad para las canciones publicitarias. Suyas fueron las letras de las melodías que promocionaban marcas como La Casera, AEG, Brandy 103, Cafés La Estrella, Kelvinator, Cristasol, Duralex, Fagor, Torrefacto El Cafeto, Philips, Flan Royal o Galletas Toast, y de su imaginación también salieron lemas publicitarios tan célebres como "Esta noche, ¿qué? Esta noche, Flex" o "Se ve la naranja. Sabe a naranja. Es Schweppes de naranja".
Ya a finales de los cincuenta, y sin dejar nunca sus obligaciones para con el Cuerpo Nacional de Policía, Jacobo Morcillo empezó a trabajar junto a Augusto Algueró en editoriales musicales como Canciones del Mundo, donde un muchacho después llamado Raphael les servía de botones y canturreaba cuantas órdenes recibía ("Voy a comprar tabacooo"). Morcillo también coincidió con el ginecólogo Julio Iglesias Puga en la peña Los Sementales a la que ambos pertenecían y supo de la afición de su hijo por la música. A Jacobo le gustó su voz y se convirtió en su primer representante. En agradecimiento, Julio Iglesias le cantó en el hospital La vida sigue igual a la mujer de Morcillo, Concepción Massegur, el mismo día en que había nacido el tercer hijo de la pareja, Jacobo Morcillo Massegur.
En sus últimos años de servicio policial, Jacobo Morcillo se especializó en la lucha contra la piratería de casetes musicales y, tras jubilarse, recibió un Disco de Oro honorífico por parte de la industria discográfica española. "Fue un hombre bueno, generoso y con un sentido del humor completamente transgresor para su tiempo", resumía su hija María Jesús, que también ha terminado trabajando en el mundo de la publicidad.-
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