Diego Lara, diseñador
El día 24 fue hallado en su domicilio madrileño el cuerpo sin vida del diseñador Diego Lara, fallecido por un paro cardiaco debido a una insuficiencia respiratoria. Diego Lara nació en Madrid el año 1946 y, desde los años sesenta hasta la actualidad, no sólo fue uno de los más sobresalientes diseñadores gráficos de nuestro país, sino una de esas personalidades claves que, desde la sombra, más han contribuido al desarrollo de las mejores iniciativas culturales de vanguardia. Comenzó a trabajar en el diseño industrial, para dedicarse pronto al diseño gráfico, fruto del cual fueron las imágenes de la editorial Nostromo, cuyas portadas diseñó hasta la desaparición de la misma, así como su intervención en el diseño del prototipo de las colecciones de otras editoriales (Cátedra) o de catálogos (Fundación Juan March).En 1978, junto a Gonzalo Armero, creó la bellísima revista Poesía. Por otra parte, durante esta última etapa, en la que han proliferado las exposiciones de arte en nuestro país, Diego Lara no sólo diseñó los mejores catálogos, algunos de una calidad memorable (Francis Picabia, Juan Gris, etcétera), sino que creó escuela, de tal manera que se puede decir que hay un antes y un después del estilo de hacer catálogos de Diego Lara. En esta misma línea, fue también el creador de la imagen original de Arco y verdadero factótum de la revista Buades.
Aunque Diego Lara era conocido por su actividad como diseñador gráfico, sus amigos sabíamos de su versatilidad creadora, que le llevaba a componer poesía y a pintar, actividades ambas en las que demostró poseer un talento tan brillante como en el diseño gráfico. De hecho, más allá de los géneros y las profesiones, Diego Lara merece ser considerado como uno de los más destacados creadores españoles de los últimos 20 años. Cáustico, seductor, ingenioso y bohemio, todo ello con la potencia que les es propia a los artistas, desplegaba una energía, disfrazada de desorden, que le llevaba a ser uno de esos "Hércules sin empleo" que certeramente describió Baudelaire. Tanta energía y talento poseía Diego Lara que, como en tantas otras ocasiones, no le bastaba con un cuerpo, que literalmente consumía hasta la autodestrucción. Ha muerto joven prematuramente envejecido, pero ha dejado una huella mucho más fuerte de lo que incluso se puede imaginar repasando sus muchas y brillantes producciones.
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