La acción artística de callarse
Jóvenes creadores apuestan por el silencio como forma de expresión
Los cuerpos desnudos flotan en la negrura, totalmente inermes. Es imposible discernir dónde se encuentran y qué les rodea, tan sólo se percibe la sensación de la fragilidad y indefensión del cuerpo humano ante la inmensidad y el vacío. Para lograrlo, la artista catalana Mayte Vieta obligó a una modelo a posar desnuda en plena noche, en alta mar. "Estábamos en la Costa Brava, era mayo y el agua estaba helada. Fue un trabajo muy largo, hasta encontrar los movimientos exactos para transmitir una postura poética y dramática a la vez. Fue duro, especialmente para la modelo, teníamos que sacarla del agua a menudo y calentarla con mantas y té hirviendo, antes de meterla otra vez", recuerda.
"Es necesario en este mundo verbalmente incontinente", opina el músico Tres
Mucha paciencia, un potente foco y un sabio uso del color -aunque a primera vista parezca blanco y negro- hicieron el resto. Ahora, tres de las muchas imágenes que se captaron aquella noche conforman Cuerpos de luz, una instalación fotográfica concebida y producida para Silencio explícito, el nuevo ciclo del Espai 13, el espacio que la Fundación Miró de Barcelona dedica a la creación joven más innovadora y experimental. El enorme tríptico de Vieta, que se exhibe hasta el 8 de diciembre, es la primera de las cinco propuestas, que ofrecen otros tantos artistas, seleccionados por Tres, músico y artista multidisciplinar, que desde hace dos décadas investiga y experimenta con el silencio, creando escenarios que posibilitan su presencia y su percepción por parte del público. "En esta sociedad verbalmente incontinente no hay espacios para el silencio. Así que por lo menos la cultura debería proporcionarle un lugar para expresarse", afirma Tres.
Las diferentes visiones de los artistas que componen el ciclo tienen como común denominador una aproximación positiva al silencio, aun convirtiéndole en un concepto camaleónico y contradictorio, que supera ampliamente la condición acústica para proponerse como un fenómeno "sin límites, que incluye lo más deseable y lo más execrable, y constituye el apogeo de la resistencia comunicacional", en palabras de Tres. Territorio libre para ser explorado por los artistas, el silencio se materializa a menudo en metáforas visuales alejadas del sonido. El checo Tom Kotik, "un artista sonoro que trabaja sin sonido", reflexiona sobre los aspectos físicos y materiales del silencio, así como sus implicaciones sociopolíticas y los usos perversos de la ausencia de sonidos, con unas esculturas sonoras interactivas, que subvierten la experiencia habitual. Es decir, que cuando el espectador abre las cajas insonorizadas, el espacio expositivo es invadido por la música ensordecedora de The Mighty High, la banda del propio Kotik. "Cuando cierras la caja tienes la sensación casi física de construir el silencio", apunta el comisario.
En el caso de la belga Sophie Whettnall, que también presenta una pieza inédita, el silencio se expresa en la tensión y violencia contenida de sus autorretratos audiovisuales Exceso de Yang y Shadow boxing. En cambio, el artista sueco de origen iraní Sirous Namazi explora las dificultades de la representación y la comunicación en una serie de fotografías aparentemente negras, que -a una mirada más atenta- revelan el interior de un apartamento de Estocolmo. Completa el ciclo el mexicano Mario García Torres, que revisa el concepto de inmaterialidad en vídeos y objetos, que reenvían a momentos históricos del arte conceptual y funcionan como una especie de arqueología del silencio.
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