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Reportaje:EL DEBUT | Sam Branson | COCTELERA

El mundo no es suficiente

A Richard Branson, ese señor tan jubiloso, todo eso del desplome económico debe de sonarle a política ficción. Mientras a los ciudadanos británicos les suben el precio del autobús, él planifica viajes turísticos al espacio exterior. La primera aeronave con pasajeros alcanzará, previsiblemente a principios de 2013, la subórbita con el magnate de Virgin y sus hijos Sam y Holly dentro. Ella, que estudió medicina, abandonó su vocación por prosperar en la compañía de su padre. Para Sam, de 26 años, ese pequeño paso para el hombre supondrá el definitivo en su coronación como sucesor de su progenitor, que ya ha rebasado los sesenta y no está para tanto trote en globo por el mundo a la caza de récords.

En 2013 subirá junto a su padre, el magnate de Virgin, al primer viaje comercial al espacio exterior

El pasado otoño bautizaban juntos con una botella de champán el primer puerto espacial comercial, en Nuevo México, desde el que saldrán regularmente las lanzaderas con quienes puedan permitirse abonar el billete de 200.000 dólares (unos 150.000 euros). Según declaraba Sam al Daily Mail, sus amigos desde la infancia el príncipe Guillermo de Inglaterra y la princesa Beatriz están ansiosos por participar en la singladura espacial.

La carrera por colocar al chaval también ha sido cósmica. Dejó la licenciatura de turismo para estudiar cocina. Al mes

decidió irse a Los Ángeles a hacer un cursillo de guitarra en el que, según confiesa, se saltó las lecciones de jazz porque le parecían demasiado técnicas. Tuvo un grupo de vida breve, Delilah, junto a un novio efímero de Kate Moss (Jamie Burke). Hizo de modelo "por pasta". Y después fundó su propia productora audiovisual para desarrollar documentales molones protagonizados por él mismo con los que adoctrinar a la juventud sobre los devastadores efectos del cambio climático. Una conciencia heredada de su padre que, al mismo tiempo que inunda la atmósfera de dióxido de carbono con su compañía aeronáutica, financia proyectos de desarrollo de biocarburantes.

La semana pasada vimos a los Branson celebrando la boda de Holly en la isla caribeña de su padre, fotografiando sus impecables sonrisas junto a la casa que se quemó el pasado verano en un infausto incendio nocturno del que Richard rescató en brazos a la madre de Kate Winslet, con la consiguiente garantía de eco mediático heroico. Sam ha encontrado en su hermana Holly a la mejor cómplice para sus proyectos paralelos a Virgin. El último, la inversión en una bebida energética natural llamada Pussy que ha levantado revuelo en Inglaterra por sus publis sexistas. Lo importante es que se consuma. A Sam le harán falta generosas dosis para seguirle el ritmo aventurero a su padre. | BORJA BAS

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