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yo afectado | cine
Columna
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Un mendigo del cine

"¿Qué haces, Dani? No seas cutre". Estamos en la FNAC. Oskar me ha pillado en la sección de cine español, poniendo mi película en la parte delantera del expositor. "Coño, para que se vea. ¿No has oído hablar de la compra impulsiva?". "Qué vergüenza, te ha visto un dependiente, y yo creo que te ha reconocido. Te ha mirado con cara de pensar: ya está aquí el mendigo del cine español". Nos vamos.

Paseamos por la Gran Vía. Hace mucho que no mato a nadie. Pienso en matar al dependiente de la FNAC. Pero de repente cruzo delante del Palacio de la Música y del Avenida. Las marquesinas están desmanteladas. Los edificios desnudos. La gente se queja de que no deberían desaparecer esos cines. Hay que cargarse a los responsables del cierre. Sí, pero ¿quiénes son los responsables? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a esos cines? Esos cines seguirían abiertos si no dieras la vuelta a la esquina y compraras la película que están proyectando en un top manta; si no llegaras a casa y te bajaras los estrenos por el eMule. Esos cines cierran porque no dan un duro, porque nadie entra. Para eso mejor que no estén. Yo te juro que prefiero que construyan un H&M descomunal antes que ver un elefante muerto en medio de la Gran Vía. Nos lo merecemos. Por gilipollas, ladrones, paletos e incultos. Porque nosotros somos los responsables.

Volvemos a la FNAC (todos los caminos conducen a la FNAC). Mi película ya no está en el frente de batalla. "¿Ves?, compra impulsiva, alguien la ha visto y se la ha llevado". Oskar la descubre en las trincheras, tapada, donde estaba antes. El dependiente me mira mal. Ha sido él, seguro que ha sido él. La cojo y la vuelvo a poner ahí en primera línea de la parrilla de salida. Luego no mato al dependiente ni nada. Me limito a decirle con la mirada: "No soy un mendigo del cine español. Soy un mendigo del cine. Punto".

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