Mi vídeo
No bastó con programarlo en Rabat; el ministro del Interior marroquí vino a Madrid para proyectar en rueda de prensa su vídeo de jóvenes saharauis enfrentándose violentamente a las fuerzas de seguridad gubernamentales. Apoyado en las imágenes, siempre las imágenes con su valor testimonial, era fácil que Taieb Cherkaoui jugara a sugerir conexiones de los activistas con el terrorismo internacional y los entrenamientos para sabotaje y resistencia activa. Al Gobierno español le está costando mantener la posición templada. Si las declaraciones oficiales se pudieran hacer silbando y mirando para otro lado, todo sería más sencillo, pero tanto la presión humanitaria, como el acoso del partido de la oposición, cuya estrategia abraza desde la toma militar del islote Perejil hasta el activismo prosaharaui, le obligan a ejercicios de cintura tan comprometidos que es posible que acabe con fractura de cadera. Por suerte la ministra de Exteriores lo fue anteriormente de Sanidad.
Afuera no es mejor. La reunión de condena en la ONU se quedó, por presiones francesas, en expresión de una honda preocupación. El envío de una comisión internacional se limitó a un ejercicio lingüístico donde se deploraban los hechos violentos. Y por suerte la reunión terminó, porque si se hubieran seguido manipulando palabras y dejándolas sin contenido real, es posible que hubiera terminado haciendo falta escribir otro diccionario.
Las imágenes carecen de poder de convicción cuando son emitidas desde la mano del Gobierno. Sigue importando, mucho más que el contenido de las escenas, quién las graba, quién las pone en circulación. Parece mentira que las autoridades marroquíes limiten la entrada de periodistas a aquellos afines al régimen y luego monten una gira promocional como si estrenaran un videoclip de Shakira. Para ser creíble, necesitas dejar que trabajen los medios con libertad, que se muevan, pregunten, investiguen y filmen. Todo lo demás es un discurso manipulado que pierde su efectividad y te expone a la batalla en el campo abierto de las versiones cruzadas, donde el débil siempre genera más simpatía que quien aplasta al débil; solo faltaría que fuera al revés. Las pantallas son el fundamento de la vida contemporánea. Aceptado el juego, lo más inteligente que puedes hacer es admitir sus reglas.
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