_
_
_
_
Cosa de dos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Terrorismo natural

Escombros, niños sepultados, escombros, escuelas destruidas, escombros, héroes salvavidas, escombros, milagrosos rescates, más escombros: las imágenes que vemos en televisión de los desastres naturales evolucionan de manera atrozmente previsible. Cubrí el terremoto en la Ciudad de México hace 23 años y el guión no ha cambiado. Son noticia estas catástrofes, pero en cierto modo —salvo en el caso absolutamente excepcional del tsunami— no lo son. Quizá sea por eso que el ciclón en Birmania y el terremoto en China de estos últimos días no han provocado tanto interés u horror como merecerían las cifras de más de 100.000 muertos en otras circunstancias.

Si se hubiese tratado de terrorismo humano en vez de terrorismo de la naturaleza sencillamente no hubiese existido ninguna otra noticia en el mundo esta semana, como ocurrió tras los atentados del 11S y el 11M, que juntos causaron 30 veces menos muertes que las hecatombes birmanas y chinas. A las víctimas, y a sus parientes, les da lo mismo si la culpa la tuvo la fuerza aérea norteamericana, el Ejército de la Resistance del Señor de Uganda, Al Qaeda o un terremoto, un ciclón o una inundación de esas épicas que padecen anualmente en Bangladesh. El sufrimiento es el mismo. Pero para los que tenemos la suerte de habernos salvado, estos desastres cobran muchísima más fuerza si los responsables han sido personas.

La diferencia está en que respondemos al terrorismo natural con la resignación que otorgamos a la inevitabilidad de la muerte. Al terrorismo humano respondemos con rabia y ánimo de venganza. Y con la idea de que podemos hacer algo para impedir que vuelva a ocurrir, que podemos lograr eliminarlo de la faz de la tierra. Lo cual es suponer que el hombre no es otra fuerza irracional de la naturaleza más: premisa altamente cuestionable, si nos paramos a pensar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_