Montaña

Pese a estar familiarizados con sus estrategias promocionales, Hollywood sigue asombrándonos por la capacidad de dirigir la atención y la opinión de los espectadores. Camino de los Oscar, La red social no tiene quien haga sombra a su condición de favorita para el gran premio. Su estreno se calentó con morbo y rumorología sobre el enfado y el terror de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, ante el retrato que la cinta hacía de él. Hasta se interpretó su aparición en el programa de Oprah, el mismo día en que la película llegaba a los cines, como un forzado lavado de imagen. Más aún cuando utilizó aquella plataforma para donar 100 millones de dólares a las escuelas públicas de Newark.

Pero la película, pese a amplificar la disfuncionalidad social del joven multimillonario, honraba su talento. El guión de Aaron Sorkin era capaz de convertirle en un dialoguista brillante y ácido, a él y a todos los personajes, por más que las comparecencias públicas de Zuckerberg apunten hacia un tipo algo envarado y retraído. Zadie Smith, que fue estudiante de Harvard, analizó La red social en un artículo muy recomendable del New York Review of Books donde insistía en la terquedad de las películas de Hollywood, desde los tiempos del trineo Rosebud en Ciudadano Kane, en explicar cualquier comportamiento humano bajo la luz de un suceso emocional de rotunda interpretación psicologista.

Así, Facebook, en la versión Hollywood, sería fruto de un amor universitario no correspondido, por el que Zuckerberg viviría penando el resto de sus días, incapaz de acceder al calor humano, pese a los más de 500 millones de usuarios de su sistema de amistad virtual.

La aparición de Zuckerberg en Saturday Night Live, junto al actor que lo interpreta en la película, tan sorpresiva como guionizada, transmite la idea de paz entre biógrafos y biografiado. A ellos se sumó el cómico que lo parodia en el programa, con las sudaderas y el engreimiento apocado. Una victoria del humor judío, maravilloso invento para desacralizar el yo, dándose estopa a uno mismo. Zuckerberg, Jesse Eisenberg y Andy Samberg comparten la terminación -berg en el apellido, que se traduce como montaña. A todos los ampara la Montaña Lee en el Parque Griffith, con su icónico letrero de Hollywood.