Un Lindbergh de una pieza
Encarga rle a Billy Wilder, que es uno de los cineastas que mejor ha retratado el cinismo, llenando sus filmes de vividores escasos de ideales, la realización de una película en honor de Charles Lindbergh, en tanto que héroe americano por antonomasia, parece un despropósito. A Wilder la valentía de James Stewart a bordo de su frágil Espíritu de San Luis debía de tenerle 1 sin cuidado. Sin duda le hubiera gustado mucho más acercarse al Lindbergh anterior al triunfo, empresario de una aviación circense, aventurero duro y simple, que se ganaba la vida poniéndola en juego y aprovechándose de la curiosidad y papanatismo de la gente. O puede que también hubiera visto con buenos ojos biografiar al Lindbergh famoso que se mete en política, que es víctima de un crimen horrible -el rapto de su hijo- y que durante la segunda guerra mundial, si no tiene bastante con declararse neutral.Pero no, El héroe solitario es un filme moderadísimo, que se adapta como un guante a la personalidad de su protagonista, James Stewart, que impone un Lindbergh testarudo y bonachón, honrado y muy americano. Todo su trabajo en la película consiste en convencer a los incrédulos de las posibilidades comerciales de la aviación, del gran futuro que espera a los chalados de los locos cacharros y, sobre todo, a quienes les financien la empresa.
El héroe solitario se emite hoy a las 16
05 por la primera cadena.
La película tiene algo de pesadilla, de mal rato, del que se sale con vida. Cuando se intenta recordarla, 25 años después, lo único que permanece de ella es el rostro feliz, pero agotado, de Stewart, que ha aterrizado en París medio dormido, casi estrellándose. Las gafas han protegido sus ojos, que aparecen como dos manchas blancas en un rostro oscurecido por la suciedad de un vuelo de más de 5.000 kilómetros. Es el final de la aventura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.