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Columna
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Libertad

David Trueba

Impedir que el Nobel de la Paz pueda estar en Estocolmo no basta a las autoridades chinas que, además, han impuesto un boicot entre países aliados. Liu Xiaobo podría pronunciar un discurso cargado de espíritu democrático. Intolerable. Tendríamos que agradecer que alguien se ocupe de recordarnos que la democracia es temible para los guardianes del orden. Porque si uno se para a juzgar la realidad que se transmite desde los medios podría caer en el desánimo, en la duda.

La persecución a Wikileaks desde los ámbitos que uno pensaría libres, da pavor. Visa, MasterCard y otras hermanas de la caridad se comportan sobrevenidamente como empresas solidarias, preocupadísimas por la flora y la fauna de nuestras conciencias cerrando el grifo a las suscripciones de la entidad. Los alojadores y transmisores de la Red, que hasta ahora presumían de una resistencia encomiable a cualquier coerción, resultan ahora aliados del silencio responsable. Y los tribunales penales irrumpen confundiendo un presunto caso de abusos sexuales con la madre del cordero de las filtraciones. Sobre todo ello planea el uso del preservativo, en una broma irónica sobre los mecanismos protectores que de tanto aplicarle a la democracia pueden dejarla sin esencia.

Los controladores aéreos han sacado su cara más fotogénica para anunciar propósito de enmienda. Ayer nos informaron de que con los militares al mando están felicísimos, lo cual vuelve a subvertir los conceptos de responsabilidad civil. Corren bulos sobre la posible militarización de los programas del corazón. Paralelo, supongo, a la recuperación del cachete educativo y la letra con sangre entra para ascender unas décimas en el informe PISA, una encuesta que a veces parece tan dañina para el esfuerzo formativo como el índice de audiencia para la calidad televisiva.

Clamaba Aznar contra el Estado del bienestar, en un sincero arrebato. Mientras la última película de Iñárritu poetiza una sucia Barcelona, con Bardem pero sin Vicky ni Cristina. En ella todos los servicios públicos, sanidad, policiales, asistenciales, son inexistentes o nefastos, propiciando un clima insalubre donde la neomística es la única escapatoria. La visión feísta del Estado democrático prolonga una bajada de autoestima. Como si la libertad no fuera un reto, sino un inconveniente para el orden.

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