Follonero
Las mejores entrevistas políticas que he visto en la tele a los futuros timoneles no las han hecho ese señor y esa señora tan puestitos y académicos llamados Campo Vidal y Gloria Lomana, presuntos gurús en eso tan trascendente de interrogar a los que piensan por los demás y van a solucionar nuestro futuro (el pasado y el presente están jodidos), sino Jordi Évole, ese follonero tan periodista, mordaz, penetrante, natural, alguien con el que podemos identificarnos esa cosa tan insólita de la gente normal, aunque nos cuelguen facilonas etiquetas ácratas. Imagino que Rubalcaba no mantenía con él la guardia tan alta como Rajoy, que el previsible perdedor estaba más relajado que el futuro rey del reino y le ofreció generosamente su tiempo. Las preguntas, el tono, la agilidad mental, la necesaria osadía, la incisiva claridad, el odio al pasteleo, la corrosiva malicia, la personalidad de Évole desde una plataforma supuestamente satírica, tenían el valor de la lluvia y del sarcasmo en algo tan árido, simulador, teatral, enfático y turbio como la política.
Consecuentemente, dejé a la mitad el apasionante duelo entre los dos pesos pesados, moderados por el señor del bigote que preside la Academia de Televisión, o algo así. Rajoy era un actor previsible leyendo papeles escritos por otros, con la seguridad del que no tiene que hacer méritos para conquistar el deseado reino. A Rubalcaba, ese hombre inteligente, expresivo y seductor, comencé a encuadrarle en la estética del perdedor hace tiempo y, como soy tan peliculero, siempre me ha conmovido esa estética, cuando el actor y la derrota poseen encanto, la tristeza es convincente, la música del piano o del saxo posee sentimiento y atmósfera, no hay gimoteo.
Con Lomana, Rajoy asegura que el patriotismo es fundamental para que renazcamos. Mosqueo. No soy tan obvio como para relacionar el último refugio de los canallas con el patriotismo, pero nunca he sabido en qué consiste eso, tal vez porque no me hablo con la mitad de mis vecinos, o como Brassens, nunca he podido sentir la conmoción que acompaña a los himnos y a la música militar. Rubalcaba defiende a Blanco (nadie es perfecto) y cita a Ortega: "Lo mejor se te ocurre al bajar las escaleras". La soledad del corredor de fondo va a triunfar sobre la del sprinter. Me siento raro.
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