"Contar que tengo cáncer no me ha servido de terapia "
En noviembre del año pasado, a Eduard Punset (Barcelona, 1936) le diagnosticaron un cáncer de pulmón. Se operó, se sometió a quimioterapia. El domingo, este abogado, economista, ex ministro y ex eurodiputado que lleva años divulgando los avances científicos, dialogará con su médico, Rafael Rosell, jefe del servicio de Oncología del hospital Germans Trias i Pujol y del Instituto Catalán de Oncología y presidente del Grupo Español de Cáncer de Pulmón durante la nueva edición de Redes (La 2, 02.10), titulada Diálogos sobre cáncer entre un paciente y su oncólogo.
"Un divulgador científico tiene más armas contra la enfermedad"
Punset y Rosell tratarán cuestiones que preocupan a miles de personas afectadas en persona o de cerca por esta enfermedad. ¿Cómo funciona la quimioterapia? ¿Qué papel juega la psicología al enfrentar el cáncer? ¿Qué se puede hacer para ayudar a los enfermos desde el punto de vista emocional? El propio Punset, junto a enfermeras que tratan a pacientes en el Hospital del Mar de Barcelona y a la psico-oncóloga Montserrat Martorell aportarán sus testimonios sobre la enfermedad y sobre cómo plantarle cara.
Pregunta. Antes de nada, ¿cómo se encuentra?
Respuesta. Estoy bien, la verdad, intentado escrutar el proceso más que analizarlo. Y si algo he aprendido es lo poco que cambia una persona en contra de lo que uno cree. Un trauma biológico como es el cáncer de pulmón, que es el peor, no ha cambiado mucho mi manera de ver el futuro.
P. ¿Y cuándo le diagnosticaron el tumor?
R. En noviembre pasado. La operación no me afectó, pero sí la quimioterapia. En el reportaje comento que me parece injustificable e increíble el abismo que existe entre los resultados de las investigaciones y su aplicación cotidiana a los enfermos. Mi impresión es que se han exagerado mediática y científicamente algunos de los avances en la lucha contra el cáncer. Todavía no hay suficiente colaboración entre las comunidades científicas, industriales y políticas.
P. ¿Un divulgador científico como usted tiene más armas contra la enfermedad?
R. Desgraciadamente, sí. Hay muchos pacientes que no saben, que no pueden encontrar una explicación, ni consuelo... Por muchos motivos, yo me considero un privilegiado, quizá porque puedo confortarme recordando una frase del premio Nobel de Física Rohrer que dice que la diferencia entre la vida y la muerte es más difusa de lo que se cree.
P. ¿Contar ante la cámara su relación con la enfermedad le ha servido de terapia?
R. No, no, lo he hecho sólo por la vocación de comunicar mi experiencia, y apuntar mis conclusiones.
P. ¿Por ejemplo?
R. Pues que falta apoyo, atención y educación. Y vuelvo a insistir en que frente a una minoría privilegiada que está sobreinformada hay una mayoría en el desierto.
P. Dice en el reportaje que ha encontrado tanto altruismo, tanta solidaridad, que casi se ha alegrado de haber tenido cáncer.
R. Sí, sólo gracias a lo que me ha ocurrido he podido vivir el sufrimiento, el desamparo, cómo se someten los pacientes resignadamente a las terapias...
P. Un programa como éste sirve para desmitificar una enfermedad como el cáncer.
R. Yo creo que es un programa que no se regodea en los éxitos alcanzados, que son menos de lo que dicen, sino que pone de manifiesto los ingentes campos que quedan todavía por recorrer.
P. En febrero escribió en su blog: "Para amparar tu propia seguridad te dicen, que en la medida de lo posible, procures no desvelar la existencia del cáncer". ¿Está de acuerdo con esa frase?
R. No. Esa idea forma parte de un código heredado, que a mi juicio ahora mismo no tiene razón de ser. En alguna época se pudo esconder por razones laborales o para evitar un desgarro familiar, pero creo que ahora es hasta contraproducente, aunque admito que en determinados contextos puede estar justificado.
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