José Fernández Sánchez, traductor e historiador
'Niño de la guerra', estuvo refugiado en Rusia de 1937 a 1971
En la noche del 9 de noviembre de 2011 moría José Fernández Sánchez, después de una larga convalecencia que le imposibilitaba expresarse con claridad, pero que no impedía que su inteligencia y sabiduría nos comunicaran sus sentimientos.
José nació el 16 de febrero de 1925 en un pequeño pueblo llamado Ablaña, en la cuenca minera asturiana, donde el abuelo de su abuelo había sido ya obrero.
A la muerte de su padre, en febrero de 1937, José pasó a residir en el orfelinato miliciano Alfredo Coto, en Gijón. Allí acudía su madre a visitarle cada domingo, y uno de aquellos le anunció, ante el desconcierto de su madre, que se había apuntado para ir a Rusia. Recuerda José en su libro Mi infancia en Moscú que ella hubiera querido consultarlo con alguien, pero que no tenía con quién: los varones de la familia estaban todos en el frente o muertos. Llegó un domingo y José ya no se encontraba en el orfelinato: había marchado a Rusia. El barco cargado de niños que escapaban de las bombas llegó a Leningrado el 4 de octubre de 1937. Él vivió en la casa de niños número 7, llamada Pirogóvskaya, y no regresó a España hasta 1971.
Se instaló en Madrid con su esposa, Gala, y su hijos, Natalia y Dimitri. Fue profesor de Lenguas Eslavas durante varios años en la Universidad Autónoma de Madrid y apasionado bibliógrafo en la Biblioteca Nacional de Madrid, como antes de su retorno lo fue en la Biblioteca Lenin de Moscú.
Por esa sección de consulta bibliográfica hemos pasado miles de investigadores y todos, o pienso que casi todos, quedábamos seducidos por su cordialidad, sencillez y sabiduría. Y sobre todo porque sabía cómo conducirnos a través del laberinto para que nuestra investigación resultara fructífera.
Era conocido por sus múltiples traducciones: Mayakovski, Dostoievski, Tolstói, Gógol, Turgéniev y tantos que hemos podido leer en castellano en los últimos años gracias a su concienzuda y brillante labor. Fue editor también de la obra de Alexiev que versaba sobre las relaciones culturales ruso-españolas, así como de numerosas colaboraciones en revistas especializadas y en catálogos de congresos.
En 1987 recibió de la Unión de Escritores de Moscú el Premio Pushkin, galardón que conmemora el 150º aniversario de la muerte del escritor.
Escribió sobre su infancia en Cuando el mundo era Ablaña, siguió con Mi infancia en Moscú; y sobre la tierra que le había dado cobijo, Viajeros rusos por la España del siglo XIX. También escribió acerca de su estancia en Cuba como traductor durante la crisis de los misiles en Memoria de La Habana, pero sobre todo nos regalo una Historia de la bibliografía en España insuperable y una magnífica traducción del ruso antiguo del Cantar de la gesta del príncipe Igor.
Recordamos a José por todo ese ingente trabajo, ya que lo que no se publica no existe; pero los que le conocimos disfrutamos sobre todo de su amistad y de su charla, y recibimos sus sabios consejos para adentrarnos en la compleja materia de la bibliografía. Lo tendremos siempre en el recuerdo y en el corazón por ser una de las personas más sabias, sencillas y nobles que se han adentrado en nuestra vida para siempre.
Dolores Cabra es secretaria general de la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE).
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