Johnny Grant, el popular 'alcalde' de Hollywood
Se codeó con todos los astros dorados de la meca del cine
Johnny Grant murió donde siempre quiso vivir, en el corazón de Hollywood. No era actor, ni director ni productor pero, a sus 84 años, nadie como él supo personificar esta meca de sueños. Conocido como el "alcalde de Hollywood" (a pesar de que no existe tal municipio) o simplemente como el "señor de Hollywood", Grant falleció el pasado 9 de enero por causas naturales en lo alto del hotel Hollywood Roosevelt.
Murió en su casa, un ático del piso 14 de este hotel plagado de leyendas que hablan del fantasma de Tyrone Power o de Marilyn Monroe entre sus moradores y con vistas al paseo de la Fama de Hollywood, frente por frente al teatro Grauman, más conocido como teatro Chino, ese que a su puerta conserva en cemento las huellas de pies y manos de las más famosas estrellas del celuloide.
La perfecta residencia para este hombre nacido en 1923 en Carolina del Norte, de voz fuerte pero corta estatura que desde que vio a Mickey Rooney en La ciudad de los muchachos (1938) supo que su futuro estaba en Hollywood. "Si ese pequeñajo puede, yo también", reconoció en numerosas ocasiones que fue su motivación para hacerse un hueco en la industria. Grant creyó en Hollywood incluso cuando los grandes estudios se habían ido en busca de zonas más amplias y baratas y por el paseo de las Estrellas sólo quedaban prostitutas y drogadictos. La solución de este locutor de radio, y en ocasiones pinchadiscos, para salvar Hollywood fue simple: montar un espectáculo.
Con esa filosofía en mente, Grant se encargó de presidir más de 5.000 actos a lo largo de su carrera, alguien al que nada le gustó más que contar con una audiencia y que convirtió en una ocasión única la instalación de cada una de las estrellas del paseo, que presidió durante años la cabalgata navideña que cruzó las calles de Hollywood o que dio la bienvenida a las estrellas candidatas al Oscar.
En 1991 también dio la bienvenida por todo lo alto a las tropas de la Operación Tormenta del Desierto intentando emular el espíritu del final de la Segunda Guerra Mundial, pero esta vez por Hollywood. Según Grant a este acto asistieron un millón de personas a pesar de que en el paseo de la Fama sólo caben unas 500.000. Pillado en falta su respuesta fue sencilla: "Ya sabes cómo es Hollywood, todo exageración".
Grant se codeó con todos, desde el Hollywood dorado que tanto amó de Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor, Walt Disney o Frank Sinatra al más actual de Tom Cruise y Michael Jackson. También llevó Hollywood a los que no pudieron pisar sus calles, junto a Bob Hope en la tradición de acercar este sueño a los soldados de servicio, viajes que continuó hasta el pasado noviembre. Como publicó el periódico Los Angeles Times, Grant estaba convencido de que el nombre de Hollywood "es mágico en todo el mundo".
El que fue presidente de la Cámara de Comercio de Hollywood, entidad encargada de la recuperación de este barrio, recibió en 1980 de esta organización el título honorario y vitalicio de alcalde de Hollywood. Fue un honor que lució en la solapa hasta el final, cuando en su 84 cumpleaños todavía aseguró que las tres cosas que más orgullo le producían en la vida eran las letras de Hollywood, el paseo de la Fama y haber conseguido un matasellos para Hollywood a pesar de que esta zona pertenece a la ciudad de Los Ángeles.
Su último deseo fue que sus cenizas se esparcieran delante de esas letras que tanto amó en el que fue el último espectáculo presidido por él.
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