_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

John R. Allison, as de la aviación estadounidense

Jacinto Antón

Era bajito -la Marina, por suerte para la historia de la aviación militar, no lo admitió por su corta estatura-, pero ¡qué hombre!

Pedazo de piloto y uno de aquellos privilegiados cuya vida se lee como una novela de aventuras, el aviador, as de caza, general y uno de los padres de las operaciones especiales aéreas de EE UU John R. Alison falleció el pasado 6 de junio (desde luego todo un día para morir si has sido un especialista en invasiones aerotransportadas) a los 98 años en Washington.

En 1940, cuando ya era célebre entre sus colegas por su habilidad y arrojo pero aún no había sido probado en combate, le reclamaron en Bolling Field para una demostración de las capacidades del P-40 Warhawk ante unos clientes chinos y Claire Chennault, que luego sería líder de los Flying Tigers, los aviadores voluntarios estadounidenses que combatieron a los japoneses en China. La escasa talla -1,65- de Alison sembró dudas sobre su habilidad, pero las despejó ofreciendo toda una exhibición de vuelo, incluyendo un escalofriante giro Immelmann. Al aterrizar, un general chino estalló entusiasmado señalando al aeroplano: "Necesitamos 100 de esos". Y entonces Chennault, ¡Chennault!, dándole unos golpecitos en el pecho a Alison puntualizó: "No, lo que ustedes necesitan es 100 de estos".

Nacido en el seno de una familia modesta en Micanopy, Florida, quiso volar desde niño. Su padre, pensando que le curaría la obsesión, le consiguió unas clases con un instructor a cambio de un coche usado. Ya no hubo quien lo bajara del cielo.

Tras ser rechazado por la Armada -¡To hell with the Navy!- consiguió entrar en la fuerza aérea, aunque para volar en los viejos modelos de instrucción sin asientos ajustables se sentaba sobre el paracaídas. Decía que si podías pilotar un avión podías pilotarlos todos. Y lo hizo: Consolidated PB-2, Bell YFM-1 Airacuda, Curtiss P-37, P-36 y P-40...

En Langley Field, Virginia, conoció al que sería su gran amigo y compañero de aventuras, Phil Cochran, otro tipo de altura que fue el modelo para el Flip Corkin de Terry y los piratas del dibujante Milton Caniff. Como las regulaciones prohibían acrobacias, el teniente Alison las hacía volando de noche. No es casual que tiempo después fuera uno de los primeros aviadores estadounidenses que lograra un derribo nocturno.

En 1941 fue enviado a Reino Unido como asesor de la RAF -fue famoso su pique con el as de Hurricanes John Carey, con el que se enzarzó en un fingido dogfiht; el británico concedería: "No imaginaba que los yanquis fuerais tan competentes"-. Luego lo destacaron a la URSS como agregado aéreo secreto para supervisar la entrega de aviones estadounidenses a los rusos. Empedernido abstemio, casi muere al verse obligado a brindar con vodka con los espiritosos aliados. En 1942, lo mandaron por fin a China, a luchar en las celestes filas de los tigres voladores. En su primer combate cuando los japoneses atacaron su aeródromo (de noche) logró dos victorias confirmadas y una probable. Alcanzado su caza P-40 hubo de amerizar en un río y regresar herido echando mano de su escaso mandarín.

Convertido en teniente coronel y en un as con seis (siete contando uno en tierra) derribos confirmados -y otros tantos probables-, Alison recibió, con su amigo Cochran, el gran encargo de su vida: la Operación Thursday. Se trataba de dar apoyo aéreo a las fuerzas británicas de penetración en Birmania tras las líneas japonesas de otro personaje legendario, el genio -con permiso de Stirling- de la guerra no convencional Orde Wingate, el creador de los chindits, los míticos merodeadores. La campaña significó un revolucionario experimento en el uso del poder aéreo y fue la primera invasión aerotransportada orquestada por EE UU en territorio enemigo y una de las primeras operaciones de fuerzas especiales de su ejército.

La fuerza reunida por Cochran y Alison incluía 150 planeadores de transporte de tropas Waco CG-4A, 13 C-47 Dakota, 30 cazas P-51 ("¡Cadillacs del cielo!") y, por primera vez en la historia, seis helicópteros (Sikorsky YR-4), con uno de los cuales se llevó a cabo el primer rescate bélico jamás realizado en este tipo de aparato. La operación, lanzada el 5 de marzo de 1944, fue un éxito: en seis días metieron 12.000 hombres, 255 toneladas de suministros, dos baterías y 1.359 mulas 150 millas detrás de las líneas japonesas, en plena jungla, y les dieron cobertura aérea. Alison, partidario de dar ejemplo, lideró el primer asalto de planeadores pilotando uno: solo había volado en ellos tres veces antes, todas el día previo a la invasión. Tras el aterrizaje, saltó del avión empuñando su carabina y un saco de granadas listo para batirse con la infantería japonesa, ¡qué tipo! La campaña no se saldó sin bajas: hubo diversos accidentes y Wingate -para el que Alison hizo de piloto personal en muchas ocasiones- se mató en uno el 24 de marzo. Pero los comandos aéreos habían demostrado su capacidad, y Eisenhower requirió el consejo de Alison para el Día D...

Casado dos veces, estaba en posesión de la Cruz de Servicios Distinguidos, la Estrella de Plata y el Corazón Púrpura. En 1994 fue consagrado como uno de los pilotos legendarios de EE UU al entrar en el National Aviation Hall of Fame. "Su talento a los mandos de un aeroplano no tenía igual", dijo de él otro de los tigres voladores, David Lee Tex Hill. Lo que, desde luego, no es mal epitafio.

John R. Allison, a la derecha, junto a su amigo y también piloto Philip Cochran.
John R. Allison, a la derecha, junto a su amigo y también piloto Philip Cochran.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_