Jean Ferrat, voz de la canción protesta francesa
Intérprete de Aragón, sus letras ejercieron la crítica social
Para muchos franceses, sólo quedaba él. Ya se fueron otros grandes compositores de la chanson, Jacques Brel, Léo Ferré y Georges Brassens, y 13 de marzo murió otra gran voz de la canción protesta francesa, a los 79 años. El poeta y cantautor Jean Ferrat falleció en un hospital cercano a su domicilio, en el departamento de La Ardeche, en el sur de Francia. Fue enterrado el martes rodeado de su esposa, Colette, y un grupo de sus amigos más cercanos. Además, el pequeño pueblo de Antraigues-sur-Volane, donde vivía y de apenas 600 vecinos, se vio invadido por más de 5.000 admiradores llegados de todo el país. Para controlar la afluencia de visitantes fue necesario desplegar a 160 gendarmes, según informó la agencia France Press.
Le acogieron unos comunistas tras la deportación de su padre a Auschwitz
La última broma que le gastó el destino fue llevárselo apenas un día antes de que la izquierda francesa, esa por la que tanto luchó y cantó, reviviera en las elecciones regionales. No pudo verlo, él, que fue una de las voces más visibles del comunismo francés. Hacía tiempo que padecía un cáncer, pero en las últimas semanas "había dejado de luchar contra la enfermedad", según contó su amigo el restaurador Yves Johannie al diario Le Journal du Dimanche.
Ferrat nació en el suburbio de Vaucresson, a las afueras de París, pero vivió en Antraigues, donde se retiró en 1973, un año después de abandonar los escenarios. Sobre su amor a esa comarca versaron muchas de sus canciones. Pero, además de sus letras, la mayoría de ellas de contenido político y social, Ferrat acercó a la gente los poemas de Lorca, Prevert o Louis Aragon.
Tenebaum, y no Ferrat, era su verdadero apellido. Pero su padre, un ruso de origen judío, fue deportado a Auschwitz cuando Jean tenía 11 años y la supervivencia le obligó a cambiarse el apellido. Unos militantes comunistas le salvaron la vida y le acogieron. Ahí comenzó una afinidad ideológica que jamás abandonó, aunque nunca tuvo carné del Partido Comunista Francés (PCF) ni se ahorró críticas al comunismo europeo, sobre todo, por comulgar con el soviético.
En 1954, tras haber dejado sus estudios para trabajar y ayudar a su familia, comenzó a cantar en los cabarets. Enseguida encontró en la canción la mejor herramienta para su compromiso: en 1963 cantó Nuit et Brouillard, sobre el horror de las deportaciones que tan bien conocía, una canción que nunca fue radiada, y dos años después otra de sus composiciones prohibidas entonces, Potemkin (1965), sobre el amotinamiento que incendió la mecha de la revolución soviética. Con el mismo compromiso pero diferente éxito, compuso casi 200 canciones.
Una de las más célebres, La montagne, da nombre al hotel de Antraigues. Es el único homenaje que permitió al lugar con plaza mayor donde jugaba a la petanca con los vecinos. El pueblo le demostró su cariño dando su nombre a la escuela. Siempre quiso ser un vecino más, nunca consintió ser uno ilustre.
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