"La moda es complicada y fría"
La diseñadora Purificación García quiere crear en Ourense una fundación
Purificación García (Castrelo do Val, provincia de Ourense, 1952) ha llenado el edificio cultural Simeón con fotos de impacto. Animales en actitud conmovedora y sugerentes bodegones paisajísticos en gran formato dan cuenta, en 33 secuencias seleccionadas de entre las más de 600 que se presentaron al concurso que lleva su nombre, de la que parece una de las devociones en boga entre los grandes modistos: fomentar la conciencia ecológica.
Ella dice que pretende, al mismo tiempo, saldar una deuda con la fotografía "a la que tanto debemos los diseñadores", pero se sacude el símil con otro de los grandes gallegos de la moda -Adolfo Domínguez, uno de los profetas de la misión contra el cambio climático de Al Gore en España- cuando matiza: "Yo no trabajo en ese sentido aunque estoy muy sensibilizada, quizás es que Adolfo es más espiritual".
"Los diseñadores nos ayudamos mucho, actuamos como un clan"
La exposición que acaba de inaugurar en Ourense, celebra su quinta edición
Sin embargo, una vez comprobado que el mundo de la moda es "complicado y frío", la diseñadora reconoce que no le ha quedado más remedio que iniciar una búsqueda en su interior, "una búsqueda de algo más en lo que apoyarte; de espacio interior, de espacio para tu alma". Su apuesta por la fotografía no es coyuntural. La exposición que acaba de inaugurar en Ourense, incluida en el Outono Fotográfico, alcanza su quinta edición y ya ha iniciado las gestiones para crear una fundación cultural con sede la ciudad. "Estamos buscando un edificio en el casco histórico, si lo encontramos no habrá nada mejor" para gestionar el fondo acumulado del certamen.
Pero la fotografía no es su única aproximación a las artes plásticas. La empresaria, que ha renunciado a las pasarelas - "para nosotros no tienen sentido porque tenemos unos escaparates enormes"-, ha participado en México en un encuentro de diseñadores con unas instalaciones encargadas a artistas mexicanos que ha utilizado como soporte para mostrar su colección. "Se trata de dar un paso más, de un acercamiento de la moda al mundo del arte".
Con estas premisas y con el objetivo de "hacer sentirse estupendas a las mujeres" diseña sus modelos, femeninos y sobrios, y planta cara al debate social sobre la anorexia, que tilda de político. "Yo creo que todo esto es política y que para eso [para tratar la anorexia] están las terapias, porque el mundo de la moda siempre ha tenido, desde los años veinte, mujeres delgadas". Y advierte: "La moda no es responsable, ahí está también la publicidad".
Sobre la polémica, Purificación García se alinea con el también orensano Roberto Verino, quien recientemente manifestó, rechazando la influencia de la moda en la anorexia, que la obesidad es realmente la enfermedad de nuestro tiempo. Orensana de nacimiento, criada en Uruguay, establecida temporalmente en Canadá y afincada ahora en Barcelona, desde donde viaja continuamente a su casa de Indonesia ("Necesito ir a Asia, me aporta sosiego y esa paz interior que busco"), Purificación García se define, en tiempos de globalidad, como "una mujer sin fronteras". Porque, dice, "todo está abierto ahora: la moda, la cocina, el arte, la decoración, Internet ... Y participar de esa gran variedad da una gran satisfacción a uno mismo; el mestizaje es lo bonito".
Claro que frente a la aldea global la diseñadora contrapone, y asume también, la utopía del hogar. Ahora colabora con la artista Swetlana Heger en un nuevo proyecto de instalación. Bajo el explícito lema de Mi casa es mi castillo. Nómadas urbanos, Hedger araña en la nostalgia del hogar que, en opinión compartida de la diseñadora, padecen las nuevas generaciones. "Estar en casa se ha convertido en un lujo", comenta la empresaria.
Por eso, en ese ir y venir que ella cultiva está siempre su tierra. La diseñadora alimenta sus raíces orensanas, en donde mantiene una fábrica y buenas amistades y en donde quiere dejar instalada la fundación fotográfica que proyecta.
Se ha reconciliado además con los hermanos Domínguez, dueños de Lonia Textil, con quienes había roto bruscamente en 1999. "Las relaciones personales son así", afirma para justificar aquel desencuentro empresarial, "van y vienen, como ocurre con las parejas; nosotros aclaramos las diferencias y hace ya años que tenemos una buena relación".
En realidad, asegura que mantiene lazos cordiales con todos los diseñadores nacidos al mundo empresarial en el bum de los ochenta bajo el paraguas de la "moda gallega". Hasta el punto de que siente como si perteneciera a una especie de grupo que se maneja con claves propias. "Es que más que tener muchas cosas en común teníamos mucho que decir y necesitábamos ser escuchados. En España somos una potencia, pero cuando salimos al exterior los diseñadores nos ayudamos mucho unos a otros, actuamos realmente como un clan".
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