"Necesitamos al Estado en la Cidade da Cultura"
Seis años en la Biblioteca Nacional, otros seis en el patronato del Museo del Prado y once en la presidencia del Museo Centro de Arte Reina Sofía. Juan Manuel Urgoiti y López Ocaña (Madrid, 1939) llega con el hatillo repleto de cargos, siempre relacionados con el mundo de la cultura. También con las finanzas y la empresa gallega: histórico del BBV, hoy preside el Banco Gallego y es uno de los consejeros de Inditex. La fundación mixta que ahora preside y que gestionará la Cidade da Cultura, que agrupa a grandes empresarios gallegos, es un proyecto en el que cree, "si fuera de otra forma no estaría ahí". Por eso quiere pasar la página de la politización y judicialización, "para que el futuro haga olvidar todo el pasado".
"El futuro hará olvidar el pasado. Estoy convencido de que habrá consenso"
"Nadie sabe cuándo acabará esta crisis. Es la pregunta del millón"
Pregunta. ¿Por qué cree que la Xunta recurrió al sector privado para la Cidade da Cultura?
Respuesta. La creación de una fundación con mayoría privada permite una mayor flexibilidad de movimientos, sobre todo en lo que hace referencia a financiación o contrataciones. Es más ágil. Otro de los motivos es, lógicamente, el de implicar a la iniciativa privada. En este sentido, el caso anglosajón es paradigmático. El modelo de gestión será privado, y eso es lo importante, pero es que esta fundación no tiene activos, por así decirlo. Se encargará de la explotación del complejo en su conjunto.
P. ¿Habrá en septiembre patronato y patronos definidos entre los empresarios? ¿Quiénes tendrán más protagonismo?
R. El próximo mes se constituirá. Habrá un fondo fundacional dotado con 25 millones de euros, los estatutos estarán listos y también la configuración del patronato. Necesitamos de un entorno jurídico definido. Y el patronato está perfilado: va a tener una composición pública y privada, pero no tiene por qué responder exactamente al peso de cada sector en la fundación. El patronato contará también con una comisión permanente con tareas ejecutivas. Los empresarios aportarán dinero, pero también responsabilidad.
P. ¿Cree posible despolitizar y, sobre todo, desjudicializar, la Cidade da Cultura?
R. El proyecto ha tenido sus avatares, pero su dimensión está fuera de lo corriente. Es bueno que ahora se dé a conocer todo lo que se está haciendo. El trasfondo político y judicial debe perder peso y dejar paso a su proyección. Al margen de que todo asunto que esté en los tribunales debe seguir su curso, se trata de esferas del pasado. Hay que pasar página. Y para alcanzar eso lo mejor es creer en ello.
P. ¿Se puede alcanzar de una vez el consenso político?
R. Estoy convencido de que habrá consenso. No nos podemos permitir que no lo haya.
P. El vicepresidente Anxo Quintana llegó a decir que pensó en volar las obras cuando llegó al Gobierno. ¿Qué le parece?
R. A veces las expresiones pueden quedar en los medios con un sentido que no tienen. Quizá fue una metáfora. Lo cierto es que hay unanimidad en que todo se va a llevar adelante.
P. ¿Pedirán más implicación del Estado? Hay un ministro de Cultura gallego...
R. Hoy por hoy la financiación es íntegramente gallega, al margen de que pueda haber una implicación por parte de empresas y entidades privadas nacionales, que la habrá. En cuanto a la Administración central, veo una colaboración, que es lo importante, y hasta ahora no la ha habido. Es hora de pensar en los contenedores culturales, que tienen que ser perfectos, con un buen cuerpo de conservadores. Ahí, por ejemplo, es donde debe centrarse la ayuda del Estado. Necesitamos su apoyo para eso y para mucho más. Y estoy convencido de que lo tendremos.
P. ¿Puede ser la Cidade de Cultura la gran aportación de Amancio Ortega a Galicia?
R. Lo importante es que participe el grueso de la gran empresa gallega. Los nombres no son tan importantes. La respuesta global a la llamada es la clave. La singularidad no es lo más trascendente. Amancio Ortega es el número uno, un hombre al que todos debemos tener admiración, pero yo le restaría protagonismo. La clave está en la gestión, porque los fondos con los que contamos son importantes pero no excesivos. La Fundación Dalí, el Guggenheim... Son ejemplos de este tipo de gestión. Pero se trata de arte. Y la Cidade da Cultura va mucho más allá.
P. ¿Qué puede aportar un financiero a la Cidade da Cultura? ¿Quién le encomendó la tarea?
R. Creo que puedo aportar muchas cosas, pero sobre todo experiencia en el campo de la cultura desde la óptica privada. Puedo aportar gestión, también relaciones. Pero lo más importante es creer en el proyecto. El encargo fue directamente del presidente Touriño, a quien le agradezco la confianza que siempre ha mostrado hacia mí.
P. ¿Cómo hacer olvidar todo lo que supone Manuel Fraga para el Gaiás teniendo en cuenta que el común de los gallegos habla de un mausoleo a la medida?
R. Nunca hay que olvidar nada. Pero una cosa es el nacimiento y el desarrollo de un proyecto y otra el resultado. Lo más importante es su grandiosidad, su belleza y su reclamo internacional. La realidad futura hará olvidar cómo fue el nacimiento y el desarrollo. Estoy convencido.
P. Descendiendo a lo terrenal, ¿es usted de los que piensa que España atraviesa una crisis?
R. Es un momento económico muy complicado. El crecimiento es casi cero. El consumo y la inversión caen de forma brusca. España es un país que se ha endeudado demasiado, pero lo ha hecho para crecer. A pesar de ello, no debemos caer en la depresión psíquica, más allá de la económica. La pregunta del millón, para la que no tengo respuesta, es cuándo acabará esto.
P. ¿Está preparado el sector financiero para afrontar la crisis? ¿Y en Galicia?
R. No hay que olvidar que venimos de varias crisis financieras, sobre todo en los sesenta y los setenta. La política de dotación de mora y de coberturas, que en su momento pudo parecer excesiva, nos permite ahora estar más saneados. Y es ahora cuando se ven las bondades de ese sistema. En cuanto a Galicia, no veo demasiadas diferencias con el resto de España. Lógicamente, la crisis incide donde más se ha desarrollado la construcción, pero la economía gallega está muy equilibrada sectorialmente, y eso es una fortaleza ahora.
P. ¿Es lo fundamental dejar atrás el modelo del ladrillo?
R. Es un modelo que responde a una cuestión de oferta y demanda. Se construía porque se compraban pisos. Había una demanda sólida, bien estructurada, pero excesiva. El cambio de modelo será un trauma, pero creo que España está preparada, con sectores que son referentes. Fíjese, sin ir más lejos, en la moda en Galicia.
P. ¿La estabilidad accionarial del Banco Gallego está garantizada?
R. Puedo decir que sí. Salvo alguna excepción que data de hace diez o quince años, los accionistas son los mismos. Tuvimos la incorporación de Caixanova, que controla un 49,78% del capital, y nos aporta estabilidad. Sería una tontería por mi parte decir que vivimos en armonía. Estamos perfectamente integrados y trabajando con normalidad, y siguiendo con nuestro plan de expansión, tanto en lo que respecta a la red comercial como a banca premier, de patrimonios.
P. ¿Piensan en recuperar la idea de sacar el banco a Bolsa?
R. No es el momento ahora, pero es una idea que siempre hemos barajado. Está ahí. El valor lo acaba fijando la Bolsa, aunque tengamos algunos casos nada afortunados en este país. Sin duda nos aportaría liquidez, pero lo más importante es que fijaría una valoración ortodoxa del banco. A pesar de ello, no es un tema prioritario en nuestros objetivos ahora mismo.
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