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Reportaje:

Fusilados para la posteridad

Alonso Montero recopila 120 cartas de condenados entre 1936 y 1948

Muero para que vosotros y otros como vosotros no andedes descalzos ni pasedes hambre. Es un extracto de los ocho versos en rima asonante y escritura fonética que le salieron, en el último momento, al albañil Manuel Estévez Gómez, socialista del PSOE. Para el profesor Xesús Alonso Montero, una de las misivas más conmovedoras de las 120 que componen Cartas de republicanos galegos condenados a morte. 1936-1948.

"Esa gente estaba escribiendo para la historia", insiste Alonso Montero, que se afilió al PCE en los años 60. El volumen, que publicará Xerais a finales de febrero, incluye 108 cartas, 41 inéditas, remitidas al autor a través sobre todo de familiares. El resto es una miscelánea de signos escritos antes de morir, a veces minutos antes de la ejecución. Su alcance cambia dependiendo del destinatario.

Víctor Casas pedía en su despedida un giro a la izquierda de los galleguistas
Algunos hacían testamento con sus verdugos como albaceas

Entre los que testaron con un verdugo de albacea está el socialista vigués Heraclio Botana. "Se reafirmó en su ateísmo y en el amor por su mujer, con la que no estaba casado". El padre de los Álvarez Blázquez, el médico Darío Álvarez Limeses, de Izquierda Republicana, deja "el testamento de un hombre católico que acentúa su catolicismo". También Alexandre Bóveda expresa su "fervor religioso". De Bóveda se incluyen tres cartas, dos ya difundidas en Vida, paixón e morte de Alexandre Bóveda (1972), de Xerardo Álvarez Gallego. "No lo hace para conseguir el indulto", remarca Alonso Montero, que recuerda cómo planteó su propio epitafio: "Alexandre Bóveda, sin más, con fecha de nacimiento y muerte. En el cementerio de Pontevedra machacaron la equis y pusieron una jota. Tampoco la estrella de cinco puntas original aparece en la lápida".

Entre toda la correspondencia, los textos de Bóveda y uno de Víctor Casas, otro de los históricos del Partido Galeguista, son las únicas cartas escritas en gallego. "Casas se dirige al secretario del partido, el arquitecto Manuel Gómez Román, que salva la vida por tener valedores entre los conserveros de Vigo. Él y Bóveda tuvieron antivaledores tan conocidos como Víctor Lis Quibén". Casas expone -en noviembre de 1936- su fe en la República del Frente Popular. "Cree que la República ganará en unos días, y en la necesidad de que el Partido Galeguista bascule cada vez más hacia la izquierda", relata el autor de Os escritores galegos ante a Guerra Civil española.

Las cartas de los galleguistas suman ocho. También son escasas las de miembros del POUM o de la CNT, aunque en este caso, precisa, "que no aparezcan no es significativo". Entre los anarquistas, Arturo Meirás y José Villaverde, habituado a calmar los ánimos de lo miebros coruñeses de la FAI. Los sublevados le ofrecían una salida en el futuro sindicalismo vertical, pero Villaverde la rechazó.

A partir de 1940 ya sólo hay cartas de miembros del PCE, sobre todo escapados. La que en 1947 consigue remitir al partido Segundo Vilaboi es significativa. No son epístolas escritas con sangre, al modo partisano, pero las torturas que describe merecieron una respuesta de Dolores Ibárruri, que se adjunta como texto complementario.

Entre todos los hombres, la maestra de Tomiño Josefa García Segret no murió. "A su marido lo pasearon, y ella fingió un embarazo en la prisión de Tui. El médico que se lo diagnostica es Darío Álvarez Blázquez, hijo de Álvarez Limeses, que se la juega". El falso feto, un bulto de toallas teñidas de sangre menstrual, es enterrado en una caja de zapatos. Cuando cree haber sido descubierta, escribe abajo las dictaduras. El título de las memorias que publicó en 1982.

Hablando de la memoria, y del alcance de las políticas institucionalizadas desde 2006, Alonso Montero recurre a Sarkozy. "Fue él quien impuso que en los liceos, a comienzos de curso, se leyese la última voluntad del comunista Guy Môquet", dice. "Yo ya he propuesto que Sarkozy le escriba a la conselleira de Educación para que aquí lean la carta de Manuel Estévez".

Retrato del albañil Manuel Estévez, uno de los dibujos que realizó en la cárcel de Tui el pintor lugués Prieto Coussent, acusado de ayudar "a obreros y anarquistas". Coussent murió en Granada en 2001.
Retrato del albañil Manuel Estévez, uno de los dibujos que realizó en la cárcel de Tui el pintor lugués Prieto Coussent, acusado de ayudar "a obreros y anarquistas". Coussent murió en Granada en 2001.LALO R. VILLAR

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