Antología del ladrillazo
Tres jóvenes arquitectas diseñan una exposición que ofrece una mirada irónica sobre la crisis inmobiliaria
El paisaje de cadáveres inmobiliarios que se puede contemplar en Galicia y en el resto de España ha inspirado a tres jóvenes arquitectas (reunidas bajo el sobrenombre de Cadelasverdes) para ejecutar un proyecto con el que llamar la atención sobre las consecuencias de la fiebre del ladrillo. La sede del Colegio de Arquitectos de Galicia (COAG) en Santiago exhibe desde ayer una exposición fotográfica en la que se muestra cómo sería la vida en esas casas que estaban destinadas a ser habitadas y acabaron convertidas en ruinas. "Es un proyecto que nos sirve para exorcizar demonios", señala Luz Paz, una de las arquitectas, "y también es una forma de generar una reflexión sobre lo que está pasando".
"Es un proyecto que nos sirve para exorcizar demonios"
Parecía que la única forma de felicidad era llegar a ser propietario
En las fotografías que forman la muestra el espectador puede ver como unas familias, aparentemente normales, desarrollan su vida diaria en unas viviendas que han quedado sin terminar. Los actores que han participado en el proyecto son familiares de las propias arquitectas y el mobiliario empleado fue prestado por empresas que colaboraron con la iniciativa. Las arquitectas realizaron una labor semejante a la de un director de cine, ya que primero fotografiaron los escenarios donde se iban a montar las escenas y luego instruyeron a los improvisados actores para que posasen de la forma que ellas querían. La mayoría de las fotografías fueron tomadas en inmuebles abandonados de la comarca de Ferrol, ya que es donde residen dos de las impulsoras del proyecto.
Luz Paz explica que la idea surgió hace un par de años, cuando comenzaba a agudizarse la crisis inmobiliaria, y decidieron darle al proyecto el nombre de Spanish Dream para ironizar sobre el hecho de que hace unos años parecía que la única manera de la que un español podía ser feliz era llegar a ser propietario de una vivienda. "Tener casa propia es un sueño típicamente español que no se da en otros países de Europa. Yo misma conozco a parejas que incluso decidieron vivir juntas en casa de una de sus familias con tal de poder ahorrar para comprar un piso. Ahora muchos están en el paro y no tienen dinero ni para pagar el piso, ni para alquilar", indica Ana Amado.
Según las promotoras de Spanish Dream, las responsabilidades en esta especie de locura colectiva en la que nos involucramos casi todos hay que repartirlas entre distintas partes, en las que sobresalen los poderes públicos y los bancos. Tampoco sus colegas de profesión quedan a salvo ya que detras de cada una de los inmuebles en ruinas que aparecen en las fotografías hay un arquitecto responsable. Paz recuerda que un informe realizado hace unos años por el propio COAG señalaba que tan solo un 5% de los arquitectos colegiados en Galicia dirigían todas las promociones inmobiliarias que estaban en marcha . "El resto nos dedicábamos a otras cosas", añade, "lo que no quita que hayamos tenido un papel activo en todo lo que ha pasado. Lo estamos pagando con el desprestigio de la profesión y la falta de encargos".
Ellas mismas tienen que afrontar la mala situación del sector. Ana Amado se ha trasladado a Madrid en busca de mejores oportunidades, Marta Marcos también está pensando en emigrar y Luz Paz, sin proyectos a la vista, se dedica a dar clases en la Escuela de Arquitectura de A Coruña. Paz advierte de que Galicia está perdiendo dinero invertido en formación y un capital humano importante. "Mmuchos de mis alumnos están pensando en marcharse ante la falta de oportunidades que hay aquí", lamenta.
Durante la realización del proyecto confiesan habérselo pasado muy bien y reivindican que, a pesar de todo lo sucedido, la figura del arquitecto sigue siendo necesaria. "Se nos ha visto como unos mercenarios al servicio de los constructores y la arquitectura no es eso", indica Luz Paz. "Nosotros somos los que diseñamos los lugares donde vive la gente y esa es una labor importantísima", reivindica Ana Amado. A pesar de todo, no pierden el buen humor y llevaron la ironía hasta la inauguración de la muestra, donde los cánapés habituales fueron sustituídos por bocadillos envueltos en papel de aluminio, el almuerzo preferido por los obreros que levantaron los muertos vivientes que ahora jalonan nuestra geografía.
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