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El PP pierde la alcaldía de Benidorm

La juerga de la tránsfuga

Zaplana y el PP celebraron una fiesta con la concejal que les dio la alcaldía de Benidorm en 1991 - Maruja Sánchez recorrió media España antes de la moción

"Nunca he tenido mayor ambición de acceder a un cargo público porque he podido comprobar que la participación pública me llena plenamente y no es necesario gobernar para tener presencia permanente ante la opinión pública". Esta frase la pronunció Eduardo Zaplana a las pocas horas de acceder a la alcaldía de Benidorm, entre la juerga que el mismo viernes del pleno de moción de censura se corrió la derecha local en una discoteca y la firma de su primer bando como primer edil, en el que prohibió y penalizó algo que ya estaba prohibido: el consumo de drogas en lugares públicos de la ciudad.

La noche del viernes 22 de noviembre del año 1991 fue larga. Los testimonios gráficos recogidos de la época descubren a Zaplana en el centro de la pista de la discoteca KM marcando el paso con su pareja de baile Maruja Sánchez, la concejal tránsfuga que lo aupó a la alcaldía, profesora a su vez en una academia de baile.

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Allí acudió a jalear la moción Pedro Agramunt, entonces presidente regional del Partido Popular y hoy presidente del Comité Electoral de la dirección regional popular, que posó junto a Maruja Sánchez y a Vicente Pérez Devesa, que ocuparía la alcaldía de Benidorm tras ganar Zaplana las elecciones autonómicas. Zaplana había pasado de ocupar el último lugar de la lista al Congreso por Alicante en el año 1982 a presidir la Generalitat 13 años más tarde. Pero nunca se olvidó de la familia Sánchez-Martínez.

La profesora de baile, acompañada por su marido y sus hijos, comenzó un periplo vacacional a gastos pagados por toda España tras la presentación de la moción. Periplo que se prolongó durante casi un mes entero y que la llevó a recorrer Andalucía -donde visitó Málaga, Sevilla o Cádiz, incluyendo una visita a Gibraltar-. El tránsito continuó por Extremadura, y el su recorido cambiaban de ciudad y de hotel cada dos o tres días para tratar de evitar que fuera reconocida.

En algunos lugares de su deambular viajero recibió incluso la visita de Zaplana. Pero cuando estaba en Guadalajara, la presión mediática se había convertido en insoportable. Se hablaba, incluso, de secuestro. Así que decidieron que volviera a Benidorm para comparecer fugazmente en una rueda de prensa donde confirmó que había tomado libremente la decisión de firmar la moción de censura.Maruja Sánchez entró y salió del lugar de la rueda de prensa por un garaje privado y al acabar enfiló la ruta del norte de España, conparada en Andorra. La comitiva de hotel en hotel estuvo encabezada por Francisco Jiménez Fuster, vecino de Sánchez que no se separó de su lado en ningún momento.

Jiménez Fuster era conocido por el sobrenombre de Paco América, nombre que le venía de la tienda de discos América que regentó en la década de los 70 y los 80 en la avenida de Jaume I de Benidorm, y compartía vecindario con Sánchez en la marina San Pedro. , aunque era natural de . En un chalé propiedad de Francisco Jiménez ubicado en Callosa d'en Sarrià también residió durante unos días la concejal tránsfuga, en el inicio de la campaña de recolección de cítricos.

Los favores de Paco América fueron recompensados con cargo al erario público. Su mujer fue contratada en el Ayuntamiento y Jiménez en Canal 9, donde también llegó a trabajar años después el hijo de Maruja Sánchez.

La tránsfuga acabó aquella legislatura como concejal de Servicios Sociales y Cultura. A partir de 1995 empezó su trayectoria profesional como asesora, que concluirá 14 años después, el próximo día 22 si, como parece, prospera la moción de censura de los socialistas.

A pesar de que Zaplana dejó la alcaldía de Benidorm cuatro años después, tras lograr alcanzar la presidencia de la Generalitat, la edil tránsfuga se mantuvo en el cargo en las etapas de Vicente Pérez Devesa primero y con Manuel Pérez Fenoll hasta la actualidad. Muchos de los concejales actuales del PP han llegado a manifestar, en privado, su sorpresa por la continuidad de una asesora del gobierno local que ni siquiera acudía a su puesto de trabajo.

El marido de Sánchez, Pedro Martínez, también se ha pasado otros 12 años en un despacho de la sede del Consorcio Provincial de Bomberos de Benidorm como cargo de confianza. Pasaba por allí algunos días de la semana, habitualmente de 9 a 12. Su primera actividad era leer tres periódicos, siempre El PAÍS, El Mundo y Marca. El resto del tiempo lo ocupaba al teléfono, gestionando asuntos de su actividad privada, vinculada a la contratación artística. Las últimas nóminas fueron de 2.380 euros netos. Fue despedido tras las elecciones de 2007 y se fue amargado. "No me han dado ninguna explicación. Creo que después de 12 años merecía algo más", afirmó. "No sé si hay un trasfondo político en la decisión de no renovarme el contrato. Soy un profesional, no un político", llegó a declarar a EL PAÍS. Su sitio lo ocupó Gabriel Such, el ex alcalde de L'Alfàs del Pi afín a Ripoll. La diferencia con Martínez es que Such ni va por el despacho.

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