Una falla incombustible
La verdad es que en esta Comunidad de nuestros pecados uno no tiene ocasión de aburrirse. No hay consejería, diputación o simple municipio que de vez en cuando no nos sorprenda con alguna extravagancia hilarante, que solemos seguir entre entusiasmados y atónitos. Nadie se extraña de que por estos pagos el teatro ande de capa caída: como que le han salido unos competidores durísimos. ¿Para qué vamos a ir a ningún espectáculo si nuestros representantes (?) nos lo dan gratis cada día? Aunque las cosas como son, en esto, igual que en lo demás, sigue habiendo clases. ¿El Ayuntamiento de Valencia?: no está mal. Por ejemplo, han albergado un montón de sainetes, a cual mejor, como la Fórmula 1 y lo de los barquitos, pero ahora, llegado el 19 de marzo, los queman en la plaza del ídem reconociendo que todo era broma. Pues claro. O lo de la Diputación de Castellón y su aeropuerto virtual. Otros que saben distinguir entre la realidad y la ficción: llegan los viajeros a Reus y nuestra Dipu les paga la diferencia hasta la capital de la Plana. Gente sensata, mecenas de la farsa, pero siempre con los pies en la tierra. Ahora bien, quien de verdad ama la farándula hasta el punto de que nunca queman los desechos del año anterior, sino que van edificando una falla interminable, son los de la Consejería de Educación. Yo, cuando me los encuentro en un programa de Canal 9, no puedo evitar imaginármelos con el blusón negro, en plan comisión fallera (algo de casal tiene el edificio de Campanar, por cierto, con ese tejadillo estilo barraca de L'Horta). Primero fue aquello de las clases de Educación para la Ciudadanía en inglés con un intérprete: soberbio. Luego la humorada de que los niños valencianos aprendiesen chino mientras iban en el tren chu chú: genial. Pero es que lo de la educación sexual impartida por la Iglesia ya desborda nuestras expectativas. ¿Se imaginan?: los escolares valencianos, que de esa materia saben latín y están hartos de descargarse vídeos que harían ruborizarse a un sargento de la guardia civil, van a tener que oír todo aquello de las abejitas. Más fuerte todavía: supongo que, ya puestos, les explicarán el cambio climático sacando a relucir el arca de Noé, todo con absoluta seriedad, estilo Gila, no como los humoristas horteras que acaban diciendo "es broma". En EE UU a eso se le llama creacionismo, ha originado una polémica tremenda y ha obligado a que haya asignaturas dobladas, de Biología darwinista y de Biología bíblica. Aquí lo que vamos a tener son clases prefalleras, turbiamente materialistas, o salvíficas clases postfalleras y, además, sin traumas. Esta sociedad da gusto. Dicen que en mayo vamos a indultar a nuestros ninots, pero yo propongo que esta noche, después de cantar el himno en chino, salvemos del fuego al monumento entero.
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