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Columna
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Otro error de Alarte

Jorge Alarte, el líder de los socialistas valencianos, tiene una capacidad enciclopédica para cometer errores de bulto. El más reciente, aunque seguro que no el último, es la designación de Joan Calabuig como precandidato a la alcaldía de Valencia. Vaya por delante que, tras 20 años de disfrutar de Rita Barberá, lo que está en cuestión no es la capacidad de Calabuig como futuro alcalde, sino como candidato.

La retirada de Carmen Alborch, después de cuatro años de oposición implacable e impecable, es un jarro de agua fría para la izquierda. Pero, aun concediéndole a Alarte el beneficio de la duda de que hizo todo lo humanamente posible para convencer a Carmen de que fuera la candidata, solo se puede entender las prisas que se ha dado con el lanzamiento de Calabuig en clave absolutamente interna de partido, algo irrelevante para la ciudadanía. Probablemente constituya un punto de equilibrio en la complicada trama de familias de los socialistas valencianos, pero eso no aporta ningún plus electoral. Calabuig lleva más de 30 años dedicado a la política, es decir, toda su vida profesional, y sin embargo se da la paradoja de que muy pocos de sus propios votantes conozcan no ya una iniciativa política suya, sino ni siquiera su existencia, aun a pesar de haber sido diputado autonómico, eurodiputado y de ocupar en la actualidad un escaño en el congreso. Por muchas cualidades que pueda tener, lo cierto es que hoy por hoy Joan Calabuig, es, como decía Borges, un perfecto desconocido visto por detrás. Y con esos mimbres pretende Alarte que se enfrente a Rita Barberá.

Si hoy Manuel Mata confirma que reúne los suficientes avales internos para disputarle la candidatura a Calabuig en las primarias, aún quedarán más patentes las carencias de este. Porque Mata no solo ha sido un político con iniciativas tanto en el gobierno municipal, como en la oposición, sino que además es un profesional con prestigio y reconocimiento público (fue el abogado acusador contra Maeso), que también ha sabido participar en el debate público en diversos foros ciudadanos y como tertuliano de la SER.

Pero en todo este asunto hay un misterio aún mayor. Cualquier analista político sabe que para que los socialistas lleguen a la Generalitat necesitan disminuir radicalmente la ventaja que les lleva el PP en la ciudad de Valencia. Para ello la figura del candidato a la alcaldía de Valencia es clave, porque puede arrastrar miles de votos al candidato a la Generalitat en un sentido o en otro. Por eso resulta difícil de entender la apuesta de Alarte por Calabuig, un candidato, que siendo endeble, le debilita a él. La única ayuda que puede aportar Calabuig a Alarte es garantizarle la paz interna y evitar una rebelión en el supuesto de que perdiera las elecciones, de cara a su consolidación como secretario general del PSPV-PSOE. Y claro, da escalofríos pensar que esa sea la pírrica victoria a la que aspira.

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