"Las carreras técnicas y las ingenierías son una apuesta de la Universitat de València"
Antonio Ariño es el vicerrector de Convergencia Europea y Calidad de la Universitat de València. A ese cargo, o precisamente a causa de él, añade la dirección del plan estratégico. Una herramienta con la que la universidad, que ha superado los 500 años, pretende afrontar el nuevo siglo.
Ariño, sociólogo, experto en interpretar estadísticas y tendencias, valora la situación actual de la Universitat; el futuro de las humanidades; las reformas del Gobierno y la pérdida de alumnos, que alcanza los 15.800. El vicerrector acepta comentar un asunto que parece haber dejado de ser tabú. Si la Politécnica oferta Administración y Dirección de Empresas o Comunicación Audiovisual, ¿puede la Universitat impartir carreras propias tradicionalmente de la institución vecina? "Ésta no es la universidad literaria", responde Ariño, "es la Universitat de Estudi General, que abarca históricamente todos los campos del saber. Por lo tanto, la dimensión de las carreras técnicas e ingenierías es una apuesta de la Universitat de València". Y aún más: "No queremos que sea una parte marginal sino todo lo contrario. Queremos que sea una parte central".
"El problema más grave del Gobierno ha sido la indecisión. Hemos visto papeles y calendarios que no se cumplían y eso genera un gran desasosiego"
"No asistimos a la muerte de las humanidades. La sociedad de la información requiere personas que conviertan la información en conocimiento"
Pregunta: ¿Cuál es la situación de la Universitat?
Respuesta: Yo creo que tenemos una oferta formativa muy amplia. Y que hay titulaciones con demanda muy alta que no hemos sido capaces de atender.
P. ¿Por qué?
R. En Medicina por la normativa estatal, que asigna el número de plazas. Las hemos incrementado este curso y pediremos seguir incrementándolas. Tenemos 1.400 estudiantes en lista de espera, y existe una demanda de médicos en la Comunidad Valenciana. Las estadísticas muestran un desajuste clarísimo entre el número de licenciados y la demanda de médicos.
P. Está el caso de Magisterio.
R. Nuestro problema hasta ahora en Magisterio ha sido el edificio, que es ruinoso y plantea muchas dificultades para la docencia. Estamos esperando que se desbloquee la problemática de la financiación para construir el nuevo en Tarongers. Perfectamente podemos duplicar los grupos, aunque tampoco lo haremos de golpe. En Ciencia Política estamos teniendo una demanda notable y deberíamos desdoblar los grupos.
P. Hay carreras a la baja.
R. La caída más grande se ha producido en Historia del Arte. Desde que el ministerio empezó a decir que la carrera estaba en tela de juicio, la caída ha sido espectacular. Matemáticas la había experimentado con anterioridad. Pero todos los informes indican que en Matemáticas hay y habrá demanda de profesionales. La reducción permite hacer un énfasis en la calidad.
P. ¿Qué significa "mejorar la atención al alumno"?
R. Un ejemplo son las tutorías de primer curso. Hay una ruptura muy grande entre el instituto y la facultad, que afecta más quizá a quienes pertenecen a un sector frágil socialmente. Pasan por una etapa de cierta desorientación, y es posible que favorezca el abandono. Vamos a lanzar una encuesta para conocer las características del alumnado y mejorar nuestra oferta de servicios.
P. La Universitat tiene unos 46.000 alumnos pero superó los 60.000 alumnos en los noventa. ¿Creció demasiado?
R. Tamaños de 65.000 estudiantes, para los recursos que había, son inmanejables. Yo era profesor entonces y recuerdo clases que llamo de anfiteatro. Los alumnos se peleaban por coger sitio. Y la universidad hizo un esfuerzo ingente, que no tuvo el reconocimiento necesario. Creo que aquella situación desbordó al estado y desbordó a las universidades.
P. Pero la cosa cambió.
R. Inmediatamente comenzaron a aparecer universidades en nuestro entorno. Y se produjo una redistribución. La Jaume I de Castellón dependía de Valencia. Más recientemente, titulaciones de centros privados vinculadas a nosotros se han integrado a la Universidad Católica.
P. El último informe estratégico de la universidad señala la necesidad de revisar la oferta de carreras. ¿Barajan ofrecer titulaciones técnicas?
R. Creo que tenemos capacidad para ello. Si no lo hemos planteado hasta ahora ha sido sencillamente porque legalmente no se podía. El ministerio dijo que no se podían presentar nuevas titulaciones en tanto no se implanten las nuevas. Estamos esperando a ver cómo culmina el proceso en el Gobierno para realizar nuestra oferta en el campo de las tecnologías. No quiero dejar pasar que la Universitat de València pidió Biotecnología, porque tenía recursos para ponerla en marcha, y se le concedió a la Politécnica. Nieto no era conseller, pero estaba en vías de serlo. Estamos hablando de julio y pasó a ser conseller en agosto.
P. ¿Saben ya cuáles?
R. Yo no diría ninguna titulación en concreto. A la luz de los datos sobre demanda y de los recursos que hemos desarrollado estos años en el campo de las ingenierías trataremos de encontrar salidas. Diseño Industrial, por citar uno de los nombres en los cuales trabajado. Pero yo no me cerraría ahora. Lo que sí puedo decir es que el ámbito de las ingenierías no va a ser un apéndice de la Universitat de València. No queremos que sea una parte marginal, sino todo lo contrario. Queremos que sea una parte central. Que tenga sinergias con otros campos como la biología, la química... o el Derecho, si hablamos de problemas legales en el campo de las TIC.
P. ¿Estamos asistiendo a la muerte de las humanidades?
R. Estamos asistiendo a una reorganización de los saberes, no a una muerte. La sociedad del conocimiento no puede ser justamente la muerte de las humanidades. No quiero teorizar, pero distingo entre información, conocimiento y sabiduría. Hablar de sociedad de la información es hacerlo de un modo poco preciso. Información ha habido siempre. Lo que pasa es que cada día es más barata y sobreabundante. Lo importante es cómo convertimos la información en conocimiento. Y cómo generamos también sabiduría. Me parece que las humanidades tienen ahí un papel insustituible. Y, creo, por otro lado que hay un renacimiento de las humanidades. Con un concepto más complejo, para públicos nuevos, con interés en el desarrollo personal.
P. El Gobierno, ¿lo está haciendo tan mal como se dice?
R. El problema más grave de este periodo es la indecisión, la indeterminación. Hemos visto papeles que establecían un calendario que luego no se cumplía. Se sustituían por otros papeles que tampoco se cumplían. Nosotros hemos comprometido al personal de nuestras universidades, primero en la elaboración de los libros blancos de los títulos, que duermen el sueño de los justos en cajones. Y eso fue un esfuerzo muy grande para las universidades. Luego vino la presentación de las fichas técnicas, y creamos grupos de trabajo sobre esa propuesta de catálogo. Y ahora nos encontramos con una nueva propuesta que lo redefine todo. Esa sucesión de propuestas que no se materializan luego en una política activa es lo que está generando un desasosiego muy grande. Siempre he dicho que es mejor una ley imperfecta que se aplica que una ley perfecta que no se aplica.
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