Las caras de la indignación
Jóvenes y adultos extienden la protesta a lo largo del territorio
La indignación no hace distinciones de condición, edad o sexo. Su rostro puede ser el de Salvador, de 37 años, que acudió ayer con su familia a la concentración de la plaza del Ayuntamiento de Valencia porque está "cansado de las formas políticas de España y es necesario un aire diferente". O el de Paquita, de 74 años, que explica: "Voy a todo lo que puedo". Viene de Paterna y asume modestamente que no hace nada. "Al menos hago bulto", sonríe con timidez. Paquita recrea las charlas que tiene en el pueblo acerca del Movimiento 15-M y critica a los que dicen que "ya se apañarán" los jóvenes. "Pues no", exclama, "hay que arreglar las cosas".
Julio de 22 años apunta que la justicia política y la injusticia electoral "no son democráticas, eso hay que cambiarlo". Su acompañante, sostiene que uno de los motivos por los que ha acudido al epicentro de la protesta en Valencia es que "se invierte el dinero en cosas que no benefician a la juventud y poco en educación".
En elló está Kelsang, universitario y voluntario de la comisión de Prensa. Dice que "esto es una pasada" mientras le suena el teléfono dos veces en dos minutos. "Mucho curro", admite. Estudia Periodismo y asegura que ha aprendido más en tres días que en toda la carrera.
Además de Valencia, las plazas de María Agustina, en Castellón, o de la Montañeta, en Alicante, se llenaron de jóvenes, familias con hijos, jubilados y gente de todas las edades que quisieron compartir su malestar y sus ganas de perfeccionar la democracia.
En Alicante, una pancarta con el lema Estamos de reflexión presidía la plaza. "Pero reflexionar no significa no hablar de la situación del país. Estoy aquí porque creo que vamos a cambiar la historia", aseguró Guillem, un joven, de 22 años, estudiante de Filología. "Es necesaria una política y unos políticos nuevos, más cercanos a la calle y a los ciudadanos", añadió
En otro punto de la plaza, entre los grupos de trabajo en los que se ha divido la organización, un grupo de estudiantes de Historia de la Universidad de Alicante también quiso sumarse a la movilización. "Estoy aquí para protestar por la situación del país, por la corrupción, por los abusos de la banca", dijo David de 37 años. Su compañero Víctor, de 22, añadió: "Necesitamos nuevos políticos". Respecto al movimiento, mostró su confianza en que "puede acabar convirtiéndose en un puente para canalizar las demandas y la realidad social con los gobernantes".
PEPA Y GABRIEL: "Tenía ganas de que pasara algo así"
Pepa Baixauli y Gabriel Carrión, ambos de 44 años, se desplazaron ayer desde Bétera a la plaza del Ayuntamiento de Valencia para sumarse al movimiento 15-M.
"Tenía ganas de que pasara algo así, quiero participar en esto y que cambien las cosas", comenta Pepa. "Me parece que estamos viviendo algo único y quería que mis hijos lo vieran".
"¿Qué es reflexionar?", pregunta Mateo, el hijo mayor, de 7 años, en referencia al lema que su padre lleva en las manos. "Estoy reflexionando significa estoy pensando", responde su madre.
Tras la interrupción, Pepa explica que se identifica con la mayor parte de los planteamientos que recoge el manifiesto del 15-M. "Unos ejemplos, pues combatir la politización del poder judicial o pelear contra la corrupción", apunta.
LORENZO, GREGORIO Y ANTONIO: "De aquí solo puede salir algo bueno"
Lorenzo Monleón, 58 años (Torrent) y Antonio Márquez, 59 años (Valencia) son antiguos compañeros de trabajo en el sector de la madera. Gregorio Bayo, 62 años (del barrio de La Torre) es amigo de Antonio. Los tres -"militantes de la lucha obrera en la clandestinidad", como apunta Gregorio- se encontraron ayer en la plaza del Ayuntamiento a la que acudieron a expresar su indignación y su "solidaridad con los jóvenes".
"Esto me ha servido para salir de la apatía, era imposible, y muy preocupante, que no se moviera nada con cinco millones de parados", comenta Lorenzo, "de aquí solo puede salir algo bueno". "Conseguimos grandes conquistas sociales y poco a poco nos las han ido quitando, vivimos en una pseudodemocracia", apunta Antonio. "Esta movilización me llena de satisfacción, es una gran alegría, será una locomotora de cambios".
ALBA Y MARIAN: "Aún no sabemos qué votaremos"
Estas son las primeras elecciones para Alba Pla, de 19 años (Mislata), y Marian Martínez (Benicalap), de 20. Ninguna de las dos tenía idea ayer a mediodía de qué iban a votar. "Tengo muchas dudas. Si opto por un voto nulo, como meter un chorizo en un sobre, o un voto en blanco, los beneficiados son los grandes partidos... No sé aún qué hacer", explicó Alba. "Yo también estoy pensando qué voy a hacer mañana [por hoy]", señaló Marian.
Las dos se quedaron la noche del viernes a dormir en la plaza del Ayuntamiento de Valencia y forman parte del grupo de apoyo a la organización: "Ayudamos en el grupo de creatividad, la ludoteca...". "Yo he venido aquí para denunciar cómo está el sistema de corrupto", apunta Marian. "Solo votas cada cuatro años", añade Alba, "no me parece que sea una buena opción, mientras tanto, los partidos no escuchan lo que la gente les dice".
JUAN BORDERA: "No estamos manipulados"
Ya hace días que Juan Bordera acampa en Valencia. Como todos los del Movimiento, estaba harto de muchas cosas, creía que el mundo no tenía por qué ser así. El lunes decidió crear un evento en Facebook en apoyo a la acampada de Sol en Madrid. Al principio eran pocos, apenas unas decenas. Ayer eran varios miles. "No me lo creo", se sincera. "Es un sueño. Fue muy espontáneo y no me lo esperaba. No pensaba que íbamos a tener esta repercusión... ¡La primera noche éramos 12!". El problema de hablar con Juan es que no para de contestar preguntas, cuestiones de logística, comunicación, prensa... Es de los que más tiempo lleva y la gente acude a él hasta que coge confianza. Rechaza las sospechas de algunos sectores mediáticos que aseguran que el movimiento está manipulado. "Si está manipulado, ¿cuál es la intención? Vamos en contra de todos los que vayan en contra del pueblo".
MARC BOSCH: "Mientras la gente venga, estaremos"
Marc, estudiante de doctorado de Informática de la Universidad Politécnica de Valencia, le dijo a su madre que se iba a la plaza el lunes y no ha vuelto a hablar demasiado con ella. "El otro día me pregunto que qué hacíamos ahí en el Ayuntamiento. Le contesté que cambiar el mundo, cambiarlo todo". Se muestra muy seguro de que hoy es solo un día más, que el Movimiento continuará. "Mientras la gente venga, nosotros estaremos", afirma. "Vale, hay tanta gente porque es fin de semana y mañana [por hoy] son las elecciones, pero hemos dejado suficientemente claro que esto no es por las elecciones", argumenta. Desde el primer día, anda de arriba a abajo con un megáfono y un peto amarillo. Organiza, lo suyo es la logística, aunque las horas le han obligado a hacer un poco de todo. "No sé cómo funcionará si esto se extiende a los barrios", supone, "pero lo importante, son las asambleas".
ADORACIÓN Y CARLOS: "Aún no nos conocemos"
En el corazón de la acampada, entre venas de cartón y arterias de plástico, Carlos y Adoración integran, en parte, el latido del Movimiento 15-M. Ella es la jefa suprema del gabinete jurídico, cargo del que huiría si lo escuchase en un mundo donde "todos somos prescindibles". Carlos es su apoyo, el que le acompaña a hablar con la policía si una farola pierde un tornillo o las reporteras de Canal 9 sufren demasiados abucheos (ayer pasó). Tienen algo así como un despacho con paredes de lona y allí descansan y comen melón y platano. Entra alguien de prensa, alguien de logística, preguntan, contestan... Los dos pasan de la treintena, ella es profesora de Derecho en la Universitat de València y él consultor y auditor. "No nos conocemos", rien, "de hecho, ayer hablamos todos de cenar la semana que viene a ver si nos conocemos un poco".
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