Intercambios
Acabado el paréntesis fulgurante de las Navidades, me encontraba yo saliendo del mundo de Gorm -los lectores con hijos varones seguro que saben de lo que hablo- y satisfecha porque este año ya casi me he aprendido los personajes de este fantástico mundo, cuando he aterrizado en la realidad y me he dado cuenta de que en algún lugar del camino se me ha perdido algo. O me he perdido yo, que es incluso más probable.
Trajeron los Reyes la noticia de las llamadas sin contestar que Jorge Alarte realizaba infructuosamente al Molt Honorable Camps, sin que este le contestara. ¡Qué lástima! Pero, ¡ay! oídas o más bien, leídas las quejas del representante del socialismo valenciano, el president se apresuró en contestar las llamadas. Seguro que iba a ser el comienzo de una gran amistad, dicho en términos cinematográficos, aunque quizá sea más oportuno utilizar otra metáfora a la altura de una canción del Dúo Pimpinela o -más de andar por casa- en una balada tipo "te quiero un huevo" en lenguaje presidencial. Una vez establecido el primer contacto deciden -y así lo hacen público- que sus respectivos gabinetes acuerden sobre los temas que hay que hablar en la primera cita, ¡qué emoción! Y luego nos preguntamos por qué nuestros conciudadanos ven con malos ojos a los políticos. Quizá tenga que ver este hecho: para que dos políticos queden a hablar, antes un montón de gente tiene que acordar un montón de cosas. ¿Qué acordarán? ¿De cuándo es la reunión? ¿De qué temas se habla? ¿De cuáles por supuesto son tabú: la corrupción quizá?, ¿la persecución ignominiosa de miembros de la oposición? Quién sabe. Deben de ser muchos los acuerdos y tabúes previos, porque todavía no han tenido esa primera cita para intercambiar opiniones, soluciones, desasosiegos o lo que sea que quieran intercambiar... y esto con la que está cayendo. Puede que tantas energías desperdiciadas de asesores encorbatados y atacados ante tan magna responsabilidad, nos las hubiésemos ahorrado si simplemente alguien se hubiese hecho la siguiente pregunta: ¿se dan las condiciones democráticas indispensables para mantener un encuentro político con el presidente de la Generalitat en este momento de corrupción generalizada del PP, parálisis del Gobierno y desprecio absoluto al limpio juego democrático? ¿De verdad se dan?
¡Qué difícil cuando en democracia hay que reivindicar lo evidente!, que hay que cumplir la ley
No recuperada de este culebrón, se publica la noticia del procesamiento del concejal Jorge Bellver por un posible delito de prevaricación. Se le ocurrió hacer un aparcamiento afectando a un bien de interés cultural sin pedir el informe preceptivo de las autoridades de Patrimonio. Pero claro, dónde van a parar la historia y la cultura comparadas con la poesía que destila un aparcamiento subterráneo. Parece que al fin alguien va a tener que responder ante la justicia. ¡Qué difícil cuando en democracia hay que reivindicar lo evidente! Esto es, algo tan poco subversivo como que hay que cumplir la ley. También aquellos que están en el Gobierno. Como respuesta a este procesamiento, ni corta ni perezosa, Barberá, acompañada de Cotino ¡casi nada! anuncia una querella contra la ministra de Cultura por prevaricación. Independientemente de preguntarme quién ha encargado el informe en que se basa la querella, quién lo ha pagado y cuánto u otras motivaciones, hay otra cosa que me ha preocupado, y mucho. Barberá en la rueda de prensa, más que de la querella, habló del procesamiento de Bellver -Jorge decía ella-. ¡Se ve que pica! Habló del procesamiento del concejal y lo comparó con la querella que se iba a presentar contra la ministra. Más allá de la habitual falta de sobriedad en las declaraciones de Barberá, lo que me llamó la atención es que dijo que el caso de Bellver y el de la ministra son intercambiables. Y esto sí me suscita muchas más preguntas para las que no tengo, o prefiero no tener, respuesta. ¿Intercambiables? ¿Como rehenes? ¿A qué intercambio se refiere? ¿Yo dejo en paz a los tuyos y tú a los míos? ¿Si la querella la interponen porque creen que la ministra es culpable, esto significa que Bellver también es culpable? ¿Si Bellver no es culpable al ser intercambiable, por qué le ponen una querella a la ministra si saben que no es culpable? ¿Por pura lucha partidista? ¿Y la ética pública? Demasiadas preguntas. O solo una. ¿Se dan hoy las condiciones democráticas para mantener cualquier tipo de "intercambio" con el Partido Popular?
Mònica Oltra es portavoz adjunta de Compromís en las Cortes Valencianas.
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