Barberá reta a Cultura con más derribos
La policía desaloja a vecinos y políticos que intentaron evitar las demoliciones en El Cabanyal
El Ayuntamiento de Valencia eligió el día en que se levantaba el secreto del sumario del caso Gürtel, en el que están envueltos dirigentes del PP valenciano, para ejecutar el derribo de cinco inmuebles en el barrio de El Cabanyal, protegido desde enero por una orden ministerial de Cultura. El balance fue dramático para los vecinos; cinco edificios reducidos a escombros, dos detenidos por resistencia a la autoridad, varios políticos sacados a rastras del lugar del conflicto y una contundente actuación policial.
Una vecina había dado la voz de alarma unas horas antes. En torno a las ocho de la mañana logró juntarse un reducido grupo de residentes contrarios a los planes municipales para defender las casas. "La fuerza de la razón nos acompaña", gritó Faustino Villora, dirigente de Salvem El Cabanyal, insuflando ánimos a los vecinos que se acercaron. Se abrazaron a las casas para impedir la entrada de las palas excavadoras, pero al final no pudieron hacer frente a las decenas de policías -locales y nacionales- que acordonaron la zona. La tensión podía cortarse.
Políticos de la oposición al PP, que se desplazaron hasta el lugar para apoyar a los vecinos, fueron sacados por la Policía Local en volandas e incluso a rastras tras la petición de la policía de que desalojasen el lugar. En esa situación se vieron los socialistas Salvador Broseta y Vicente González Móstoles o las diputadas autonómicas de Compromís y de Esquerra Unida Mònica Oltra y Marga Sanz, respectivamente. Sanz presentó una denuncia por las lesiones sufridas durante el desalojo.
La Policía Nacional acabó cargando. Cuando todo acabó, Salvem criticó la actuación de la Delegación del Gobierno, sobre todo por el papel que desempeñó la Policía Nacional. "La delegación no ha defendido la orden ministerial de Cultura como debía", dijeron."Intentan tapar con estos derribos las vergüenzas del PP", dijo Oltra en alusión al levantamiento del secreto de sumario del caso Gürtel. Los socialistas insistieron en la misma idea: "Es mucha casualidad que los derribos se hayan hecho hoy [por ayer], en que se hace público el sumario. Es como mínimo sospechoso", agregó la portavoz socialista en Valencia, Carmen Alborch.
Poco antes se presentó de improviso en El Cabanyal el primer teniente de alcalde de Valencia, Alfonso Grau, que mantuvo un careo con dirigentes de Salvem y con el edil socialista González Móstoles. Grau aseguró que los socialistas secundaron en un pleno que no habría derribos en la zona de El Cabanyal catalogada BIC (Bien de Interés Cultural) y las actuaciones de ayer estaban fuera de esa zona. Móstoles replicó que mentía.
De nada sirvió que la plataforma Salvem y la Abogacía del Estado intentaran detener los derribos en los juzgados ayer mismo. La titular de uno de ellos, el número 9 de lo Contencioso, Laura Alabau, fue sancionada en 2007 por negarse a oficiar matrimonios entre homosexuales. Los dos juzgados entendieron que no había urgencia y no se pronunciarán hasta dentro de unos días, culminados los cinco derribos de ayer y permitiendo, entre tanto, cualquier otra actuación.
Los últimos resistentes fueron dos jóvenes que, encaramados al tejado del edificio situado en el número 15 de la calle de Vidal Canelles, retrasaron una hora la acción de las máquinas mientras el resto de vecinos corearon todos a una "Salvem El Cabanyal" para conjurar su impotencia. Acabaron los dos detenidos y en medio del follón, la policía acabó cargando contra los vecinos.
El Ayuntamiento insistió en que los derribos están amparados por una ley autonómica que ayer entró en vigor y que deja sin efecto la orden de Cultura. Estos edificios tienen licencias de derribo anteriores a la entrada en vigor de la orden ministerial que tras ser recurridas, fueron validadas por los juzgados.
La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, dijo que pedirá a los juzgados que tomen "medidas cautelares" para evitar la demolición de estos bienes que son "patrimonio histórico".
Demolición en cadena
"No nos sentimos derrotados por el derribo de tres o cinco casas, de las 1.651 que tenemos amenazadas, porque estamos luchando por la vida de las personas y por la integridad de todo un barrio", fue la declaración que la plataforma Salvem El Cabanyal sacó poco antes de la asamblea que celebró por la noche. Los cinco inmuebles que fueron demolidos ayer los había ido comprando la sociedad municipal Cabanyal 2010 con vistas a tumbarlos, ya que por ahí, según aparece en el plan municipal aprobado por el PP para este barrio, pasa la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez hasta el paseo marítimo.
Con los nervios a flor de piel por lo sucedido, la presidenta de la plataforma, Maribel Doménech, calificó la actuación municipal -que llevó a cabo la empresa Secopsa- de "actuación masiva". Conscientes de que no podían parar todos los derribos previstos, la plataforma se concentró en la defensa del edificio situado en el número 15 de Vidal de Canelles.
Los vecinos expresaron su rabia por los derribos -también contra la Delegación del Gobierno en Valencia por la actuación de la Policía Nacional- como pudieron. Con caceroladas, gritos, cantos e incluso manos en alto. Las vecinas de mayor edad afectadas por el plan municipal explicaban a lágrima viva cómo habían perdido a la mayoría de sus vecinos y se encontraban solas. "Por mi casa hay proyectada una rotonda del Bulevar de San Pedro", explicó Cirila, vecina de 77 años.
"Los ricos siempre ganan", gritaba un joven contrario a los derribos. "Siempre lo mismo, a tirar las casas de los pobres". Un comerciante del barrio vaticinaba que con El Cabanyal pasaría lo mismo que con el Balneario de las Arenas, sustituido por un hotel de lujo: "Esto acabará siendo un barrio de señoritos, donde los vecinos acabarán aplaudiendo a los Mercedes que pasen por el barrio".
Pasadas las 14.00, la tensión acumulada entre vecinos y agentes de policía se desbordó. Dos jóvenes, abrazados, se negaban a bajar del tejado de Vidal de Canelles 15. La policía, ayudada de un camión de bomberos, intentó convencer a la pareja de que bajase. Al rato decidieron arrastrarlos a la escalera del camión y los vecinos, en la calle, tras el doble cordón policial de locales y nacionales, intentaron traspasarlo. Uno empujó a otro, las porras volaron y la policía nacional, que sustituyó a la local en el frente, acabó con la reyerta en cuestión de minutos. Sin contemplaciones.
Por la tarde no hubo enfrentamientos. La excavadora acabó con las casas del Bulevar de San Pedro, 105 y la calle de Luis Despuig, 98 y algo después llegaron Alborch, Broseta y González Móstoles. Mientras Alborch hablaba a los medios, un par de vecinos se mostraron a favor de los derribos. Demasiado solar, demasiada droga, decían.
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