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Un acelerador para empresarios latinos en el corazón de Silicon Valley

Latino Business Action Network gradúa una primera promoción de empresarios que buscan comunidad y luchas por unas inversiones que llegan a cuentagotas

Una de las emprendedoras latinas que participó en el Latino Business Action Network.
Una de las emprendedoras latinas que participó en el Latino Business Action Network.LBAN

Tras años en el sector de la tecnología, Nino Cavenecia lanzó una consultoría que en 2022 se convirtió en una startup. Se trata de SwiftCX, dedicada a crear software con soluciones de Inteligencia Artificial con la que ofrecer herramientas a equipos de servicios a clientes. Él mismo ofrece una descripción más gráfica: “Estamos construyendo una IA en la que se sienta que el cliente está hablando con un buen agente, no un servicio en el que se vuelva loco pidiendo hablar por teléfono con un agente y repitiendo: agente, agente, agente”. Cavenecia tenía la experiencia y consiguió levantar una ronda de capital semilla “de un tamaño decente” que los ayudó a seguir creciendo. Pero le faltaba algo. Era parte de la comunidad tecnológica, pero su otra comunidad, la latina, la que también se necesita en momentos de estrés y dudas, no la encontraba.

“Era una pieza que me ha faltado durante toda mi carrera”, explica este descendiente de alemana y peruano, “mi mundo y mi infancia ha sido sobre todo latinos”. Cuando se trasladó a Austin (Texas) empezó a oír del programa de formación para Empresarios Latinos del Stanford GSB Center for Entrepreneurial Studies y Latino Business Action Network (LBAN). Se trata de un programa que ayuda a crecer a empresas que ya facturan un millón de dólares o han captado medio millón de capital. No era su caso, pero este mismo año LBAN lanzó por primera vez un acelerador para empresas como la suya en etapas iniciales y Cavenecia solicitó participar. Él ha sido uno de los 39 empresarios, la mayoría del sector de la tecnología, pero no exclusivamente, que ha participado en esta primera promoción. Dice que ha sido como un “eureka emocional” conectar culturalmente con otros emprendedores latinos, recibir formación y apoyo enfocado a su misma comunidad “con todo el mundo tratando de despegar su idea, su empresa”.

El programa del acelerador dura nueve semanas, es semihíbrido y habrá una promoción anualmente que empiece la formación en primavera. El programa corre en paralelo con el programa de escala o crecimiento — que ya está en su 18 promoción—. Como describe su director, Elian Savodivker, permite que haya actividades combinadas a lo largo del programa y se desarrollen redes de contacto entre empresarios en distintas fases de la creación de sus compañías y combinen recursos.

Maria Medrano, cofundadora y consejera delegada de la empresa dedicada a la educación Inspírame, habla durante el evento.
Maria Medrano, cofundadora y consejera delegada de la empresa dedicada a la educación Inspírame, habla durante el evento.LBAN

“El requisito para entrar en el acelerador es que hayan captado un mínimo de 200.000 dólares de inversionistas, aunque somos flexibles si vemos que no han podido levantar esta cantidad, pero tienen un buen equipo y una idea innovadora”, explica Savodivker. Al menos el 50% de la empresa debe ser de una persona latina, tener su sede en Estados Unidos y tener una visión clara que incluya la inversión en su propia comunidad.

Aunque el acelerador es casi todo online con llamadas con los mentores, hay dos fines de semana que se requiere que vayan a la Escuela de Negocios de Stanford, en el corazón de Silicon Valley, para hacer un programa más afinado de acceso a capital. “Traemos inversionistas para que conecten con estos emprendedores en esta etapa”, explica Savodivker.

Esta es una de las claves que más interesan a unos emprendedores a los que les cuesta tener el acceso al capital que tienen otros empresarios no latinos y para el que se unen en una suerte de frente común. Es uno de los mayores atractivos del programa especialmente para personas que están tratando de encontrarse con una gran comunidad pero con pocos recursos para los empresarios latinos que reciben apenas el total del 2% del capital riesgo y menos aún en el caso de las empresas de tecnologías. Savodivker recuerda que puesto que algunas empresas latinas sí captan unas cantidades que pueden ser importantes, en realidad lo que ocurre es que ese porcentaje apenas va destinado más que a un puñado de compañías y apenas hay más dinero para el resto.

“Hay una propuesta de valor en el hecho de estar en una comunidad con personas que tienen intereses comunes y en los retos reales que existen por el hecho de ser emprendedores latinos”, explica María Medrano, cofundadora y consejera delegada de la empresa dedicada a la educación Inspírame. Medrano, cuya empresa combina tecnología con la información sobre las vías educativas que se tienen para obtener una capacitación profesional, ha participado en otros aceleradores antes que en el de LBAN. Ha aprendido mucho en los otros, pero reconoce que en ellos era “la única latina del grupo”.

Esta californiana, hija de mexicanos, ha desempeñado puestos de liderazgos en empresas como Google, Visa y Cisco y dice que el hecho de formar parte de este acelerador le ha permitido no tener que defender quién es o tener que explicar su experiencia “para verdaderamente concentrarse en lo que tratan de crear”. Medrano valora el trabajo que se hace en estas aceleradoras para mejorar la presentación y la defensa del producto que cada uno tiene a pesar de que el “mundo tradicional del dinero” no invierta lo suficiente y menos en propuestas educativas.

Inspírame consiguió una ronda de capital semilla y Medrano considera que con la comunidad que se ha construido en el acelerador de LBAN se ayuda a combatir el síndrome del impostor que puede crearse en muchas personas que no han tenido ese apoyo. “La mejor manera de deshacerse de ese sentimiento es estar rodeados de otras personas que tengan objetivos similares”. Medrano dice que hay redes naturales que se forman cuando se van a las mejores universidades o se viene de comunidades con importantes patrimonios. “Para nosotros que no tenemos esas oportunidades o privilegio, como yo que soy la primera de mi familia en graduarme en la universidad, estos programas sirven y mucho”, dice.

Savodivker recuerda que en la etapa inicial de una empresa es cuando más riesgo hay para los inversionistas, pero también donde están las oportunidades, para que el capital tome una decisión. “Tiene que haber un nivel de confianza y una relación que se haya creado, nosotros tratamos de buscar la mejor manera de hacer eso, armar reuniones de 30 minutos para conectar a estas compañías con inversores que estén interesados en su perfil”.

Aunque el acceso al capital es lo primordial el acelerador de LBAN también ayuda a empresas que están en procesos iniciales a entrar en los canales de ventas que necesitan y a crear equipos que tengan una buena ejecución, además de proveer las conexiones entre las promociones que se apoyan entre sí. La primera promoción ya está graduada, ahora Svodivker dice que está revisando decenas de solicitudes para la segunda que empezará en 2025.

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