“Trump habla feo, habla vulgar, pero hace lo que hay que hacer”

Llegó a Estados Unidos con 12 años, y ahora Bernardo Dávila tiene 72. Nació en Colombia, pero lleva una vida entera en Virginia y en Florida. Trabajó desde los 18 en lo que pudo, fundó su propia empresa de producción de productos industriales, fue exportador y viajó por todo el mundo haciendo negocios. Pero después de todo llegó la calma. De la compañía que fundó ahora queda poco y él vive junto con su pareja a las afueras de un pueblo del norte de Florida, desde donde atiende a EL PAÍS por videollamada. Allí, en medio del bosque húmedo cerca de Gainesville, está en medio del proceso de construir su propia casa.

Desde siempre ha votado republicano, y aunque en un par de ocasiones a lo largo de la vida se decidió por los demócratas, a Donald Trump lo ha seguido desde que entró en política hace casi una década. Desconfiado de los medios tradicionales, se informa a través del ecosistema de información alternativa de la derecha —programas de radio, podcasts y videos en internet— y su influencia es inmediatamente evidente en su discurso. Aunque no sostiene al expresidente como un ejemplo de perfección, “lo que han sacado al aire sobre lo que de verdad pasa” lo ha convencido de la corrupción del Partido Demócrata y de las élites que “quieren destruir este país”. Trump, en cambio, “hace lo que hay que hacer”.

Pregunta. ¿Ya ha decidido su voto para el 5 de noviembre?

Respuesta. Sí, le juego a Trump.

P. ¿Qué es lo que más ha influido en su decisión?

R. Mucho miedo, sobre todo a que el cambio sea para seguir exprimiendo a la gente. Y no te estoy hablando de quitar taxes al uno por ciento de los ricos, no, es en general. Porque todo es un sistema de variables, a ver cómo inventan que tú tengas menos y tenernos básicamente como esclavos. Que esa es la teoría de los forums, esos millonarios que hablan de cómo van a organizar la vida a todo el mundo. Y yo todavía tengo un pensamiento de vivir completamente free. Ya nadie sabe lo que es verdad ni qué es mentira. Por eso le juego a Trump, por lo menos, para que haga una disrupción y trate de balancear algo. Con Trump no hubo guerra, hubo paz. Y por lo menos trataba de balancear que no se peleara la gente y se organizaran para que todo el mundo pudiera vivir. Y creo que al final ese hombre habla feo, habla vulgar, pero lo que hace es lo que hay que hacer para poder, en su mente o en su sistema, tratar de organizar una resolución pragmática a los problemas.

P. Si tuviera a Trump enfrente, ¿qué le diría?

R. Yo a Trump le diría que tratara por todos los medios de ser consistente en su igualdad para todos. Aunque los otros son locos, estamos todos viviendo aquí, así que le diría que tuviera un tipo de balance para poderlos entender.

P. ¿Y a Kamala Harris?

R. La manera que tú piensas es de un lunático. Estás tratando de destruir la vida de todo el mundo que a su manera busca una vida normal y tranquila. Ya está tratando de seguir quitando todas las cosas. Sobre todo con el segundo amendment [el derecho constitucional a portar armas; la candidata demócrata se ha declarado como dueña de armas y a favor de la regulación].

P. ¿Qué es ser latino en Estados Unidos para usted?

R. Pues eso de ser hispano me recuerda al colegio. Había gente que me molestaba, me decían spic [un insulto racial dirigido a latinos] y yo sabía que no era igual. Pero al que me decía eso yo levantaba la mano y le entraba a piñazos. Y después todo el mundo me respetaba. Pero yo nunca, o mejor dicho, en mi manera de pensar, nunca me sentí inferior por ser latino. Yo era yo.

P. ¿Alguna vez ha sentido prejuicio o racismo por ser latino?

R. Yo crecí en Virginia y los negros caminaban todavía por un lado y los blancos por otro. Pero yo nunca tuve un complejo de inferioridad. Hice lo que tenía que hacer. Conocimos gente buenísima americana que nos ayudó. A veces, aquí ahora sí noto con todos los rednecks que aquí hay mucho Ku Klux Klan también. Y tú notas que algunos americanos no les gustan los negros, ni los latinos, ni nada. Pero yo les hablo igual, yo nunca he tenido un complejo de whatever; yo no tenía tiempo para pensar en mariconadas de esas. Yo seguía pa’lante y ya.

P. ¿Qué le gusta de Estados Unidos?

R. Estados Unidos es un país que, después de todo, es un país tranquilo. Tú te encuentras con gente viajando increíble, normales, decentes, que ayudan, honestas. O sea, que hay un good feeling todavía en este país de respeto.

P. ¿Qué cambiaría de Estados Unidos?

R. Una de las primeras cosas grandes sería la educación, y lo otro es dejar de sobre gastar tanto en la economía.