¿Qué ha ocurrido con la emergencia climática seis meses después de declararse la pandemia?
La crisis del coronavirus ha interrumpido el impulso que había tomado el movimiento climático, pero los planes para reconstruir las economías suponen una oportunidad para relanzar la descarbonización
Hace ahora un año, en septiembre de 2019, manifestaciones en cerca de 150 países de todo el mundo reclamaban medidas más contundentes frente al cambio climático. Una de las más importantes fue la de Nueva York, en cuya cabecera marchaba la activista sueca Greta Thunberg, convertida ya en un símbolo de la indignación de los jóvenes por la falta de acción de los Gobiernos para frenar el aumento de la temperatura del planeta. Esta huelga mundial del clima fue una demostración del renovado impulso que había toma...
Hace ahora un año, en septiembre de 2019, manifestaciones en cerca de 150 países de todo el mundo reclamaban medidas más contundentes frente al cambio climático. Una de las más importantes fue la de Nueva York, en cuya cabecera marchaba la activista sueca Greta Thunberg, convertida ya en un símbolo de la indignación de los jóvenes por la falta de acción de los Gobiernos para frenar el aumento de la temperatura del planeta. Esta huelga mundial del clima fue una demostración del renovado impulso que había tomado la respuesta de parte de la sociedad y de la comunidad internacional ante la crisis climática. Luego, llegó el coronavirus.
¿Qué ha sido de la emergencia climática seis meses después de que se declarase la pandemia? Cuando ya son cerca de 29 millones las personas infectadas y más de 900.000 los muertos en el mundo, obviamente la prioridad para el conjunto del planeta es acabar con la crisis sanitaria. Sin embargo, el desafío climático sigue ahí. Y, como destaca David Waskow, director del World Ressources Institute (WRI), “para el cambio climático no hay vacuna, tenemos que actuar”.
Emergencia climática en España
En España, el Consejo de Ministros declaró la Emergencia Climática y Ambiental el pasado 21 de enero. Más allá de gestos políticos, la declaración aprobada incluía el compromiso de adoptar 30 líneas de acción, entre las que destacaban cinco medidas para los primeros 100 días de Gobierno: llevar a las Cortes el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, definir la senda de descarbonización a largo plazo del país con el objetivo de neutralidad climática a más tardar en el año 2050, presentar el segundo Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, reforzar los mecanismos de participación existentes con una asamblea ciudadana sobre cambio climático y, por último, impulsar la transformación del modelo industrial y del sector servicios a través de convenios de transición justa. Pasados más de siete meses de aquello, con un confinamiento de la población de por medio y una nueva crisis económica, desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico aseguran que el trabajo ante la emergencia climática “en ningún caso se ha parado”.
De las cinco medidas prioridades, no se ha cumplido todavía el compromiso de la asamblea ciudadana sobre cambio climático —"se está trabajando en ello", aseguran desde el ministerio—, pero sí se ha avanzado en el proyecto de Ley de Cambio Climático —tramitándose ahora mismo en el Congreso—, en el Plan Nacional de Adaptación, en la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo y en los convenios de transición justa. De todo esto todavía queda por cerrar la mayoría y están pendiente las otras 25 líneas de acción. Aun así, desde el ministerio afirman que “resulta esencial que se debata y apruebe la Ley de Cambio Climático lo antes posible, de forma que sea el marco legal que actúe de palanca para activar el resto”. Y defienden que algunos cambios pueden incluso acelerarse, aprovechando los fondos para la recuperación económica tras el desastre del coronavirus.
El desafío económico y las empresas
La pandemia ha dejado en un segundo plano la emergencia climática, pero también ha demostrado con toda la crudeza la importancia de hacer caso de las advertencias de los científicos y la vulnerabilidad de nuestra sociedad. Asimismo, la crisis sanitaria también ha colocado el cambio climático en el centro del debate económico. “Tenemos unos planes de recuperación que van a ser los más importantes de la historia, y todo el mundo es consciente de que realmente es una oportunidad de verdaderos cambios, como sustituir de forma más rápida los combustibles fósiles por renovables”, incide Gonzalo Sáenz de Miera, director de Cambio Climático de Iberdrola y vicepresidente de la asociación empresarial Grupo Español de Crecimiento Verde. “El problema es que la crisis económica provocada por el coronavirus está siendo todavía más severa de lo que cabía esperar y esto hace más complicado ese equilibrio para que la recuperación tenga efectos a corto plazo en términos de empleo e inversión y a la vez sea coherente con los temas verdes”.
Para Sáenz de Miera, la cuestión clave ahora es el plan de recuperación que España debe presentar a la UE. “Ahí es donde se va a ver si apostamos un cambio de modelo o queremos mantener lo que hay con efectos a corto plazo, el Gobierno dice que va a seguir apostando por lo verde, pero hay muchas presiones y existe el riesgo de que se ceda para mantener las rentas a corto”.
Las protestas climáticas
Paradójicamente, de lo que más se ha frenado por la pandemia estos meses han sido las protestas reclamando medidas mucho más drásticas frente a la emergencia climática. “Ha sido un shock para todo el mundo y para movimientos emergentes como el nuestro ha supuesto un parón”, reconoce Jaime Lara, miembro de la organización Extinction Rebellion (XR). “Sobre todo para nosotros, que lo que defendemos es salir a la calle y promover la desobediencia civil, pero que teníamos que quedarnos en casa y cumplir las normas sanitarias”. A pesar de esta aparente contradicción, como señala este activista climático: “Somos un movimiento que quiere preservar la vida”.
Tras pasar lo peor de la pandemia, ya han vuelto las protestas. Extinction Rebellion se ha manifestado en el Reino Unido o Polonia, pero el eco de sus acciones no ha sido el mismo. “Cuando la covid lo ocupa todo es difícil llegar a los medios con nuestro mensaje”, afirma. En cualquier caso, para este activista, la cuestión es que hasta ahora los pasos dados por los Gobiernos no están a la altura de la emergencia climática. Como explica, la organización XR defiende que la descarbonización sea en 2025 en lugar de 2050 y que los ciudadanos tengan mucho más protagonismo en las decisiones.
Las negociaciones internacionales
Aunque el coronavirus se ha expandido por todo el mundo, se ha visto como hay países que manejan mejor que otros la situación y esto les evita muchos problemas. El cambio climático es mucho más injusto. De poco importa que un Estado reduzca mucho sus emisiones o genere muy pocas si no reacciona también el resto del planeta, pues los gases de efecto invernadero se acumulan en el conjunto de la atmósfera. En noviembre de 2020 debía celebrarse una cumbre mundial trascendental para la lucha internacional contra el cambio climático, la COP26: esta cita era la fecha tope para que todos los países presentaran planes de recorte más drásticos de sus emisiones. Sin embargo, la pandemia obligó a posponer esta conferencia a 2021.
“Por un lado, es malo porque necesitamos no perder el ritmo de las negociaciones, se debe mantener el impulso. Pero por otro, tampoco es el fin de mundo. Si en las próximas semanas o meses tenemos una oportunidad de aprovechar los planes de recuperación económica para dar con el botón de resetear, entonces el retraso de la COP26 no será algo malo. Pero los países no tienen tiempo de distracciones o demoras, deben aprovechar este tiempo extra, cada minuto”, incide desde EE UU Rachel Kyte, experta en clima y relaciones internacionales y exenviada de Naciones Unidas. Como incide, la pandemia ha mostrado que las economías no son resilientes en cuestiones clave, por ello considera que “hay que aprender las lecciones de la crisis causada por la covid para ser capaces de enfrentarnos a la crisis climática”.
“Desafortunadamente, hay países que se están moviendo en la dirección incorrecta, financiando combustibles fósiles en sus planes de recuperación”, incide a su vez el director del World Ressources Institute (WRI). “En India, por ejemplo, están apoyando la restauración de ecosistemas, pero al mismo tiempo activando medidas que ayudan al sector del carbón. En Estados Unidos, la Administración actual está apoyando el sector de las energías fósiles. Corea del Sur ha dado algunos pasos para separarse del carbón dentro su país, pero luego continúa financiando fuera centrales de este combustible”, comenta David Waskow.
La llegada de una vacuna contra el coronavirus también ayudaría a relanzar la atención en la emergencia climática. A la espera de ello, en unos meses tendrá lugar otra cita crucial para la lucha contra el cambio climático: las elecciones a la presidencia de EE UU de noviembre. “Necesitamos líderes de todo el mundo que se sienten en la mesa internacional para resolver nuestros problemas juntos. No es solo cuestión de EE UU, hay otros países que se están escondiendo detrás del enorme espacio que ocupa Trump y que deben implicarse en las soluciones colectivas, necesitamos el multilateralismo”, recalca Kyte.
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