Un pacto para cerrar las grietas de la seguridad alimentaria en Iberoamérica

Construir redes sólidas de intervención se vuelve cada vez más prioritario en una región donde la malnutrición se recrudece, sobre todo entre las mujeres y niñas indígenas, afrodescendientes y de entornos rurales

Un grupo de estudiantes se reúne en la celebración del Día Mundial de la Alimentación en el Mercado Lo Valledor, de Santiago de Chile, en 2019.

Los conflictos como la guerra en Ucrania, las enfermedades como la covid-19, la desigualdad, las brechas de género, el cambio climático y el aumento de los precios de los alimentos y los combustibles amenazan la seguridad alimentaria y nutricional al negar y restringir el acceso a comida asequible y nutritiva a nivel planetario. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), el hambre y la malnutrición siguen aumentando en el mundo, lo que provoca la pérdida de vidas y pone en riesgo un futuro saludable para los niños y niñas.

Solo en América Latina y el Caribe, 56,5 millones de personas sufrieron hambre en 2021, mientras que 268 millones enfrentaban inseguridad alimentaria moderada o grave. Las personas en este lugar del mundo que caen en la pobreza aumentaron ese mismo año de 187 millones a 201 millones. Es un preocupante retroceso de 10 o 12 años.

El hambre y la malnutrición siguen aumentando en el mundo, lo que provoca la pérdida de vidas y pone en riesgo un futuro saludable para los niños y niñas

En la región iberoamericana y caribeña existen niveles alarmantemente altos y crecientes tasas de obesidad en adultos, además de un fuerte impacto diferenciado y negativo en la seguridad alimentaria y nutricional de las mujeres y niñas indígenas, afrodescendientes y de entornos rurales.

El propio Director General de la FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, indicó que es urgente fortalecer la cooperación para la seguridad alimentaria y nutricional. Es decir, que se necesita una mayor integración alimentaria, porque cada uno de los países por sí solo no la podrá alcanzar.

A su vez, la presidenta de la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Senado de España, Elena Diego, declaró que disminuir las brechas entre mujeres y hombres en el ámbito de la alimentación es un imperativo ético y práctico, pues sin lograrlo no podrán cumplirse las metas de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluido el ODS2: Hambre Cero. “Es un hecho que sin una verdadera igualdad de género no habrá seguridad alimentaria y nutricional para todas y todos”, indicó.

Pero ¿cómo avanzar? Para una real recuperación transformadora en el ámbito agroalimentario, es fundamental la voluntad política, la cooperación internacional, la capacidad de generar alianzas y grandes acuerdos y pactos sociales.

Los parlamentarios cumplen una función crucial, ya que impulsan acciones estructurales, como políticas de mediano y largo plazo, que pueden marcar y mover la aguja en temas decisivos para los próximos ocho años que quedan para cumplir con la Agenda 2030.

Las propias acciones de los poderes legislativos, como generar leyes, impulsar presupuestos adecuados, rendir cuentas, posicionar temáticas en las agendas y controlar políticas claves, son movilizadores valiosos para la seguridad alimentaria y nutricional.

Sin una verdadera igualdad de género no habrá seguridad alimentaria y nutricional para todas y todos
Elena Diego, Presidenta de la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Senado de España

Reconociendo esta realidad, se ha forjado un gran y potente movimiento parlamentario para la seguridad alimentaria con igualdad de género, liderado por más de 400 legisladores de Iberoamérica y el Caribe, provenientes de distintos partidos políticos, culturas y contextos.

Se trata del trabajo interconectado de diversas redes apoyadas por la FAO y la Cooperación Española, tales como: el Frente Parlamentario contra el Hambre de América Latina y el Caribe, la Alianza Parlamentaria Española por el Derecho a la Alimentación, el Grupo de Trabajo por la Seguridad Alimentaria de la Asamblea Eurolatinoamericana (Eurolat), entre otras.

También se destaca la organización de la I Cumbre Parlamentaria Mundial contra el Hambre y la Malnutrición en Madrid (2018), y de su segunda edición en 2023.

No existe, a nivel interparlamentario, una red tan sólida de trabajo por la seguridad alimentaria y nutricional como la que Iberoamérica y el Caribe han construido en los últimos 12 años.

En un mundo interconectado, urge poner atención a estas virtuosas formas de trabajo y unidad. Estas podrían derivar en un gran pacto iberoamericano que impulse acciones legislativas, de la mano con otros actores, como los ejecutivos, la sociedad civil y la academia, para evitar que la crisis sanitaria y los conflictos deriven en una catástrofe alimentaria mundial. Y en ese escenario, las mujeres y niñas serán las más afectadas.

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