Rodrigo Mundaca, el activista que saltó a la política para defender el agua en Chile
El cultivo del aguacate y otras industrias secan amplias zonas de Chile. El recientemente electo Gobernador de Valparaíso, una de las regiones más afectadas del país, ha transformado su defensa de los derechos ambientales en una prioridad de su mandato
Rodrigo Mundaca (Santiago, 1961) aterrizó en Petorca, en la región chilena de Valparaíso, hace 25 años, para apoyar a los agricultores en calidad de ingeniero agrónomo. “Es una zona caracterizada nacional y mundialmente como epicentro de la violación de derechos humanos ambientales”, explica. El acaparamiento extremo del agua para el cultivo intensivo de aguacate empezaba a dejar sin riego a los pequeños productores con los que él trabajaba. Y el problema no hacía más que aumentar año tras año e incluso la población se quedaba sin acceso. La indiferencia no era una opción. “Del agua depende la vida de las personas y de los vegetales, el funcionamiento de los ecosistemas, de la salud y las economías locales”, expone con la cadencia en las palabras de quien está diciendo una obviedad.
La defensa delos derechos ambientales y especialmente contra la escasez hídrica se convirtió en el centro de su vida. No solo la sequía, exacerbada por el cambio climático en la última década, dejaba sin agua a las comunidades. Mundaca era testigo de cómo la actividad humana estaba detrás del problema. “En la medida que nos fuimos quedando sin agua nos fuimos pauperizando. Y como estaban involucrados personajes muy importantes de la vida política y económica del país, denunciamos la situación”. El activista habla en plural porque no estaba solo en su lucha y finalmente, hace una década, los líderes y organizaciones de la sociedad civil se formalizaron en el Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y el Medioambiente (Modatima).
“Formamos Modatima como una expresión de resistencia organizada ante el despojo del agua. Inicialmente, la estrategia era muy simple: visibilizar, hablar en medios de difusión masiva de ello”. No ha sido fácil. Desde entonces, los integrantes de este movimiento han sufrido acoso, criminalización y censura. “Entre 2012 y 2014 me llevaron 24 veces a cuatro tribunales distintos”, cuenta el activista.
Uno de esos litigios fue porque señaló públicamente a quienes usurpaban el agua, por medio de drenes ilegales, en los ríos Petorca y La Ligua. En 2014, le condenaron a prisión por difamación, pero evitó la cárcel. “Tuve que pagar una multa y sufrí serios problemas para desplazarme fuera del país. Durante un año tenía que presentarme en la gendarmería para firmar todos los meses. Esa fue la condena que me obligaron a seguir”, recuerda. Mundaca no se amedrentó. Tampoco por las agresiones físicas y amenazas de muerte de las que ha sido víctima después, hasta el punto que Amnistía Internacional lanzó en 2018 una campaña para pedir protección para el activista.
La persistencia de Mundaca le ha valido recibir el Premio Internacional de Derechos Humanos de Nurmeberg (Alemania) y premio Danielle Mitterrand, ambos en 2019. En sus discursos recordó que América Latina es la región del mundo más peligrosa para las mujeres y hombres que a título personal u organizado defienden el ambiente. Lo hizo de nuevo ante el centenar de autoridades reunidas en el encuentro EUROsociAL+, programa europeo liderado por la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP) para la lucha contra la desigualdad en la región, que facilitó la logística para cubrir la cita en Valparaíso.
“Hay informes y trabajos realizados por organizaciones, también europeas, como Frontline Defenders, que dicen que en el año 2020 fueron asesinados 227 defensores y defensoras de los derechos humanos ambientales. Y de ellos, tres de cada cuatro eran de América Latina”, vuelve a mencionar durante la conversación. En su memoria está bien presente Berta Cáceres, líder del pueblo lenca que fue tiroteada en su casa en Honduras en 2015. “La conocí en 2014, antes de que me condenaran en Chile. Fue un golpe duro, pero es el riesgo que corremos”, comenta.
Hoy día, la defensa del agua es probablemente es uno de los temas más recurrentes y más importantes de la discusión del proceso constituyenteRodrigo Mundaca, gobernador de Valparaíso
Mundaca sigue en peligro por su activismo, pese a que hoy es Gobernador de Valparaíso, el primero elegido democráticamente el pasado mayo con un amplio apoyo popular (43,67% de los votos). “Hay sectores que me intentan desaforar de mi cargo, llevarme nuevamente ante el Tribunal”. Dar el paso a la política tampoco fue una decisión sencilla. Fue durante la pandemia, explica, cuando en las reuniones de su organización, pensaron que tenían que dar el paso “y disputar la institucionalidad” para lograr cambios. “Llevábamos mucho tiempo batallando en las calles, denunciando, movilizados, enfrentando la violencia policial, censurados, perseguidos, muchas veces en condiciones de semi clandestinidad. Y nos dimos cuenta de que ya no era suficiente”. Mundaca fue el escogido para liderar la candidatura. Y ganó.
El riesgo continúa y lamenta que, desde su cargo, no puede proteger a otros activistas. Pero sigue considerando su misión visibilizar lo que ocurre en la región. “La opinión pública internacional tiene que ponerse del lado de los y las que defendemos los derechos humanos ambientales”.
En esa nueva línea de actuación política, Modatima también se presentó al proceso constituyente abierto en Chile para la elaboración de su nueva Constitución. Los votantes les dieron el apoyo suficiente para lograr ocho sillas y defender que el derecho al agua sea reconocido en el país. “Es un reflejo de la legitimidad que tiene nuestro movimiento”, considera.
“Hoy día, la defensa del agua es probablemente es uno de los temas más recurrentes y más importantes de la discusión del proceso constituyente”, sentencia. “Chile es el único país del mundo que tiene privatizadas sus fuentes de agua y la gestión de la misma desde hace mucho tiempo”. Para él, es incomprensible que haya comunidades que dependan de camiones aljibe para beber porque se prioriza el riego de aguacate y también otras industrias como la minera o forestal. “El robar agua es una falta administrativa que no se encuentra penalizada con cárcel ni nada y, por tanto, nos empezamos a quedar sin ella. Esa es la magnitud del modelo de despojo”.
Un estudio de la Universidad Católica de Chile al respecto detectó que, de 92 constituciones del mundo analizadas, la de Chile (1980) es la única que consagra de manera explícita la propiedad privada sobre los derechos de aprovechamiento de aguas. Según otro informe de la Fundación Amulén, de mediados de 2020, “300.000 viviendas del sector rural aún no cuentan con infraestructura que les permita abastecerse de agua potable, y solucionan esta carencia recurriendo a ríos, vertientes, pozos y camiones aljibes”. Una falta que la entidad relaciona de forma directa con la situación de pobreza de esos hogares.
Ante el argumento de que el cultivo de aguacate crea empleo y deja riqueza en el país, y especialmente en Valparaíso, Mundaca también tiene respuesta. “En la región no solo necesitamos inversión que sea responsable, que sea viable económicamente y competitiva. No nos negamos a eso. Pero tiene que ser también socialmente justa y ecológicamente más sana. Lo que no es posible es que la producción de aguacate sea más importante que la vida de las personas. Es de sentido común”.
En su opinión, el desarrollo entendido como exclusivamente progreso económico es erróneo. “¿Por qué no hablamos de decrecimiento? ¿Por qué no empezamos a hablar de colocar en la centralidad la armonización de nuestra relación con la naturaleza? ¿Por qué no empezamos a priorizar la protección de los ecosistemas, de la biodiversidad, y terminar con la lógica del monocultivo?”, plantea. Mundaca indica que la propia pandemia es la prueba de que la humanidad va por el mal camino. “El hombre pensó que podía tener un uso ilimitado de un planeta, que tiene bienes naturales limitados”.
―¿Cuándo considerará que ha acabado su batalla?
―Cuando recuperemos el agua.
―¿Qué significa?
―Desprivatizarla, dejar de mercantilizarla. Significa considerarla un bien común, hacer de su acceso un derecho humano, restituir la propiedad del agua al dominio de la tierra. Construir una nueva institucionalidad hídrica que se ponga al servicio del bien común y no una al servicio del lucro, la usura y la exclusión. En ese minuto vamos a ganar.
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