Finaliza el rescate en Turquía y Siria, empieza la “segunda fase” de la ayuda humanitaria: atender a los supervivientes
Los equipos de salvamento ya se han retirado y las organizaciones humanitarias advierten de la necesidad de asistir urgentemente a quienes salvaron la vida, pero perdieron a sus familiares y su hogar, que requerirán de refugio, agua, alimentos y atención psicológica durante meses
Los equipos de rescate ya se han retirado para dejar paso a las palas excavadoras. La crisis humanitaria en Turquía y Siria no ha hecho más que comenzar. Según los expertos podría prolongarse durante meses e incluso años. El representante de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), Martin Griffiths, que se ha trasladado a las zonas afectadas en ambos países, lo expresa así: “La siguiente fase de esta tragedia es cuidar de la gente”.
El último balance de víctimas mortales asciende a casi 44.000, aunque la cifra que podría aumentar según avancen las labores de desescombro de las estructuras derrumbadas, bajo las que ya no hay casi esperanza de hallar supervivientes. El temblor impactó directamente a unos 13 millones de personas, de las que, solo en Turquía, 1,2 millones viven ahora desplazadas en refugios y 400.000 han sido trasladadas a otras provincias. “Ahora el gobierno turco y el sirio tienen que elaborar un censo de afectados para conocer quién ha perdido qué, y qué ayuda va a necesitar y por cuánto tiempo”, explica Francisco Rey, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH). Las organizaciones de Naciones Unidas y ONG también realizan coordinadamente su labor de análisis de la situación, es lo que llaman “evaluación de necesidades” mediante entrevistas con la población para decidir qué asistencia van a proveer.
Estos programas requieren de tiempo. No puedes poner un psicólogo en una tienda y ya estáJuanjo Tarrés, logista de Oxfam Intermón en Turquía
En tal tarea está Juanjo Tarrés, logista de Oxfam Intermón en Turquía. “Hay muchos que no son capaces de expresar cuáles son sus necesidades concretas, nos dicen que solo quieren recuperar a sus familiares fallecidos todavía debajo de los escombros. Hay un gran trauma colectivo por la magnitud de la pérdida de seres queridos y el hogar”, detalla en una llamada telefónica. Lo más inmediato que la mayoría necesita es refugio y alimentos, dice. Por eso, mientras el equipo de la ONG hace su trabajo de análisis y se coordina con las autoridades, la ONU y otras organizaciones, reparten comidas calientes y mantas. Entretanto, ya han detectado que se precisarán otras intervenciones como apoyo psicosocial generalizado y transferencias de efectivo para quienes se han quedado sin medios de vida. “Estos programas requieren de tiempo. No puedes poner un psicólogo en una tienda y ya está”, comenta. Tampoco pueden decidir dar dinero sin conocer antes si hay un mercado local viable que pueda abastecer la demanda.
La “obsesión” ahora del logista es encontrar dónde almacenar los alimentos y otros materiales si hacen compras masivas. “Ahora distribuimos prácticamente todo en el día, y tenemos una tienda en la que guardamos los insumos, aunque no es muy seguro, estamos expuestos a robos”, comenta. “Pero llegará el momento en el que necesitemos más espacio”.
Según describen los humanitarios en terreno, muchos afectados están durmiendo en pequeños grupos de tiendas de campaña, en sus coches, invernaderos o en estructuras públicas todavía en pie, como instalaciones expositivas, polideportivos o centros comerciales. “A veces los campos de desplazados no son recomendables porque se corre el riesgo de que se perpetúen en el tiempo”, expone Rey. “Lo vimos tras el huracán Mitch en Guatemala [1998], los campos duraron años”. Pero que los supervivientes permanezcan en viviendas de familiares no significa que no necesiten ayuda, por lo que también hay que tenerles en cuenta en las labores de asistencia aunque dispongan de una solución habitacional, agrega el experto.
Los niños, los más vulnerables
En una catástrofe como esta, no hay soluciones fáciles; la experiencia de emergencias pasadas es, además, crucial para adaptar la respuesta al contexto. Así, se sabe que es mejor evitar la ocupación de espacios como los colegios para cobijar a los damnificados. “El derecho a la educación es el primero que se pierde y el más difícil de recuperar”, afirma el especialista del IECAH. Por eso, Unicef, ya está trabajando en la evaluación de los daños en las escuelas. El plan es, según señalan, “realizar reparaciones inmediatas y establecer escuelas temporales”. De momento, las clases se han suspendido hasta al menos este sábado 18 de febrero en Siria, mientras que Turquía ha aplazado la vuelta al cole hasta el 1 de marzo en las diez provincias afectadas.
“Aunque aún no está claro el número total de niños y niñas afectados, 4,6 millones viven en las diez provincias de Turquía alcanzadas por los seísmos, y hay más de 2,5 millones de niños damnificados en Siria”, anota Unicef. “Los niños y sus familias de Turquía y Siria se enfrentan a dificultades inimaginables a raíz de estos devastadores terremotos”, advertía la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell, en un comunicado. “Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para garantizar que todos los que sobrevivieron a esta catástrofe reciben apoyo vital, incluidos agua potable, saneamiento, nutrición y suministros de salud, así como apoyo para la salud mental de los niños. No solo ahora, sino a largo plazo”, especificaba. Además de esta asistencia básica, este organismo de la ONU considera prioritario ahora la protección de los menores no acompañados, lo que supone un riesgo añadido para su integridad, así como prestar apoyo psicosocial a los que han estado expuestos a experiencias traumáticas.
La doble catástrofe de Siria
En el noreste de Siria la situación es aún peor que en Turquía, para la infancia y la población en general, subraya Carmen Monclús, responsable de protección de la operación transfronteriza de Unicef entre Siria y Turquía. Aquí, los efectos devastadores del seísmo se suman a los causados por 12 años de guerra —cuatro millones de personas ya dependían completamente de la ayuda humanitaria en esa zona antes del desastre— y las dificultades añadidas —al tratarse de un contexto de conflicto— para hacerles llegar más asistencia de forma inmediata. “Tenemos una tarea ardua”, expresa Monclús por teléfono. Según sus estimaciones, harán falta más de 370 millones de euros para cumplir su mandato en esta zona.
“Aquí los servicios ya estaban implementados por ONG y las propias comunidades. La ayuda humanitaria entraba por un único punto desde Turquía, siembre bajo la autorización del Consejo de Seguridad por períodos de tiempo limitados”, detalla Monclús. La última renovación del permiso fue en enero y les habilitaba para operar en la zona hasta junio. “Ahora las necesidades se han incrementado, pero hay problemas logísticos y geopolíticos”. Las presiones para que se abrieran más puertos terrestres para que lleguen los materiales dieron sus frutos, con dos más para los próximos tres meses. Pero la especialista de Unicef afirma que es “un término inadecuado”. “Vamos a necesitar más de un trimestre”.
Ya antes del seísmo, en esta franja fuera del control del gobierno sirio, Unicef atendía a un gran número de niños no acompañados, separados de sus padres, reclutados por grupos armados, niñas casadas a temprana edad... “La mayoría son desplazados internos, más de un 44% no iba a la escuela, ahora se ha magnificado una situación que era muy precaria previamente. Es una sociedad muy castigada. Los pequeños han vivido un sufrimiento que ningún niño en el mundo debería experimentar ni un solo minuto. Y el terremoto ha puesto en evidencia una realidad preexistente”, insiste Monclús. “Todos estos casos requieren que especialistas en protección infantil los evalúen uno a uno para proponer una respuesta adecuada a su situación. A veces, este proceso puede prolongarse hasta seis meses. Si perdemos la autorización para trabajar en Siria, muchos van a perder este servicio”.
Su preocupación es que el trabajo de las “pocas” agencias y ONG internacionales que se venía realizando en el noroeste de Siria se implementaba con organizaciones locales, que han sufrido el impacto del terremoto. “Se han dañado, han perdido familiares, sus vehículos...”, comenta Monclús. “Ahora es cuando más las necesitamos y no pueden estar al 100%, no están en su mejor momento y esperamos que, poco a poco, se vayan recuperando”. Las estimaciones de Unicef es que, aquí, 1,8 millones de menores de edad van a requerir de apoyo inmediato por esta catástrofe múltiple. “Ya hemos mandado 58 camiones con provisiones de primera necesidad: tabletas para la purificación de agua, kits de salud de emergencia y también de recreación infantil”, lista. “Aquí ya estábamos lidiando con un brote de cólera”, recuerda, sobre la necesidad de contribuir a que la población beba agua segura y cuente con saneamiento adecuado cuanto antes.
85.000 heridos y la cifra sigue aumentando
El seísmo ha dejado, además de miles de fallecidos, más de 85.000 heridos que requerirán de atención médica urgente, pero las instalaciones sanitarias también se han visto afectadas, así como los propios profesionales de salud. En Iskenderun, los dos hospitales han quedado destruidos total y parcialmente, lo que ha dejado a la población sin acceso a servicios sanitarios habituales como atención prenatal, además de las heridas que ha dejado el seísmo. El hospital de campaña español START, con capacidad quirúrgica, ya está desplegado en esta ciudad. Desde el pasado lunes 13, un equipo humano de 82 personas entre profesionales del Sistema Nacional de Salud (56), logistas, personal de ONG para el desarrollo y de la Oficina de Acción Humanitaria de la Agencia Española de Cooperación (AECID), que lidera y coordina la misión, presta asistencia. “Nuestra primera paciente, Berivan Kuyabas, era directora de un colegio en Iskenderun. Su casa se vino abajo con el terremoto y acabó con un pie herido. Ahora vive con su marido en un coche con los cristales rotos”, detalla la AECID en su cuenta de Twitter.
Fondos para la ayuda y reconstrucción
Los llamamientos de fondos de ayuda de emergencia no se han hecho esperar. La ONU relizó el suyo el pasado viernes, en el que solicitaba 1.000 millones de dólares (940 millones de euros) para que las agencias presten asistencia a cinco millones de personas en los próximos tres meses en Turquía. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja solicitó 200 millones de francos suizos (casi 203 millones de euros) para poder responder adecuadamente. Un reclamo al que España respondió con 1,5 millones de euros, además de los fondos de emergencia adicionales que les reclamen las ONG españolas presentes en Siria, que se transferirán a petición una vez evaluadas las necesidades. Por su parte, la Comisión Europea ha convocado una conferencia de donantes para movilizar recursos de la comunidad internacional.
La reconstrucción
“Es un riesgo comenzar la reconstrucción muy pronto, aunque es lo que más gusta a los donantes, cuando aún las necesidades humanitarias siguen”, alerta Rey, del IECAH. Por experiencia en este tipo de emergencias, dice, la reconstrucción es un proceso crítico que aumenta la corrupción al poner a disposición de los gobiernos grandes cantidades de dinero para ello. “Ocurre tanto en países desarrollados como los que no lo son”, puntualiza. “Hay que mapear bien y hacer un análisis de qué se puede recuperar y qué hay que contruir de cero”, anota. “Y eso lleva tiempo. Las decisiones apresuradas suelen derivar en hacerlo mal”.
Turquía es un país donante y puede llevar a cabo las tareas de reconstrucción, “pero la comunidad internacional debería presionar para ejecutar los fondos directamente o, al menos, auditar los que ejecute el Gobierno turco”, opina. En Siria, el peligro es que se produzcan sesgos en este proceso. Es decir, que se recuperen antes y mejor las zonas afines al régimen de Bachar el Asad, dejando a las que no están bajo su control desasistidas, agrega el experto. Lo primero que habría que reconstruir, indica, son los hospitales, las redes de abastecimiento de agua y otras estructuras básicas.
Recomendaciones a la ciudadanía solidaria
La Agencia Española de Cooperación al Desarrollo ha publicado una guía para orientar a la ciudadanía española que quiera apoyar a los afectados por el desastre “ante los numerosos ofrecimientos de ayuda” y para que “la ayuda sea lo más efectiva posible”. Entre otras recomendaciones, “desaconseja” las donaciones en especie “pues podría saturar las capacidades logísticas de los actores humanitarios”. Sugiere “canalizar la ayuda a través de las diferentes ONG humanitarias que trabajan en la zona”.
La Coordinadora de ONG de Desarrollo recuerda que viajar como voluntarios al terreno es una mala idea. “Nuestras organizaciones envían en estos casos personal experimentado con formación específica en emergencias”, recuerda. Y coincide en indicar que el apoyo económico a través de entidades especialistas permite que estas compren kits estandarizados en el propio terreno o países vecinos para garantizar su idoneidad, “fomentando a la vez la activación de las economías locales”.
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