“Estamos a la espera de la voluntad política para dar respuesta a la crisis de Honduras”
Alice Shackelford, coordinadora residente de la ONU en Honduras, critica la pasividad del Gobierno ante la migración que atraviesa el país
En pleno confinamiento por la pandemia del coronavirus, la italiana Alice Shackelford dejó, en junio de 2020, sus funciones como coordinadora residente de la ONU en Costa Rica para asumir el cargo homólogo en Honduras. “Un país de gente muy amable, acogedora y empática. Pero también de fuertes contrastes y con grandes desafíos a los que hacer frente de forma urgente”, reconoce la diplomática.
Entre las prioridades de la ONU en la comarca destacan la protección social y radicalización de la pobreza extrema, que afecta hasta al 36,7% de la población. “Un porcentaje inadmisible al que hay que dar una respuesta urgente”, afirma. En Honduras, los niveles de desigualdad se sitúan entre los más altos del continente.
Después de que en noviembre de 2021 Xiomara Castro ganara la presidencia con un apoyo histórico del 80% que puso fin a 12 años del partido conservador, el país, en proceso de transición política, sigue enfrentando importantes desafíos en materia de derechos humanos, incluidos no solo los altos niveles de pobreza, sino también violencia, impunidad, discriminación y falta de acceso a los derechos económicos, sociales y culturales. La corrupción está ampliamente extendida y la justicia y la seguridad presentan debilidades considerables.
“Hay que darles tiempo para que se adapten, pero se necesitan reformas para acrecentar la democracia y legitimar el sistema institucional, fortalecer el Estado de Derecho”, señala Shackelford. “Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 en Honduras no se van a lograr si no se atiende a los derechos humanos y a la igualdad, para los que se requieren decisiones políticas críticas. Uno de los grandes cambios empieza por dar respuesta a la crisis migratoria que sufre el país”, asegura la comisionada italiana, que recibió a Planeta Futuro en su casa de Tegucigalpa.
Pregunta. Honduras enfrenta una compleja realidad: la migración en tránsito hacia Estados Unidos que recibe, pero también sus desplazados internos, más de 250.000, según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Respuesta. Lo que significa que el país tiene que responder a diferentes dinámicas al mismo tiempo: crear una estrategia para atender a los que están pasando por su territorio, pero también trazar un plan para aquellos que se ven obligados a abandonar su propio país. La situación es dramática, ya lo vimos con la noticia del tráiler en Texas. La terrible muerte de esos chicos es la historia que se repite entre tantos hondureños que abandonan su país. Cada noche centenares de ellos son deportados a 300 metros de la frontera de Guatemala. Además del trauma con el que regresan, hablamos de una población con altas probabilidades de caer en la exclusión y el abandono absoluto. Se necesita legislar para prevenir el desplazamiento interno y una fuerte respuesta institucional que, de momento, no es suficiente.
P. ¿Cómo califica la gestión que se está haciendo Honduras de la migración en tránsito que recibe?
R. Este año se han triplicado los números en la frontera sur con Nicaragua. Están aumentando los núcleos familiares y los niños. Por otro lado, los flujos de migración se están complicando. En los últimos cuatro años el paso por Centroamérica se está convirtiendo en una ruta establecida no solo para los regionales. Además de los cubanos, haitianos y venezolanos, las nacionalidades más comunes, y el aumento de ecuatorianos y colombianos, también nos encontramos con ciudadanos de lugares como Ghana y Camerún, y asiáticos de Afganistán o Pakistán. Los nicaragüenses no aparecen en las estadísticas del Instituto Nacional de Migración, pero están llegando muchos. Cruzan el país en autobuses turísticos. La situación es insostenible, se requiere con urgencia asegurar planes de contingencia en el interior del país para ambas fronteras.
Este año se han triplicado los números en la frontera sur con Nicaragua. La situación es insostenible
P. ¿Hay alguna estrategia a corto y largo plazo sobre la mesa?
R. Estamos intentando trabajar en un plan con el Gobierno dentro del marco de la red humanitaria en conjunto con muchas organizaciones. Pero es necesario que los líderes de las naciones tomen una seria iniciativa para responder a este desafío, llegando a firmes acuerdos. Ni Honduras ni ningún país puede superar esta situación por sí solo. Se necesitan estrategias multilaterales que, de momento, no existen. El papel de Estados Unidos es muy importante y está ejerciendo diferentes niveles de presión sin dejar claras sus políticas migratorias, que cambian todo el tiempo.
Por otro lado, es difícil llegar a un acuerdo cuando tienes países como Nicaragua, que no es transparente con las cifras, que niega el paso de migrantes cuando sabemos que su territorio es parte de la ruta que hacen. Necesitamos claridad y firmeza sobre las respuestas que se requieren. El Gobierno tiene que intervenir inmediatamente para que la gente entienda que existe el orden, que hay un Estado a cargo de la situación. Estamos a la espera de la voluntad política para dar respuesta a esta crisis. Y, de momento, eso no se está viendo en las largas filas frente a los institutos de migración, donde falta información, apoyo y recursos, donde se aglomera la gente para pagar la multa por pasar. Es urgente la aprobación de su exención.
P. En mayo, el Congreso votó a favor de una amnistía para eximir el pago de multas, de unos 230 dólares [226 euros], por infracción a la Ley de Migración y Extranjería. ¿Por qué cree que no se ha hecho todavía efectiva?
R. Es un tema que me preocupa mucho. Ya estamos en julio y sigue paralizada. Mientras la medida rebota entre el poder legislativo y el ejecutivo, la emergencia migratoria se agrava cada día más. La frontera sur se ha vuelto un absoluto caos. Más de 300 personas ingresan cada día y Honduras cuenta con la multa más alta de Centroamérica, es una gran cantidad de dinero que podría permitir al Instituto de Migración atender las necesidades urgentes de la frontera. Se está poniendo a una población tremendamente vulnerable en un estado mayor de desprotección. No sé a qué esperan para aprobar la amnistía, es una acción a corto plazo e inmediata que podría rebajar la tensión en la zona y permitir a la misma institución organizar mejor su respuesta, trabajando de la mano con la red humanitaria desplegada en la zona, como ONG y organizaciones pastorales.
P. En muchos puntos del país la Iglesia se está haciendo cargo de la atención a migrantes. Usted misma interfirió a título personal para permitir que el único refugio que existe en la región de Danlí, el centro Jesús está Vivo, siga permitiendo acoger en sus instalaciones a las familias que llegan. Al mismo tiempo, denuncia el acoso que están recibiendo ciertas comunidades desde instituciones religiosas y la amenaza que ejercen contra los derechos y libertades.
R. La cultura de odio sigue fortaleciéndose desde espacios como la Iglesia, con ataques y mensajes muy fuertes contra comunidades como la LGBT, tan violentada en este país. En lo que va de año contamos ya con casi el mismo número de muertes con las que acabó el pasado, que se cobró 26 vidas. Entiendo que se puedan tener concepciones diferentes de la vida y defiendo el respeto a todas las creencias religiosas. Pero estas no pueden justificar los mensajes de odio y los ataques que se suceden. El sector conservador del país está vulnerando los derechos humanos en ámbitos como la diversidad sexual, los matrimonios del mismo sexo y el aborto.
P. En enero del 2021, los parlamentarios aprobaron la reforma del artículo de la Constitución que penaliza el aborto en cualquier circunstancia, con hasta seis años de prisión. Honduras es, además, uno de los pocos países en el mundo, y el único en Latinoamérica, que no permite el consumo de la píldora del día siguiente para prevenir embarazos. Usted fue acusada de ejercer un “activismo abortista” por pronunciarse al respecto…
Honduras tiene la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes entre los países de América Latina, llegando al 30% en las zonas rurales
R. La vulneración de los derechos sexuales y reproductivos es muy preocupante. Cuando se anunció la reforma para impedir el aborto y el matrimonio igualitario en Honduras, desde la ONU exhortamos al Congreso a reconsiderar la ratificación constitucional. A raíz de unas declaraciones que hice se organizó una campaña muy fuerte, e incluso se recogieron firmas para sacarme del país. Que exista la píldora anticonceptiva no obliga a todas las mujeres a tomarla. Para contar con una agenda democrática e inclusiva se deben respetar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres al 100%. Honduras tiene la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes entre los países de América Latina, llegando al 30% en zonas rurales. No podemos pensar que una niña elige ser madre y sabemos que muchos embarazos son producto de violaciones.
P. Honduras es uno de los países con las tasas de muertes violentas de mujeres más altas del mundo.
R. Esta es otra de las emergencias nacionales. Llevamos más de 150 feminicidios en lo que va de año. En 2021 fueron más de 300. Y eso son los oficiales, los que se registran. Lo más preocupante es que estamos normalizando la violencia contra las niñas y mujeres. Hablamos de una asesinada cada 27 horas, casi una mujer al día. Además de lo que supone el asesinato de mujeres producto de una norma cultural extremadamente heteropatriarcal, Honduras está perdiendo potencialidad para su desarrollo, perdiendo vidas cada día.
Estamos normalizando la violencia contra las niñas y mujeres. Hablamos de una asesinada cada 27 horas, casi una mujer al día
P. Ante las alarmantes cifras de asesinatos de mujeres, en 2018 creó se la Comisión Interinstitucional contra el feminicidio. ¿Cuál ha sido su impacto?
R. Existe el desafío de integrar el trabajo del Ministerio Público con el de la Fiscalía en una comisión interinstitucional cuyos procesos todavía están pendientes. Tienen que dirigirse a combatir la impunidad, y esto requiere un gran esfuerzo por fortalecer la investigación y los mecanismos del Ministerio de Seguridad o la reintegración de los cuerpos policiales, entre otras medidas. Desafortunadamente, seguimos sin llegar a un enfoque y compromiso fuertes. Desde la ONU hicimos un llamado a construir una estrategia nacional, sencilla, con una lista de indicaciones que hay que hacer en distintos ámbitos. Lo que faltan, sobre todo, son mensajes institucionales fuertes.
P. ¿Es un avance que el Instituto Nacional de la Mujer (INAM) se haya transformado en una Secretaría de Estado?
R. Es un paso muy grande y hay que aplaudirlo. Pero eso no significa que la Secretaría de Asuntos de la Mujer esté muy posicionada dentro del Gobierno. Todavía es una institución débil y necesita su tiempo. No hay que olvidar que los estereotipos machistas se mantienen muy vivos en el imaginario colectivo de Honduras. Por ejemplo, en cómo la prensa presenta a las mujeres, o la violencia política que se ejerce. En este país la misoginia escala fuertemente hasta el mismo Congreso, con ataques diarios a las diputadas de un partido y otro, algo que no pasa con los hombres. Se requiere de un esfuerzo muy ambicioso y combatir las causas estructurales detrás de la violencia contra la mujer. El tema de género tiene que ocupar la agenda del Gobierno, con mensajes políticos dirigidos a todos los actores y agentes. Y repito: faltan mensajes poderosos y rotundos desde la presidencia.
P. Una que por primera vez en su historia encabeza una mujer…
R. Celebré mucho la noticia de que Xiomara Castro llegara al cargo. Es la primera mujer en Honduras y la única que lo hará este año en América Latina. Descarto que pueda suceder en Brasil, y tampoco hay muchas posibles candidatas en la región. Tuvimos a Epsy Campbell Barr de vicepresidenta en Costa Rica y ahora a Francia Márquez en Colombia, ambas afrodescendientes. Sus posiciones han abierto camino para que América Latina visibilice el liderazgo femenino como posible y demostrar que las mujeres pueden gobernar en regiones machistas y heteropatriarcales. No obstante, no va a ser fácil para la nueva presidenta ejercer su liderazgo en Honduras. Como ya señaló la socióloga y académica Julieta Castellanos: “Xiomara ganó las elecciones, no el poder”.
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