La ONU anuncia nuevos planes para acabar con el hambre, pero no hay dinero
La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios concluye en Nueva York con la promesa de iniciativas que incluyen a mujeres, jóvenes y pueblos indígenas. Pero carecen, por ahora, de respaldo económico
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El hambre es una cuestión de riqueza. Así lo advertía Martín Caparrós, autor de El hambre (Anagrama, 2015). Y las cifras de las personas sin acceso a comida o a una dieta saludable lo confirman: 811 millones en el mundo que no saben si comerán hoy, según el último informe El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2021 (SOFI) y 3.000 millones que no pueden pagar una dieta saludable, según la OMS. Y mientras la carestía de alimentos afecta a los más pobres, un 17% de los alimentos producidos se desperdicia a nivel global, de acuerdo con una medición del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). En total, 931 millones de toneladas acaban en el vertedero cada año. Todas estas cifras no han sido suficientes para que la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios concluyera con un compromiso económico con los que apoyar los nuevos planes de la ONU.
“Los sistemas alimentarios tienen un poder increíble para acabar con el hambre, construir vidas más saludables y sostener nuestro hermoso planeta”. Con este mensaje, Agnes Kalibata, enviada especial de la ONU a la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios, daba la bienvenida a más de un centenar de mandatarios, jóvenes, indígenas, pequeños productores y empresas que se han reunido este jueves en Nueva York en el marco de la 76ª Asamblea General de las Naciones Unidas. Esta cita, en la que se pretende transformar la forma en la que los alimentos se producen, distribuyen y llegan al consumidor, además de mitigar los efectos nocivos que los sistemas productivos provocan en el planeta, se celebra en un momento preocupante.
La covid-19 ha dinamitado los avances que se habían conseguido hasta ahora contra la pobreza, el hambre y la malnutrición, y se asiste al aceleramiento del cambio climático y a cómo el aumento de olas de calor, sequías y catástrofes naturales provocadas por el calentamiento global amenazan la producción agrícola de millones en el mundo. “La desnutrición y la hambruna son el producto y las acciones de todos nosotros, es hora de actuar”, ha recalcado en su intervención el secretario general de la ONU, António Guterres.
El evento ha concluido con algunos compromisos, que no cuentan con una financiación concreta, pero en los que distintos países y las agencias de la ONU seguirán trabajando: garantizar que las dietas saludables estén disponibles, sean asequibles y accesibles para todos, especialmente para aquellos que viven en circunstancias vulnerables; garantizar el acceso de todos los niños a un menú escolar saludable en 2030 e incluir a mujeres, indígenas y jóvenes en la toma de decisiones dentro de los sistemas alimentarios. “Las dietas saludables y los alimentos inocuos para todos producidos de manera sostenible no son una aspiración fuera del alcance, sino un derecho humano y un objetivo que se puede lograr mediante acciones claras, bien establecidas y alineadas‘’, ha contextualizado Francesco Branca, director de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS. “Ahora es un momento crucial para consolidar la salud como un pilar fundamental de los sistemas alimentarios”.
Uno de los pocos gestos políticos y en los que sí se ha hablado de financiación, previos a la cumbre de este jueves, ha sido el del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que se ha comprometido a invertir 10.000 millones de dólares (8.500 millones de euros) para acabar con el hambre, invertir en el sistema alimentario y duplicar la cantidad de ayuda internacional a países menos desarrollados para hacer frente al cambio climático. Por su parte, Melinda French Gates, en su intervención en la cumbre, anunciaba la donación de la Fundación Gates de 922 millones de dólares (785 millones de euros) para mejorar la nutrición en los próximos cinco años.
Pero esta convocatoria mundial ha tenido un largo recorrido previo, pues el trabajo para transformar los sistemas alimentarios con la participación de 148 países comenzó hace 18 meses. Además, entre el 23 y el 28 del pasado julio, se celebró la Precumbre de los Sistemas Alimentarios como encuentro preparatorio de la gran cita en Naciones Unidas ahora en septiembre. Mujeres, indígenas, jóvenes y pequeños productores exigieron en este encuentro en Roma que nada se haga sin ellos. “Nuestros sistemas alimentarios, locales, regionales y globales, son fundamentales para cumplir con esta agenda. […] No hay camino hacia mejores medios de vida y una mayor igualdad de género a menos que comencemos a pagar a los agricultores y trabajadores agrícolas de manera justa. Como resume nuestro lema: ‘Nada para nosotros, sin nosotros’, ha reflexionado Kalibata.
El menú escolar, la única comida al día para muchos
Una de las dos iniciativas que se han anunciado este jueves es la de la Coalición para la Alimentación Escolar. La plataforma, liderada por Noruega y Francia desde hace siete meses, cuenta con 60 países y 50 organizaciones, entre los que están Ruanda, Senegal, Honduras, Guatemala, Estados Unidos, Rusia, Suecia y la Union Europea. Este grupo de trabajo tiene como objetivo garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a comidas escolares saludables para 2030. “Así se podrá garantizar la salud y bienestar de la siguiente generación, el acceso a la educación sobre todo de las niñas, y la reactivación de mercados locales [...]. Es un programa que nos lleva a una economía circular, más sostenible, que mueve la comida desde el campo hacia los niños y niñas en la escuela. Todos salen ganando. Es una inversión muy rentable”, analiza Carmen Burbano, directora de Alimentación Escolar del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Solo la mitad de los niños de entre seis y 23 meses en el mundo se alimentan diariamente con el número mínimo de comidas recomendado, según Unicef
El anuncio de esta nueva coalición se hace después de que Unicef haya advertido de que el aumento de la pobreza, la desigualdad, los conflictos, las catástrofes relacionadas con el clima y la pandemia están contribuyendo a provocar una crisis nutricional: los niños y niñas menores de dos años no reciben los alimentos o nutrientes que necesitan para prosperar y crecer de manera adecuada, y esta situación provoca daños irreversibles en su desarrollo. Así lo ha explicado en el informe titulado La crisis de la alimentación infantil en los primeros años de vida, publicado en vísperas de la cumbre.
Solo la mitad de los niños de entre seis y 23 meses se alimentan diariamente con el número mínimo de comidas recomendado, concluye este estudio tras el análisis realizado en 91 países. “Los niños no pueden sobrevivir o prosperar únicamente con calorías. Solo si unimos nuestras fuerzas con los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, los aliados para el desarrollo y las familias podremos transformar los sistemas alimentarios y conseguir que todos los niños reciban una alimentación nutritiva, sana y asequible. Esta cumbre nos ofrece una importante oportunidad para sentar las bases que satisfagan las necesidades de todos los niños y niñas”, ha valorado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
En su intervención, Paul Gasol, que trabaja con Unicef en el área de Nutrición y Obesidad Infantil, ha destacado la importancia de una buena alimentación para los más pequeños y cómo los actuales sistemas de alimentación les están fallando: “Hay que tomar medidas urgentes para hacer que la comida nutritiva sea más asequible y accesible y a terminar con dañinas prácticas de marketing que van a por los niños con alimentos poco sanos”.
Jóvenes, indígenas, mujeres y pequeños agricultores: voz y voto para decidir
No han sido pocas las voces discordantes y las que han pedido una mayor transparencia en la celebración de estos diálogos y reuniones previas a esta jornada, además de poner sobre la mesa propuestas alternativas a las actuales para encarar el futuro de los sistemas alimentarios. “Son las mujeres las que representan el mayor porcentaje de agricultoras, pero cuando hablamos de inversión, son las que primeras que se van sin nada. Pedimos a los gobiernos que actúen y las coloquen en el centro de sus sistemas alimentarios”, ha reclamado Elizabeth Nsimadala, presidenta de la Organización Panafricana de Agricultores.
Los pueblos indígenas también han jugado un papel importante, pues en esta cita internacional se ha anunciado una nueva coalición de las comunidades nativas para transformar el sistema. “Estamos seguras de que nuestro conocimiento histórico del uso de la tierra, las semillas y el agua va a contribuir a la mejora de los sistemas alimentarios. Podemos cambiar las cosas y avanzar hacia dietas más saludables y sostenibles”, expresaba Myrna Cunningham, presidenta del Fondo de Desarrollo por los pueblos indígenas de Latinoamérica. “Para nosotros, la mitigación del cambio climático y el hambre cero es una tarea que no puede dejar a nadie atrás”, ha añadido Jessica Vega Ortega, vicepresidenta y representante de la red global Youth Caucus.
El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de la ONU también ha instado a los líderes mundiales que han asistido a la cumbre a que tomen medidas concretas para que los pequeños agricultores de los países en desarrollo, que cultivan un tercio de los alimentos que se consumen en el mundo, reciban “salarios dignos”. “Es indignante que cobren una miseria por su trabajo”, afirmó Gilbert F. Houngbo, presidente de la organización, que consideró “una terrible ironía que aquellos que cultivan nuestros alimentos no puedan permitirse proporcionar a sus propias familias dietas saludables y nutritivas”, informó el organismo en un comunicado. “Sin ahorros ni acceso a capital, las familias de agricultores carecen de recursos para protegerse de los efectos del cambio climático y otras perturbaciones. Los pequeños agricultores rurales que trabajan en explotaciones de menos de dos hectáreas producen más del 30% de los alimentos que se consumen a nivel mundial, y hasta el 80 % en continentes como África o Asia, explica el FIDA.
Los pequeños agricultores rurales que trabajan en explotaciones de menos de dos hectáreas producen más del 30% de los alimentos que se consumen a nivel mundial, y hasta el 80% en continentes como África o Asia
El informe Transformar los sistemas alimentarios para la prosperidad rural, publicado por el FIDA, advierte de la importancia de invertir más en granjas rurales y en pequeñas y medianas empresas locales, ya que puede ayudar a crear sistemas alimentarios mundiales más inclusivos, justos y sostenibles. “La mayoría de las personas de las zonas rurales obtienen ingresos del trabajo en la agricultura a pequeña escala, que es una fuente vital de alimentos a nivel nacional y mundial”, se indica en el estudio.
El organismo internacional también ha defendido promover alimentos nutritivos accesibles y asequibles, a través de educación nutricional, el empoderamiento de las mujeres para que tomen decisiones sobre nutrición y las políticas gubernamentales sólidas que regulen y orienten las elecciones del mercado. “Vivimos en un mundo de grandes e injustas contradicciones. Hay 800 millones de personas que padecen hambre y, sin embargo, altas tasas de obesidad. Las dietas nutritivas son caras, pero muchos pequeños agricultores son pobres”, ha lamentado el vicepresidente adjunto del Departamento de Estrategia y Conocimientos del FIDA, Jyotsna Puri.
Los jóvenes son otro de los colectivos que han querido que su voz y voto tenga más peso en esta cumbre y, a través de acciones como #Act4Food y #Act4Change en redes sociales, 100.000 internautas se han unido en un manifiesto para liderar un movimiento que cambie la forma de los sistemas alimentarios. Una petición que ha quedado perfectamente clara en la declaración de Mike Khunga, vicepresidente de una de las agrupaciones de activistas del evento, en su intervención: “Queremos estar donde se ejecutan las decisiones, que es a nosotros a quién nos afectarán en el futuro. No somos los líderes del futuro, somos los líderes hoy”.
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