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Afantas

“Mi mente sólo genera conceptos, no imágenes”, me dijo

Semanas atrás, en la Feria del Libro de Monterrey, se acercó un muchacho a pedir que le firmara un libro. Me entregó una foto, una imagen de la localidad de San Miguel de Allende, y me dijo: “Mira, quiero decirte que ...

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Semanas atrás, en la Feria del Libro de Monterrey, se acercó un muchacho a pedir que le firmara un libro. Me entregó una foto, una imagen de la localidad de San Miguel de Allende, y me dijo: “Mira, quiero decirte que yo tengo afantasía”. Le pregunté: “¿Qué es eso?”. Me respondió: “No tengo imaginación”. Di un respingo: “¿Cómo?”. Me dijo: “Si yo te digo que imagines una manzana, tú la ves. Yo no puedo imaginar una manzana. Mi mente sólo genera conceptos, no imágenes”. “O sea, una mente ciega”, le dije, un poco bruta. Me respondió: “Sí, y por eso para mí es muy difícil leer. No puedo imaginar las descripciones, los personajes”. Soy periodista, así que tengo el hábito de la sospecha. Pensé que, apenas pudiera, iba a chequear si esa condición existía. El muchacho me puso delante el libro para que se lo firmara. Es un volumen de textos cortos que hablan sobre la infancia, los padres, el amor, la pérdida. Me dijo: “Quiero agradecerte mucho. Este es el primer libro que pude leer completo porque habla de cosas abstractas. Ahora estoy intentando, de a poco, leer otros”. Le pregunté qué hacía. Me dijo que estudiaba Arquitectura. ¿Arquitectura? ¿Imposibilitado de “ver” formas? Me dijo que sí, que de hecho le resultaba muy difícil. Le firmé el libro, nos despedimos. Al regresar al hotel busqué información sobre la “afantasía”. En efecto, existe (dos días después, en Ciudad de México, encontré a una chica que tenía lo mismo). No es una enfermedad, no interfiere con la inteligencia, se estima que entre el 1% y el 5% de la población podría verse afectada, quienes la portan se llaman “afantas”. Busqué en mi bolso la foto de San Miguel de Allende. La di vuelta. Detrás, el muchacho había escrito: “Gracias por verbalizar mi mente neurodivergente”. Hay una canción del Indio Solari titulada Y mientras tanto el sol se muere. Dice: “Todavía no usé mi milagro de hoy”. Ese día, en Monterrey, sentí que yo ya lo había usado.

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